La educación ambiental se perfila como una de las piezas clave de la estrategia contra las especies exóticas invasoras, una lucha científica, política, técnica y social cimentada en la sensibilización de todos los sectores involucrados y del público en general con objeto de avanzar en la prevención.
Porque la educación, como piedra angular de la sociedad, posee un enorme poder vehicular, y sus receptores, muchas veces de edades muy tempranas, son los grandes filtradores de toda esa información, capaces de gestionar sus propias acciones y de exigir lo que más conviene al medio ambiente.
Educación ambiental
En la actualidad, las escuelas incorporan a sus programas información precisa sobre los efectos que las especies exóticas invasoras tienen sobre la biodiversidad y la salud humana y promueven a través de asociaciones y organizaciones no gubernamentales diferentes acciones formativas y de concienciación.
En Portugal, la asociación sin ánimo de lucro Aspea lleva a cabo desde 1990 tareas de educación ambiental para contribuir a la difusión de conocimiento, con programas específicos de apoyo a las actividades de ocupación de tiempo libre y la formación de profesores y animadores en este área.
Aspea coordina a nivel nacional el Proyecto Ríos, que trabaja sobre diferentes zonas del país, como la localidad de Torres Novas, por la que discurre un degradado río Almonda, afluente del Tajo, víctima de un pasado industrial que dejó una costosa herencia al medio ambiente de la zona.
Desde las instituciones
Para Jorge Salgado Simöes, encargado del área de Cultura de la Asociación de Defensa del Patrimonio de Torres Novas, involucrar a los jóvenes en la defensa de su río es “hacer que se sientan orgullosos de él, que lo sientan suyo”.
“La ciencia ciudadana es un complemento, no tiene nada que ver con la formación académica y cualquier persona puede aprender a medir un caudal, identificar una especie o el color del agua, y hacer algo así nos hace sentir que estamos contribuyendo a avanzar”, ha explicado en declaraciones para el proyecto Life Invasaqua.
Torres Novas, con cerca de 35.000 habitantes, “decidió hace ya tres años hacer algo para mejorar su pequeño río”, de apenas 25 kilómetros desde su nacimiento hasta que llega al Tajo; “acercar a las personas al río es involucrarlas en su conservación”.
El Proyecto Ríos prevé que cada grupo humano -familia, empresa, escuela- adopte un trozo de 500 metros de río y, con la ayuda de un monitor, realice dos acciones al año para el cuidado de su fauna, el control químico de las aguas o el control del caudal y una acción al año de limpieza.
Alumnos participando en una actividad de educación ambiental en el río Almonda, en Torres Novas (Portugal). EFE/J.J. Guillén
Compromiso
Pedro Neves es monitor del grupo Vivero Almonda y hace un año se adhirió al proyecto; “a tres kilómetros el río está limpio, pero aquí hay al menos siete u ocho especies piscícolas invasoras”, como el alburno, el siluro, el pez gato o el pimpao.
En su opinión, la educación ambiental es muy importante, porque “los jóvenes son el mañana” y deben saber que “hay que controlar y aminorar la presencia de especies invasoras para que no compitan con las autóctonas, crear la cultura de cuidar hoy para lo que vendrá después”.
Es técnico de arqueología, pero “siempre me han apasionado los ríos y he trabajado para ellos”, ha señalado; “mi padre estaba ligado a la pesca, pero la fábrica de papel era responsable de la muerte de los peces; hoy felizmente esa fábrica tiene una política diferente en términos de medio ambiente y trata de aminorar su efecto sobre el río”.
“El río está mejorando y de aquí a dos años espero que esté potencialmente mejor y hablaremos de un río mucho más limpio y con vida”, ha subrayado.
Madalena Santos, maestra en Torres Novas (Portugal). EFE/J.J. Guillén
En la escuela
Madalena Santos es profesora de un colegio de la localidad que incluye en su programa educativo acciones en el río Almonda; “la escuela adoptó este trozo de río, donde recogemos datos sobre su densidad, profundidad o caudal para diferentes áreas, como matemáticas, química o tecnología”.
“Nos sumamos al proyecto este año y hoy hemos repetido una actividad que ya habíamos hecho, con recogida de datos fiables sobre estructuras y organismos que viven en este lado del río” y muchas de esas actividades “fueron propuestas por los propios alumnos”.
Para esta maestra, “estar fuera de clase es mejor que estar dentro y esto motiva a los alumnos” y les ayuda a sentirse orgullosos de su río.
Las especies exóticas invasoras
Las especies exóticas invasoras constituyen, según Naciones Unidas, la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo, por detrás del cambio climático, y en Europa, una de cada tres especies está en peligro crítico de extinción por esta amenaza.
La Unión Europa tiene reconocidas unas 12.000 especies exóticas, de las que el 15 por ciento son invasoras, y el presupuesto para su gestión roza los 12.500 millones de euros al año.
Una especie es exótica cuando se instala fuera de su rango de distribución nativo o autóctono, fruto casi siempre de la acción humana, y cuando esa especie causa algún efecto negativo en la zona colonizada, ya sea sobre la biodiversidad, las actividades económicas o la sociedad, se le asigna el término invasora.
Estas especies desplazan a las nativas, predan sobre ellas, compiten por su territorio y alimento, modifican ecosistemas, alteran la calidad de las aguas, dañan infraestructuras, comprometen el desarrollo de los cultivos, causan enormes pérdidas económicas a instalaciones productivas y son vector de nuevas enfermedades.
En el caso de la Península Ibérica, considerada como uno de los hotspots de bioinvasión a escala global, los ecosistemas acuáticos están especialmente en riesgo.
Por eso, Aspea también fomenta la investigación y el intercambio de ideas, experiencias y proyectos en estos espacios y promueve y apoya actividades que contribuyan a su salvaguarda.