Cada vez se está más cerca de que, por desgracia, el titular que preside esta noticia, ‘Un año sin Giro’, se haga realidad. La primera gran carrera ciclista de la temporada, prevista del 9 al 31 de mayo, podría quedar esta temporada en blanco, una opción de la que ya se habla abiertamente y que hace pocos días no se ponía sobre la mesa, valorando todas las opciones para salvar un gran evento deportivo que sólo ha visto alterada su historia por culpa de las dos Guerras Mundiales, de 1915 a 1918, y de 1941 a 1945.
El enemigo en esta ocasión es mucho más silencioso que el de las tropas militares, pero su letalidad es alta, y prueba de ello es que el coronavirus ya ha matado a más de 100.000 personas en el mundo. Una pandemia que ha alterado la vida social, política, cultural y económica del mundo y, como no, la deportiva, siendo el Giro de Italia uno de los eventos afectados.
A expensas del coronavirus, como cualquier evento deportivo la evolución del COVID-19 dictará sentencia
Si hace unos días el presidente de la Federación Italiana de Ciclismo Renato Di Rocco hablaba de un aplazamiento hasta octubre, ahora admite que existen serias posibilidades de que la ‘Corsa Rosa’ no acabe disputándose este año. Ni en las fechas previstas ni en posteriores, unas palabras que pronunciaba tras la reunión que mantuvo con el ministro italiano de deportes Spadafora y que recogía ‘Il Messaggero’.
En este encuentro se habló de “los aspectos económicos que afectan a las federaciones deportivas, con los decretos que se están finalizando y el posible momento para reanudar los deportes”. A nadie se le escapa que el gran evento deportivo en Italia es una vez más el Giro, cuyo inicio Di Rocco sitúa en un contexto global. “La reanudación de la actividad no solo está vinculada a la situación italiana, sino también a la de otros países. Francia, Alemania, Bélgica y España tienen cifras muy altas de coronavirus. Es impensable comenzar carreras en breve”.
Un panorama que no invita al optimismo –este sábado tendría que haber finalizado la Vuelta al País Vasco– y ante el cual, siempre pendientes del COVID-19, las primeras disciplinas ciclistas en iniciarse “podrían ser las contrarreloj y la pista, pero con calendarios muy precisos y escalonados”, apuntaba el máximo dirigente ciclista italiano, que ya no se muestra tan convencido de la realización de la Corsa Rosa.
El Tour el siguiente, un plan B de la ronda gala pasaría por retrasar la carrera al mes de agosto
“Del Giro estamos estudiando diferentes escenarios, pero debemos estar listos para abandonar nuestras carreras por el bien de la comunidad”. Un tono pesimista que se agrava con la siguiente declaración final: “Por desgracia, cancelar el Giro es una de las hipótesis posibles. Esto no solo concierne al Giro, sino a todas las carreras en Europa”. No obstante, todo lo descrito hasta ahora son meras hipótesis, ya que todo está supeditado al azote del coronovarius.
De hecho, la única certeza es que la Unión Ciclista Internacional (UCI) detuvo todas las competiciones hasta el 1 de junio, que tras la suspensión de la Vuelta a Suiza el pelotón ciclista internacional volvería a la carretera en el Tour de Francia, al que se quiere salvar a toda costa, y que éste podría ver retrasado su inicio hasta agosto si persiste la pandemia.
De lo que no hay duda es que, de momento, el Tour sigue siendo el único gran evento deportivo que se mantiene en el calendario deportivo de este año, a expensas de lo que suceda el próximo 15 de mayo, el día fijado para tomar la gran decisión.
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