Ayer, cuando no tenía piernas para ir en los abanicos y disputar el top10, decidimos guardar energías para hoy e ir lo más tranquilo posible, como si fuera un día de recuperación. Me vino bien porque antes de la etapa de ayer estaba muy cansado, incluso me quedé dormido en el bus. Eso me sirvió para quitarme presión y salir con energías renovadas hoy. Éste era un día perfecto para mí: me valía ganar desde la fuga o ganando al sprint. Subiendo Cotos tenía muy buenas piernas y logré mantener a raya a los perseguidores. Fui a tope a meta con una motivación muy grande ya que el equipo tuvo una Vuelta muy difícil. Quería ganar para ellos. No tenía energías, pero sí el corazón puesto en mis sueños por los que tanto tiempo he luchado. No me creí la victoria hasta que faltaban cinco kilómetros para meta, porque desde atrás venían muy fuerte y temía que me cazaron. El director me mantuvo combativo y me insistió en que sí podía mantener mi ventaja hasta el momento final. Sentí mucha emoción en meta, donde había bastantes aficionados colombianos. En La Vuelta 19 he aprendido a no darme por vencido, ni siquiera en los peores momentos. Aquí cada día es una nueva historia en la que uno puede salir victorioso.
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