La acción es una parte esencial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible(ODS). La alimentación y la agricultura sostenibles -que son el principal vínculo entre las personas y el planeta-, pueden impulsar un cambio positivo. La nueva publicación de la FAO, Transformar la alimentación y la agricultura para alcanzar los ODS, presenta 20 acciones para ayudar a los países a incorporar la agricultura sostenible y el desarrollo rural en sus objetivos de desarrollo a nivel general. Estas 20 medidas suponen una guía práctica para la implementación de la Agenda 2030. Aquí presentamos algunos ejemplos:

1. Diversificar para aumentar la productividad, crear empleo y añadir valor a los sistemas alimentarios

Los sistemas de producción alimentaria deben responder al rápido crecimiento demográfico, al cambio de las dietas, a la mayor urbanización, al aumento de la obesidad y la malnutrición y a unos recursos naturales que están cada vez más sobreexplotados y afectados por el cambio climático.

Una forma de hacerlo es diversificar la producción. Por ejemplo, en Chiapas, México, los productores de café utilizan la agrosilvicultura en sus fincas. Gracias a que estos árboles intercalados aportan gran cantidad de sombra, los campos tienen una temperatura de entre 2°C y 3°C más baja que los que tienen menor arbolado. Por ello pierden mucha menos agua a través de la evaporación del suelo y la transpiración de las plantas, aumentando así la resiliencia de los suelos a la sequía. Los rendimientos agrícolas en los sistemas agroforestales son más estables y se pueden comparar con los obtenidos gracias a los fertilizantes sintéticos, y además liberan menos emisiones de gases de efecto invernadero.

2. Proteger a los polinizadores, salvaguardar los recursos naturales

La producción sostenible en la agricultura, la silvicultura y la pesca requiere prestar atención específica a la gestión y el uso de los recursos naturales, incluyendo el suelo, el agua, la energía y la biodiversidad. Existen muchas oportunidades para conservar los recursos y, al mismo tiempo, aumentar la productividad agrícola y mejorar los medios de subsistencia.

La protección de los polinizadores, por ejemplo, es esencial para la producción alimentaria. Los polinizadores –incluidos abejas, aves o murciélagos– son vitales para la producción agrícola mundial, ya que impulsan la producción de 87 de los principales cultivos alimentarios del mundo. Sin embargo, los polinizadores están amenazados en todo el planeta. En Ghana, los productores de hortalizas suelen bordear sus campos con hileras de plantas de mandioca. La mayoría de las variedades de mandioca florecen tres meses después de la siembra, produciendo abundante néctar que atrae a las abejas y otros insectos. Hortalizas como la berenjena y el tomate –ninguna de los cuales resulta muy atractiva para los polinizadores– se benefician de los que van a visitar en principio a las flores de la mandioca.

Izqda: Los rendimientos agrícolas en los sistemas agroforestales son comparables a los obtenidos con fertilizantes sintéticos y liberan menos emisiones de gases de efecto invernadero. ©FAO Dcha: Proteger a los polinizadores es esencial para la producción de alimentos, ya que aumentan los rendimientos de 87 de los principales cultivos alimentarios. Sin embargo, los polinizadores están amenazados en todo el mundo. ©FAO/James Cane

3. Promover el crecimiento inclusivo para mejorar los medios de subsistencia y fomentar las economías participativas 

El crecimiento inclusivo significa convertir la expansión económica en mejores condiciones de vida para todos, crear oportunidades y mejorar los medios de vida entre las sociedades y dentro de ellas.

En Honduras y Guatemala hay más de siete millones de indígenas. A menudo figuran entre la población más pobre de la región y dependen en gran medida de los recursos naturales para su subsistencia. Sin embargo, con frecuencia carecen de propiedad legal, control sobre la tierra o acceso a ella, lo que les impide invertir en actividades generadoras de ingresos. En 2016, el gobierno de Honduras reconoció la propiedad de más de un millón de hectáreas de tierras comunitarias a los indígenas misquitos. Esto se debió en parte a una alianza entre la FAO y el Banco Mundial que diseñó un plan de inversiones para delimitar y registrar nuevos títulos de propiedad en la región de la Mosquitia de Honduras.  También se puso en marcha un Plan de Acción para promover la conservación de los recursos naturales y la gestión sostenible de los territorios indígenas. Ahora 17 500 familias indígenas pueden acceder y gestionar los recursos naturales de sus territorios.

4. Reforzar la resiliencia de las personas, las comunidades y los ecosistemas 

La resiliencia es un factor importante para garantizar la sostenibilidad de la agricultura, la pesca y la silvicultura. Fenómenos como las amenazas naturales extremas, la volatilidad de los mercados, los conflictos civiles, la inestabilidad política o las enfermedades epidémicas perjudican la productividad y estabilidad de la agricultura. Casi el 25%  de los daños y pérdidas totales causados por riesgos naturales y desastres en los países en desarrollo se producen en la agricultura.

La fiebre del Valle del Rift, una enfermedad zoonótica transmitida por los mosquitos, causa la muerte generalizada de rumiantes jóvenes. También puede afectar a las personas, como por ejemplo los propietarios del ganado, veterinarios o carniceros, que entran en contacto directo con los animales. Esta enfermedad letal puede devastar los medios de subsistencia y las comunidades. La preparación resulta crucial: la vacunación preventiva de los animales contribuye a reducir al mínimo los efectos, no sólo en el ganado, sino también en la salud humana. La FAO ha estado trabajando con diversos países –entre ellos Kenya y Tanzania–, para elaborar sus planes de contingencia y asegurarse que estén preparados.  

Los riesgos naturales extremos, la volatilidad de los mercados, los conflictos civiles, la inestabilidad política o las enfermedades epidémicas perjudican la productividad y la estabilidad de la agricultura. La resiliencia es un factor importante para garantizar la sostenibilidad de la agricultura, la pesca y la silvicultura. ©FAO/Ami Vitale

5. Adoptar un enfoque integral para adaptar la gobernanza a los nuevos desafíos

La transición hacia una agricultura y unos sistemas alimentarios más sostenibles requiere un enfoque multidimensional. Las acciones no sólo deben centrarse en promover cambios en la práctica, sino también en crear alianzas políticas con actores tanto dentro como fuera de los sectores de la alimentación y la agricultura.

En el delta del Mekong (Viet Nam), diversos incentivos cofinanciados con cargo a programas públicos, inversiones del sector privado e iniciativas de la sociedad civil, están ayudando a los pescadores de camarones a cumplir la normativa sobre restauración y protección de los manglares. El sector privado aporta primas financieras por hectárea de manglares conservados dentro de las granjas acuícolas y ha desarrollado una certificación para los camarones criados en áreas integradas de manglares y acuicultura, ofreciendo una bonificación del diez por ciento para los camarones ecológicos certificados.

La incorporación de la alimentación y la agricultura sostenibles en las estrategias y los planes de acción nacionales de desarrollo requiere programas y políticas integradas, objetivas y metas interrelacionados y un seguimiento periódico de los progresos realizados. Esta publicación ofrece a los responsables de la toma de decisiones los elementos para avanzar en el cumplimiento de los objetivos mundiales y poder alcanzar el #HambreCero para 2030.