El anisakis, un parásito que anida en el pescado y los cefalópodos y que causa alergias y alteraciones digestivas a los humanos, es 283 veces más abundante que en 1970, un aumento que no solo tiene importantes implicaciones para nuestra salud, sino también para los mamíferos marinos, advierte un estudio de la Universidad de Washington.
Presencia del anisakis
El trabajo, publicado este jueves en la revista Global Change Biology, alerta de que el anisakis, que se transmite a los humanos al comer pescado o cefalópodos crudos, poco o mal cocinados o que no hayan sido previamente congelados, ha aumentado su presencia en los mares de manera “dramática” en los últimos cuarenta años.
Numerosas investigaciones previas han revisado la abundancia del anisakis en lugares y momentos particulares, pero este es el primer estudio que combina los resultados de esos trabajos para analizar su evolución y sus consecuencias en las últimas décadas.
“Este texto aprovecha el poder de muchos estudios en conjunto para mostrar una imagen global del cambio en un período de casi cuatro décadas”, explica Chelsea Wood, profesora de la Facultad de Ciencias Marinas y Pesqueras de la Universidad de Washington.
“Es interesante porque muestra cómo los riesgos -tanto para los humanos como para los mamíferos marinos- están cambiando con el tiempo. Es importante saberlo desde el punto de vista de la salud pública, pero también para entender qué está pasando con las poblaciones de mamíferos marinos que no están prosperando”, avisa la investigadora.
Infección
El anisakis se puede encontrar en una gran variedad de especies marinas y cuando las personas lo consumen, el parásito puede invadir la pared intestinal y causar síntomas parecidos a los de una intoxicación alimentaria -náuseas, vómitos y diarrea-. En la mayoría de los casos, el gusano muere en pocos días y los síntomas desaparecen, pero en algunas personas puede provocar una intoxicación o alergia grave.
Para evitarlo, las autoridades sanitarias aconsejan congelar el pescado a más de 20 grados bajo cero durante al menos cinco días o cocinarlos a más de 60 grados centígrados para eliminar a estos gusanos que pueden alcanzar hasta dos centímetros de longitud.La presencia de estos parásitos afecta a toda la cadena trófica: los gusanos eclosionan en el océano e infectan a pequeños crustáceos como los camarones que viven en el fondo del mar, después los peces pequeños se comen los crustáceos infectados y los gusanos se transfieren a estos peces; la cadena continúa a medida que los peces más grandes se comen a los pequeños.
En el último eslabón de la cadena están los humanos y mamíferos marinos, y aunque en el intestino humano los gusanos no pueden reproducirse ni vivir más que unos pocos días, en los mamíferos sí pueden persistir y reproducirse, y liberarse después en las heces de los grandes animales marinos.
Para el estudio, los autores del estudio buscaron en la literatura científica todas las menciones a los gusanos anisakis y a otro parásito llamado Pseudoterranova o “gusano del bacalao” y constataron que mientras que los gusanos anisakis han aumentado 283 veces entre 1978 y 2015, los pseudoterranova no han variado su abundancia.Aunque los riesgos para la salud de estos gusanos marinos son bastante bajos para los humanos, los científicos piensan que pueden estar teniendo un gran impacto en los mamíferos marinos como los delfines, las ballenas y las focas.
“Una de las implicaciones importantes de este estudio es que ahora sabemos que existe este riesgo masivo y creciente para la salud de los mamíferos marinos”, muchos de ellos amenazados o en riesgo de extinción, advierte Wood.
Los autores aún no están seguros de qué causó el gran aumento de anisakis en las últimas décadas, pero consideran que el cambio climático, los fertilizantes y la escorrentía de los ríos, podrían ser “razones potenciales”. EFEverde