Desde 2015, la costa este de la península de Yucatán en México, el estado conocido como Quintana Roo, ha estado bajo asedio. Una invasión de macroalgas nocivas del género Sargassum, también conocidas como sargazo, está diezmando los ecosistemas costeros a lo largo de la Riviera Maya, un área conocida por sus playas inmaculadas y buscada por hasta 45 millones de visitantes al año.
Brigitta Van Tussenbroek Ribbink llegó a México hace casi dos décadas cuando se enamoró de las praderas marinas endémicas del mar Caribe. Para ella, la crisis climática tiene una resonancia personal: ha estado observando cómo, a medida que el océano se torna más caliente, las algas invasoras ahogan ecosistemas enteros.
Brigitta trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la Unidad de Sistemas de Arrecifes. Su investigación comenzó hace casi dos décadas estudiando la importancia de las praderas marinas para mantener saludables los ecosistemas costeros mediante la fotosíntesis y el suministro de oxígeno muy necesario al agua. Esto ayuda a todo tipo de fauna a prosperar y a crear un hogar en las aguas poco profundas.
Conoce su historia y la de Antonio De Rosenzweig, fundador de la Red Internacional de Sargassum, para hacer frente a este fenómeno en este reportaje que han preparado nuestros compañeros del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.