En la mitología náhuatl, el axolotl es la encarnación acuática del Dios Xolotl, hermano gemelo de Quetzalcóatl. Xolotl está asociado con la idea de movimiento y renacimiento, y se manifiesta en las transformaciones a las que recurrió para escapar de la muerte: escondido en un campo de maíz, se convirtió en una planta de maíz con dos bastones (xolotl); cuando se descubrió, se escondió en un campo de agave, donde tomó la forma de un doble tallo o mejolote (del término «metl» -agave, y «xolotl»).

En su escape final, entró en el agua, transformándose en una criatura acuática llamada axolotl. Así, con sus poderes de transformación, logró mantenerse vivo.

Hoy en día, el axolote, un anfibio en peligro de extinción que se encuentra ahora exclusivamente en el territorio del lago Xochimilco, en el sur de la Ciudad de México, puede guardar el secreto para la regeneración de tejidos humanos. Este animal extraordinario puede regenerar múltiples estructuras como miembros, mandíbulas, cola, médula espinal, piel y más, sin evidencia de cicatrices a lo largo de su vida. 

Las bondades del axolotl está relacionado con el patrimonio cultural de México y el conocimiento tradicional de sus pueblos y comunidades.