Con una cifra global de 3.000 muertos, COVID-19 parece mucho menos peligroso que los combustibles fósiles.

China, el país que genera más gases invernaderos del mundo, y no tiene planes de recortar las emisiones pronto. Según el Acuerdo de París, Beijing prometió alcanzar el máximo de emisiones para 2030. Por lo tanto, durante la próxima década las emisiones solo aumentarán.

Sin embargo, de repente, esta economía gigante impulsada por el carbón, ha reducido las emisiones en un 25%, según cifras de Lauri Myllyvirta del Centro de Investigación de Energía y Aire Limpio de la Universidad de Helsinki. La reducción no se debe a la lucha contra el cambio climático, sino a la emergencia de salud pública de COVID-19. “Que algo así suceda de noche a mañana, es realmente sin precedentes”, dijo Myllyvirta a DW.

Wuhan, la ciudad de 11 millones de habitantes en la provincia Hubei, epicentro del estallido de coronavirus, está en cuarentena desde finales de enero. Las imágenes satelitales de la NASA han mostrado que la atmósfera sobre China parece estar prácticamente limpia de emisiones. Esto se debe a que los negocios y las fábricas están cerradas en toda la provincia, y millones de personas no pueden viajar por las restricciones.

El virus está cambiando nuestros hábitos de una forma que puede contribuir a luchar contra el cambio climático a largo plazo: trabajar desde casa; reuniones por videoconferencia, trabajar menos días; o escalonar las horas de oficina para reducir el tráfico. 

Las empresas podrían concluir que lo que es bueno para el planeta – la producción local – es también una forma sensata para proteger sus cadenas de suministro ante todo tipo de riesgos, sean eventos relacionados al cambio climático, o epidemias globales.

Después del colapso financiero de 2008, que también causó una caída drástica en las emisiones de China, y mejoró la calidad de aire, el gobierno lanzó un programa económico masivo basado en construcción que hizo aumentar las emisiones. Expertos argumentan que impulsar el consumo siempre viene con un costo al planeta.

Las recesiones son buenos para el clima

Mientras las recesiones son buenas para el clima, son terribles para la gente, particularmente para los más vulnerables de nuestra economía basada en combustibles fósiles.

Con una cifra global de 3.000 muertos, COVID-19 parece mucho menos peligroso que los combustibles fósiles. Según un estudio reciente de Greenpeace, los combustibles fósiles son responsables de 4.5 millones de muertes relacionadas con la contaminación del aire cada año, aparte de los impactos climáticos.

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