Un equipo de científicos, dirigido por la profesora Steffen Petersen, de la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido), ha descubierto que las personas expuestas a niveles de contaminación del aire bajas con respecto a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen cambios en la estructura del corazón similares a los que se observan en las primeras etapas de la insuficiencia cardíaca.
La investigación, financiada en parte por la British Heart Foundation (BHF) y publicada en la revista ‘Circulation’, ha evaludado los datos de unos 4.000 participantes en el estudio británico ‘Biobank’. Los voluntarios proporcionaron diversa información personal, incluido su estilos de vida, historial médico y detalles sobre dónde han vivido. Gracias a estos parámetros, el equipo de investigación pudo eliminar a los pacientes con problemas cardiacos subyacentes o a los que se mudaron de casa durante el estudio.
Los participantes también se hicieron análisis de sangre y se sometieron a chequeos médicos. También se les realizó una resonancia magnética para medir el tamaño, peso y función de sus corazones en momentos puntuales.
Aunque la mayoría de los participantes vivían fuera de las principales ciudades de Reino Unido, se observó una modificación cardiaca similar a las primeras etapas de la insuficiencia cardiaca en la mayoría de los participantes, principalmente entre quienes vivían cerca de carreteras ruidosas y concurridas, y estaban por tanto expuestos al dióxido de nitrógeno (NO2) o a PM2,5 (pequeñas partículas de contaminación del aire).
Las exposiciones más altas a los contaminantes se vincularon a cambios más significativos en la estructura del corazón. Por cada microgramo adicional por metro cúbico de PM2,5 y por cada 10 microgramos adicionales por metro cúbico de NO2, el corazón aumentó de tamaño aproximadamente un 1 por ciento.
Los participantes también se hicieron análisis de sangre y se sometieron a chequeos médicos. También se les realizó una resonancia magnética para medir el tamaño, peso y función de sus corazones en momentos puntuales.
De acuerdo con los resultados del estudio, las exposiciones promedio anuales a PM2,5 (8-12 microgramos por metro cúbico) estaban dentro de las pautas del Reino Unido (25 microgramos por metro cúbico), aunque se aproximaban o superaban las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 10 microgramos por metro cúbico. En cualquier caso, la OMS puntualiza que «no hay límites seguros» de PM2,5.
Por su parte, la exposición promedio de los participantes al NO2 (10-50 microgramos por metro cúbico) se acercaba y estaba por encima de las pautas anuales de la OMS y el Reino Unido: 40 microgramos por metro cúbico).
«A pesar de que nuestro estudio fue observacional y aún no ha mostrado un vínculo causal, vimos cambios significativos en el corazón, incluso a niveles relativamente bajos de exposición a la contaminación del aire. Nuestros estudios futuros incluirán datos de personas que viven en centros urbanos como el centro de Manchester y Londres, utilizando mediciones más profundas de la función cardíaca, y esperamos que los hallazgos sean aún más pronunciados y clínicamente importantes», concluye Nay Aung, quien dirigió el análisis de datos de la Universidad Queen Mary de Londres.
Por: ECOticias.com / Red / Agencias