Unas 30.000 personas que habitan en el casco urbano de Tibú están sin el suministro de agua potable, debido a la contaminación que presentan varios afluentes.
El crudo que se derramó después de los atentados al oleoducto Caño Limón-Coveñas en las veredas Guachimán y El Seis llegaron a las aguas de los ríos Tibucito, Caño 5 y Tibú, provocando el cierre definitivo de la bocatoma que hace parte del acueducto municipal.
El alcalde Alberto Escalante anunció que para mitigar la emergencia se desarrollan estrategias con Ecopetrol y el Instituto Departamental de Salud, con el propósito de que la población sea surtida con agua traída desde otras veredas o poblaciones cercanas.
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“Tenemos la fortuna de contar en la zona con un pozo natural, esperamos que desde ahí logremos obtener el preciado líquido y empezar a llevarlos en carro tanques a cada una de las familias”, dijo Escalante.
En menos de 72 horas las autoridades han denunciado que el oleoducto Caño Limón-Coveñas ha sido objeto de dos ataques terroristas.
Como consecuencia del primero, el pasado sábado en la vereda Guachimán, “Ecopetrol activó un plan de contingencia por una acción ilícita en jurisdicción de la vereda Guachimán, en Tibú, que produjo caída de crudo en dos caños de esa zona”, indicó la empresa en su cuenta de Twitter.
Esta acción delincuencial provocó la contaminación de Pozo Azul, un reconocido sitio turístico de esa región de Norte de Santander.
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La tubería fue objeto de un segundo atentado el lunes, en el sector El Seis. La empresa solicitó a las comunidades de la zona abstenerse de usar agua de estas fuentes hídricas y de acercarse al lugar del incidente hasta tanto se recupere la normalidad.
En un comunicado, “Ecopetrol rechazó enfáticamente estas acciones ilícitas que ponen en riesgo la integridad y seguridad de las personas, afectan gravemente a las comunidades vecinas y al medio ambiente”.
En declaraciones radiales desde Bello, Antioquia, durante un consejo extraordinario de seguridad, el ministro de Defensa, Guillermo Botero, se refirió al hecho. “El atentado existió. Es un hecho y una realidad. Sería el ataque número 14 al oleoducto en lo corrido del año y presumiblemente sí es el Eln. Nosotros por eso nunca les hemos creído su cese al fuego”.
El año pasado, la infraestructura petrolera colombiana sufrió 107 atentados, de los que 89 afectaron al Oleoducto Caño Limón-Coveñas y 18 al Transandino.
En el Catatumbo, una de las zonas más convulsas del país, operan además del Eln, disidencias de las Farc, bandas criminales y un reducto del Ejército Popular de Liberación (Epl), grupo al que las autoridades denominan Los Pelusos.
El Catatumbo, que alberga además extensos cultivos de coca, es una de las zonas más olvidadas de Colombia, conformada por los municipios de Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, La Playa, San Calixto, Sardinata, Teorama y Tibú.
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El cese el fuego unilateral del Eln, según expertos, “abre un canal” de cara a una posible reanudación de los diálogos de paz con el Gobierno colombiano.
La tregua, según lo anunciado por el Eln, la principal guerrilla del país tras la firma de la paz en 2016 de las Farc, comenzó a las cero horas del Domingo de Ramos y finalizará el próximo 21, que es Domingo de Pascua, a las 12 de la noche.
El Eln y el anterior Gobierno colombiano comenzaron en febrero de 2017 en Quito unas negociaciones de paz que en mayo de 2018 fueron trasladadas a La Habana donde la última ronda de diálogos concluyó sin avances a principios de agosto.
Al asumir el cargo, el pasado 7 de agosto, el presidente colombiano, Iván Duque, condicionó la continuidad de las conversaciones a que ese grupo deje de secuestrar y libere a las personas que tiene en su poder.
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