Antecedentes
Las Naciones Unidas siguen promoviendo la universalización de los marcos jurídicos existentes y alentando a los Estados Miembros a que amplíen esos regímenes y elaboren nuevos instrumentos internacionales para proteger a los civiles de los flagelos de las minas terrestres y los restos explosivos de guerra. Las Naciones Unidas realizan esta labor en colaboración con los Estados interesados, la sociedad civil y las organizaciones internacionales que realizan actividades relativas a las minas.
Desde la aprobación de la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción, conocida comúnmente como Convención sobre la prohibición de minas antipersonal, abierta a la firma en 1997, 156 países han ratificado esa convención o se han adherido a ella. Se han destruido más de 41 millones de minas antipersonal almacenadas y básicamente se ha detenido su producción, venta y transferencia. El 1º de marzo de 2009 se conmemoró el décimo aniversario de la entrada en vigor de la Convención, y la Segunda Conferencia de Examen fue celebrada en 2009 en Cartagena (Colombia).
Además de las minas antipersonal, siguen existiendo retos en lo que respecta a todos los demás restos explosivos de guerra. El 12 de noviembre de 2006, el Secretario General acogió con beneplácito la entrada en vigor del Protocolo sobre los Restos Explosivos de Guerra (Protocolo V) de la Convención sobre las armas convencionales y reiteró su llamamiento en favor de su universalización y aplicación. En diciembre de 2008, el Secretario General acogió con beneplácito la apertura a la firma de la Convención sobre Municiones en Racimo , firmada hasta ahora por 98 países, además de 14 ratificaciones y aceptaciones, y alentó su rápida entrada en vigor.
Orientado por su política interinstitucional, el Equipo de las Naciones Unidas de Actividades relativas a las Minas, integrado por 14 departamentos, organismos, fondos y programas, y contando con diversas entidades que tienen calidad de observador, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, la Oficina de Asuntos Jurídicos y el Instituto de las Naciones Unidas de Investigación sobre el Desarme, siguió velando por la coherencia en todo el sistema de las Naciones Unidas con respecto a todos los pilares y actividades relativos a las minas y por la aplicación de un enfoque que responda al criterio «Una ONU», respetando plenamente las funciones y responsabilidades respectivas y las ventajas comparativas de cada uno de los miembros del Equipo, mediante reuniones periódicas del Grupo Interinstitucional de Coordinación de Actividades relativas a las Minas a nivel del personal directivo y sobre el terreno.
El objetivo estratégico de las Naciones Unidas consiste en trabajar en cooperación con las autoridades nacionales, los territorios, los agentes no estatales y las comunidades afectadas, y en asociación con organizaciones no gubernamentales (ONG), los donantes, el sector privado, organizaciones internacionales y regionales y otras organizaciones, para reducir las amenazas humanitarias y socioeconómicas planteadas por las minas y los restos explosivos de guerra, hasta llegar a un momento en que la asistencia de las Naciones Unidas para las actividades relativas a las minas ya no sea necesaria. Las actividades de las Naciones Unidas relativas a las minas tienden a lograr los cuatro objetivos estratégicos identificados en la Estrategia interinstitucional de las Naciones Unidas para las actividades relativas a las minas en el período 2006-2010: reducción de muertes y de lesiones en al menos el 50%; mitigación del riesgo para los medios de vida de las comunidades y aumento de la libertad de circulación de por lo menos el 80% en las comunidades más gravemente afectadas; integración de las necesidades en materia de actividades relativas a las minas en los planes y presupuestos nacionales de desarrollo y reconstrucción de por lo menos 15 países; ayuda para el establecimiento de instituciones nacionales encargadas de abordar la amenaza de minas terrestres y restos explosivos de guerra, y preparación de la capacidad de respuesta residual en por lo menos 15 países.