Hace poco más de 1 año, un prominente grupo de científicos fue remitente de una carta con un destinatario: nosotros. En ella alertaban que teníamos 3 años para evitar que el cambio climático se volviera irreversible, y proponían objetivos globales para disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.
Estos científicos apelaron a las conciencias individuales, pero también a los gobiernos y a las grandes empresas. Porque ellos son quienes principalmente deben poner un alto al cambio climático, ya que según la WWF:
El 68% de las emisiones globales vienen de sólo diez países, entre ellos México, contribuyendo con el 1.68%. Las principales fuentes de emisiones de los GEI en México son el transporte, la generación de electricidad y la industria.
No obstante, en los tres factores que contribuyen al cambio climático existe una cosa en común: nosotros. Somos quienes usamos aquello que las industrias producen y transportan: son sus productos el objeto del deseo, pero también de la necesidad que nos hace comprarlos.
Por eso, tan sólo un habitante de Estados Unidos emite 16.22 toneladas anuales, mientras que un habitante de Guatemala emite 16.25 toneladas. Y México está entre los 26 países cuyo crecimiento demográfico los hace menos resilientes al cambio climático.
Entonces, ¿cómo no ser parte del desastre?
Primero, hazte consciente de que estás por librar una batalla
Ser un guardián del planeta no es cualquier cosa. Modificar tus hábitos y vivir sustentablemente será difícil, así que tómatelo en serio, como si estuvieras corriendo un maratón.
Pero no pierdas la calma
Ve un paso a la vez: no será fácil quizá, pero debes estar consciente de que los grandes cambios toman tiempo. Quizá lo último que el planeta tiene es tiempo, pero tener paciencia es una virtud que te ayudará a no desistir.
Luego, distingue entre necesidad y deseo
Tenemos que aprender a vivir con lo necesario, y saber decir –como si fuera un mantra ecológico– “no lo necesito”. Porque lo que más está afectando a la Tierra en su conjunto es la basura generada por gadgets –cuya materia prima se consigue a través de la minería– y otros productos “de moda”, como la ropa.
Por eso, es importante que aprendamos a reciclar la e-waste y darle una nueva vida a nuestras prendas.
Ahora sí, con estos principios firmes puedes llevar esto a la practica:
Lleva un diario por 15 días
Anota cuánta energía usas (en tiempo o en kilowatts, checando recibos de luz), cuánta agua consumes (aproximadamente), qué transporte usas y cuánta basura generas. También checa otros indicadores, como cuánto tardas en bañarte, qué cosas usas más, etcétera.
Luego usa otros 15 días para modificar algunos de los hábitos que hayas registrado, y después compara. Puedes utilizar una calculadora de huella ecológica para ello. Debes insistir en poner en práctica estos nuevos hábitos hasta hacerlos parte de tu rutina. Verás que pasado 1 mes, será más fácil.
Algunos de esos hábitos deben involucrar…
Opta por el transporte más ecológico
A veces, usar el coche es inevitable. Pero casi siempre existen otras opciones que no utilizamos por “practicidad”. Si es tu caso, piensa qué es lo que te orilla a preferir el coche, y reflexiona qué cosa en tu vida debes modificar para tener el tiempo de usar transporte público, de caminar o de ir en bici. Acá hay una guía para andar en bicicleta en la ciudad que te puede ayudar. Y no olvides compartir los viajes siempre que puedas, y optar por automóviles pequeños y no por camionetas.
Si tienes que viajar, siempre pregúntate si en verdad es necesario que te desplaces. Pregúntatelo en cualquier situación, incluso cuando vayas a tomar vacaciones: ¿realmente tienes que ir a esa playa tan lejana? ¿no hay una más cerca?
No desperdicies comida
La producción de alimentos es una actividad sumamente contaminante. Por eso, es lógico que las 1.300 millones de toneladas que se desperdician también tengan un grave impacto sobre el planeta, pues representan más del 10% de energía que se consume para la producción de alimentos. La mayoría del desperdicio proviene del último eslabón de la cadena: nosotros. Así que hazte de esos ingeniosos hábitos para evitar el desperdicio.
Trata además de cambiar tu dieta. No comas tanta carne, pues para conseguir 1 kilo de carne se generan 3 kilos de CO2 y se gastan hasta 4,000 litros de agua.
Transforma todo
Al año, cada persona produce más de 400 kilos de basura. Esta cifra puede ser mucho menor si aprendes a separar y reciclar. La basura orgánica se puede convertir en composta muy fácilmente. Y los envases y bolsas de plástico son algo que puedes evitar comprando a granel, utilizando frascos de vidrio y usando bolsas de tela.
Fabrica, produce y cultiva
Existen muchos productos que podemos fabricar con elementos naturales, y que le ahorrarán al planeta muchos químicos y envolturas innecesarias. Por ejemplo, puedes hacer tus propios productos de belleza, tus propias mascarillas naturales, o incluso puedes tener un botiquín natural como opción para evitar los fármacos. También puedes usar herbicidas caseros, y utilizar algunos productos naturales para limpiar el hogar.
También puedes cultivar tu propia comida, incluso en tu cocina.
Usa menos
Toma duchas más cortas, utiliza menos agua al lavar trastes o el auto, dosifica el uso de aparatos eléctricos y aprovéchalo al máximo, usa menos la luz eléctrica –y asegúrate de tener focos ahorradores–, aprende a utilizar sólo el papel de baño que necesites, y cocina con poco gas –apaga el fuego 5 minutos antes para aprovechar el calor residual–.