Un baño no es solo un baño. Es un salvavidas, protege la dignidad y crea oportunidades. El saneamiento es su derecho humano. Y, sin embargo, hoy en día, 4200 millones de personas viven sin servicios sanitarios gestionados de forma segura. En América Latina y el Caribe, casi 16 millones de personas todavía practican la defecación al aire libre con los riesgos para la salud que ello implica.
Aunque en los países desarrollados no se le presta mucha atención, un simple retrete no solo salva vidas, también puede ahorrar importantes cantidades de dinero a la economía de una nación. De hecho, alrededor de 432.000 muertes por diarrea se producen anualmente debido a enfermedades producidas por un saneamiento deficiente, mientras que la pérdida de productividad por las dolencias aparejadas puede alcanzar hasta el 5% del PIB.
Acabar con la defecación al aire libre tendrá «beneficios transformadores» para las personas más vulnerables del mundo, según señala el organismo de saneamiento de la ONU.
Con motivo del Día Mundial del Retrete, que se celebra el 19 de noviembre, Noticias ONU ha hablado con Sue Coates, la directora ejecutiva del Consejo de Colaboración para el Abastecimiento de Agua y Saneamiento.
¿Dónde se practica la defecación al aire libre?
Miles de personas no tienen acceso a un baño y defecan en campos, bosques, arbustos, lagos y ríos. Esta práctica está disminuyendo, pero terminar completamente con ella en 2030, como marca uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, requiere avances sustanciales en el uso del inodoro, sobre todo en Asia Central y Meridional, Asia Oriental y Sudeste y África Subsahariana.
De los 673 millones de personas que practican la defecación al aire libre, el 91% vive en zonas rurales. El aumento de población en países como Nigeria, Tanzania, Madagascar y Níger, y algunos estados de Oceanía, está llevando a un crecimiento localizado en la defecación al aire libre.
¿Por qué la defecación al aire libre es un problema tan grave?
La defecación al aire libre es una afrenta a la dignidad, la salud y el bienestar, sobre todo de las niñas y mujeres, que carecen de privacidad cuando están menstruando.
Además, es un peligro para la salud pública. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), un gramo de heces puede contener 10 millones de virus, un millón de bacterias y mil parásitos. Las malas prácticas de saneamiento e higiene, como no lavarse las manos con jabón después de defecar y antes de comer, contribuyen a más de 800.000 muertes anuales por diarrea, según la Organización Mundial de la Salud. Son más personas de las que mueren por malaria.
¿Por qué es tan difícil detener esta práctica?
La defecación al aire libre se ha practicado durante siglos. Es una norma cultural arraigada en algunas sociedades. Eliminarla supone un cambio en el comportamiento de comunidades enteras. Poner fin a la defecación al aire libre requiere una inversión continua en la construcción, mantenimiento y uso de letrinas y otros servicios básicos.
¿Cómo contribuye el saneamiento al desarrollo?
ARCHIVO: UNICEFPhoto: UNICEF
Según la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, en 2016, el 21% de las instalaciones médicas en todo el mundo no tenían servicio de saneamiento, lo que afecta a más de 1500 millones de personas. Más de 620 millones de niños en todo el mundo carecían de servicios básicos de saneamiento en sus escuelas.
La OMS estima que por cada dólar invertido en agua e inodoros se ahorra un promedio de cuatro dólares gracias a la disminución de los costos médicos, las muertes y la mayor productividad. La promoción de la higiene es una de las intervenciones de salud pública más rentables. Por el contrario, la falta de saneamiento frena el crecimiento económico.
¿Qué hace la ONU para terminar con la defecación al aire libre?
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 promueve que en 2030 todo el mundo tenga acceso a instalaciones de saneamiento y el fin de la defecación al aire libre y presta especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas, y las personas en situaciones vulnerables.
Cada vez más, los Gobiernos y las agencias de la ONU están creando guías para abordar el problema, y el Consejo de Colaboración para el Abastecimiento de Agua y Saneamiento lleva más de una década otorgando subvenciones a las comunidades. Sin embargo, estamos lejos de lograr el objetivo.
Se estima que el costo anual global para proporcionar servicios básicos de saneamiento es de 19.500 millones de dólares, pero en este momento no se reciben fondos suficientes. El informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU de 2019 advierte que, si bien se están haciendo progresos en muchas áreas, la respuesta colectiva no es suficiente.
La situación en América Latina
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, en 2017, el 74,3% y el 31,3% de la población respectivamente tenían acceso a servicios de agua y saneamiento gestionados de forma segura, es decir, que aún 82,7 millones de personas carecían de saneamiento básico en la región, y, de estos, el 18,8%, o 15,5 millones, continuaban practicando la defecación al aire libre.
“Mejorar el acceso al agua y al saneamiento con políticas y acciones multisectoriales sigue siendo crítico para prevenir enfermedades y salvar vidas”, asegura Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Salud de esta Organización.
Inequidades de acceso al saneamiento
“La defecación al aire libre en América Latina ha disminuido desde el 2000, pero existen inequidades en el acceso al saneamiento”, señala por su parte Marcelo Korc, jefe de la unidad de Cambio Climático y Determinantes Ambientales de la Salud.
Entre 2000 y 2017, se logró reducir 75% la defecación al aire libre en las ciudades de la región, al pasar del 3,2% al 0,8% de la población, y disminuir 70% esta práctica -de 29,9% a 8,9% de la población que la ejerce-, en las áreas rurales. Las personas con menores ingresos, los grupos en situación de vulnerabilidad social, las poblaciones rurales y los pueblos indígenas son los más afectados por el saneamiento deficiente y quienes más ejercen esta práctica.
Bolivia, Brasil, Colombia, Haití, México, Perú y Venezuela son los países donde esta práctica está más extendida. Haití es el país con el mayor porcentaje de población, el 20%, que defeca al aire libre y con las tasas más bajas de acceso a servicios básicos en agua y saneamiento de la región, un 65,5% y un 34,7%, respectivamente, lo que trae aparejado que una proporción de los habitantes se enferme por causas relacionadas, como la diarrea.
Recomendaciones hacia la eliminación
Para poner fin a la defecación al aire libre en la región, la OPS insta a colocar el saneamiento como una prioridad de la agenda de desarrollo de los países, y a articular los esfuerzos entre los diversos sectores y programas, como agua, salud, educación y reducción de la pobreza.
También considera clave que se involucre a las comunidades, se tenga en cuenta su cultura, se proporcionen incentivos financieros, y se promuevan las alianzas público-privadas para ampliar y mejorar el saneamiento. “Todos los sectores de la sociedad debemos hacer más para que los derechos a la salud y al saneamiento sean una realidad para todos, en todas partes”, aseveró Korc.