Parece increíble que en una época donde los esfuerzos de los gobiernos deberían fijarse en la exploración de energías limpias y sustentables, muchos todavía insistan en la explotación del petróleo.

Nuestra aparente necesidad de gasolina no sólo ha dañado (tal vez irremediablemente) al planeta, sino que las técnicas para extraer el petróleo de las entrañas de la tierra puede provocar una nueva gama de daños que la ONU y diversos organismos de cuidado al medio ambiente confirman que es preciso evitar.

¿Pero qué es el fracking?

Es la traducción del inglés hydraulic fracturing(fractura hidráulica), una técnica sumamente agresiva que le permite a las compañías petroleras extraer gas y petróleo atrapado en el subsuelo a través de la inyección a presión de agua con arena.

Medir con exactitud las consecuencias del fracking es complicado, principalmente por el acceso restringido a una gran cantidad de datos. Por ejemplo, la gran mayoría de las sustancias utilizadas en la inyección a presión están protegidas por patentes o bajo la figura de “secreto industrial”. Sin embargo, en el proceso se utilizan miles de litros de agua, los cuales se diluyen en el subsuelo, y cuyos efectos a largo plazo sobre el ambiente y la salud son bastante preocupantes.

En Estados Unidos, de donde viene la mayoría de la información al respecto, se le suman los acuerdos federales de confidencialidad, los registros sellados por la corte y los acuerdos judiciales que impiden que víctimas, familiares o profesionales médicos hablen sobre sus enfermedades o lesiones relacionadas al fracking.

Tras la cuestionada reforma energética impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, el fracking entró a México en 2013 en estados como Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León. Otros países de Latinoamérica que han comenzado a implementar este modelo de extracción son Colombia, Bolivia, Chile y Uruguay, aunque la legislación pronto podría llevarlas a Perú, Argentina y Brasil.

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Los riesgos del fracking superan por mucho sus supuestos beneficios (imagen: NewsScience)

Aquí te contamos varias razones por las que es importante presionar a los gobiernos y las empresas para que prohíban el fracking:

Principales riesgos del fracking para el agua

• Durante su vida útil, cada pozo utiliza entre 9 y 29 millones de litros de agua. Esta agua se pierde completamente debido a que permanece en el pozo sin reintegrarse al ciclo hidrológico o está tan contaminada que es imposible reutilizarla.

No existe un tratamiento efectivo para el agua de retorno, o agua residual del fracking, contaminada con químicos que, como ya mencionamos, se desconocen su nivel de toxicidad.

• Un estudio de 2011 del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), encontró pruebas de que en algunas zonas de Estados Unidos, el gas natural (metano) está migrando a las fuentes de agua potable.

• El metano en el agua potable no solo contamina los mantos acuíferos, también puede ocasionar explosiones.

• Un estudio publicado en la revista Endocrinology, advierte que las operaciones de perforación para obtener gas natural pueden dejar residuos en el agua que afecten el sistema endócrino de los seres humanos.

• Otros estudios también han ligado el fracking a bajo peso en recién nacidos de las poblaciones aledañas.

• De las 2 mil 500 sustancias que se vierten en el agua durante el fracking, más de 650 contienen cancerígenos conocidos, como el benceno.

• También se utilizan otras sustancias altamente contaminantes como metanol, tolueno, xileno y etilbenceno.

• En algunos casos de fracturación hidráulica se pueden liberar de la roca elementos radiactivos como uranio, radio, radón y torio, los cuales pueden retornar a la superficie con el agua residual.

Principales riesgos del fracking en el aire

Emisiones de los combustibles de la maquinaria utilizada: diesel y gas natural.

• Fugas de metano y benceno, ambos agentes altamente contaminantes, el último un potente cancerígeno.

• El potencial de calentamiento del metano es superior al del dióxido de carbono, por lo que el impacto de las fugas de metano sobre el cambio climático puede superar al del uso del carbón como combustible.

• Además de metano se emiten otros gases contaminantes como dióxido de azufre, óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles.

Degradación del paisaje y sismos antropogénicos (ocasionados por humanos)

• Las operaciones de perforación pueden causar una degradación severa del paisaje a causa de la elevada ocupación de los territorios, además de las vías y caminos que deben ser abiertos.

La contaminación acústica, resultado del tránsito de vehículos y del ruido de la perforación misma, puede afectar negativamente a las poblaciones cercanas y a la fauna local.

• La desertificación ocasionada por la extracción acaba con la flora y fauna endémicas.

• El fracking genera microsismos casi indetectables, pero también puede causar eventos mayores que se pueden percibir en las poblaciones aledañas.

• Existe el riesgo de que los microsismos activen una falla geológica del subsuelo.

• Es común que se utilicen pozos de inyección (también conocidos como “pozos letrina”) para deshacerse del agua contaminada de la extracción. La inyección de estas aguas puede desestabilizar fallas geológicas y provocar sismos.

• Sismólogos de la Universidad de Columbia reportaron que varios sismos ocurridos en el 2011, incluyendo uno de magnitud 4.0 que se sintió en Youngstown, Ohio, se relacionan con el desecho de aguas remanentes del fracking.

• El siglo XXI ha registrado un aumento del 600% en la frecuencia de sismos en relación con el siglo XX.

Como mencionamos antes, existe un interés perverso (en su mancuerna económica y política) en mantener en secreto las consecuencias del fracking tanto para el ambiente como para las poblaciones aledañas a la operación. Sin embargo, con lo que se sabe hasta ahora, los riesgos de esta práctica son mucho más preocupantes que sus supuestos beneficios.

La necesidad de encontrar energías limpias, como pueden ser las resultantes de instalaciones eólicas, solares o los combustibles alternativos, ya es una urgente cuestión de supervivencia para el planeta. Estamos ante un reto de proporciones mayúsculas, y lo primero que podemos hacer es informarnos acerca de los peligros latentes y patentes de este tipo de prácticas.

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