Reconvertir centrales de carbón en plantas de biomasa supondría duplicar la demanda mundial de pellets de madera, lo que equivaldría a quemar todos los bosques de los Países Bajos o los de Gales cada año o aproximadamente la mitad de la Selva Negra (2.700 kilómetros cuadrados de tala total), para generar, al menos el 2 por ciento de la producción según el informe ‘Playing with Fire’, publicado este lunes por el grupo Sandbag.
En la actualidad, cinco países europeos -Finlandia, Alemania, Irlanda, España y Países Bajos- tienen diez megaproyectos de biomasa.
El informe asegura que convertir antiguas centrales eléctricas de carbón en plantas de biomasa es más caro que invertir en capacidad eólica y solar.
Los Países Bajos representan por sí solos la cuarta parte del crecimiento potencial de combustión de biomasa. Los planes de expansión están impulsados por empresas de servicios europeas como RWE y Vattenfall, que están apoyadas por la legislación de la UE sobre energías renovables.
La quema de biomasa de estos proyectos emitiría 67 toneladas de CO2 al año, lo mismo que la mitad de las emisiones de las centrales eléctricas de carbón de Polonia y se necesitarían 36 millones de toneladas de madera, lo mismo que la actual producción de pellets de madera en todo el mundo.
Reino Unido fue pionero en convertir centrales de carbón en biomasa, pero ahora el Gobierno de ese país afirma que el ahorro de carbono de estos proyectos es bajo o inexistente y que el coste de ese ahorro es alto si se compara con los ahorros que generan la energía solar y la eólica.
El informe ‘Playing with Fire’ de Sandbag aconseja a los estados miembro de la UE que pongan fin a las nuevas subvenciones a la biomasa, que introduzcan controles de sostenibilidad «mucho más estrictos» y que centren su apoyo político en las fuentes de energías renovables que producen ahorros de costes y de carbono casi inmediatos, como la energía eólica y la solar.
El trabajo calcula que los países europeos destinan 7.000 millones de dólares anuales en subsidios a la quema de madera para producir electricidad o calor, que según un reciente informe de Natural Resources Defense Council señala que se trata de una fuente de energía «notoriamente sucia que la UE ha permitido que se cuente como energía limpia».
La UE señaló el pasado mes de octubre que las extracciones de CO2 de la atmósfera han disminuido en los últimos cinco años. En las absorciones netas de CO2 contabilizadas, la disminución asciende al 40 por ciento. Esta disminución se debe principalmente a la disminución del área forestal, entre otras causas por el aumento del uso de biomasa y por los incendios forestales.
El principal quemador de biomasa del Reino Unido, Drax, importa en la actualidad el 79 por ciento de su producto de biomasa para quemar desde Norteamérica (62 % de EEUU y el 17% de Canadá), lo que significa que hay un enorme coste medioambiental añadido en el transporte de la madera desde el otro lado del Atlántico.
Además, de acuerdo con estas cifras, el informe concluye que el cambio de centrales de carbón a biomasa en la UE podría conducir a una mayor dependencia exterior para su producción energética.
Según un informe de la Comisión Europea, Alemania, Francia, Italia, Suecia y el Reino Unido son los mayores consumidores de bioenergía en términos absolutos, mientras que los países escandinavos y bálticos, así como Austria, son los que más bioenergía consumen per cápita.
El analista senior de energía y políticas de Sandbag, Charles Moore, ha alertado de que la escala de bosque cortado para hacer funcionar estas centrales es «asombrosa» y considera «imposible creer a las compañías de carbón cuando argumentan que el cambio que quema bosques podría ser bueno para el clima».
El director del Programa de Medio Ambiente del European Academies Science Advisory Council (EASAC), Michael Norton, califica el informe de «espantoso» desde una perspectiva climática incluso antes de considerar los aspectos de la biodiversidad de la tala de bosques a gran escala.
Así, señala que EASAC ha señalado repetidamente que los efectos climáticos de la actual sustitución a gran escala del carbón por biomasa forestal (especialmente cuando se importa) ya están incrementando el riesgo de sobrepasar los objetivos del Acuerdo de París y están produciendo resultados directamente en conflicto con lo que se pretendía en la Directiva de Energía Renovable.
«Básicamente, debido a las suposiciones erróneas de «neutralidad de carbono» y a la capacidad de ignorar las decenas de millones de toneladas de CO2 emitidas por las centrales eléctricas de biomasa, algunos Estados miembros están gastando enormes cantidades de dinero público para empeorar el cambio climático», denuncia.
En ese sentido, recuerda también que los científicos insisten en la urgente necesidad de detener la deforestación y de aumentar las reservas forestales de carbono.
Para el eurodiputado de los Verdes BAs Eickhout, el informe confirma que muchos países de la UE están tomando la salida «fácil y falsa» y considera que uno de los problemas es «que los criterios europeos de sostenibilidad son demasiado débiles».
El director de Políticas de WWF en la UE Alex Mason, asegura que quemar bosques en nombre de la lucha contra el cambio climático es «literalmente lo contrario» a lo que se debería estar haciendo.
Por último, Mason recuerda que hace un año un grupo de 800 científicos concluyó que convertir las plantas de carbón en biomasa aumentará las emisiones «durante décadas, si no siglos».
«Este nuevo informe es una prueba más de que la UE debe utilizar el nuevo Acuerdo Verde de la UE para fijar las normas de la UE en materia de bioenergía antes de que esta bomba de relojería de una política haga más daño», ha concluido.
Por último, para el asesor científico de Share Action, Jo Alexander, califica de «alarmante» saber que el crecimiento previsto en el sector energético europeo de la biomasa llevará a duplicar la biomasa quemada en todo el mundo, ya que esto es «incongruente» con el cumplimiento de los objetivos climáticos mundiales.
ecoticias.com