- POR TARAN VOLCKHAUSEN EN 10 ABRIL 2020 | TRANSLATED BY MARÍA ÁNGELES SALAZAR RUSTARAZO
- En la Sierra Nevada de Santa Marta, conocida como ‘el corazón del mundo’, viven pueblos indígenas que hace tres años presentaron una acción legal ante la Corte Constitucional por ver violados sus derechos con la minería legal e ilegal que sucede dentro de la Línea Negra, es decir, su territorio ancestral.
- Además de la minería, los consejos denunciaron los grandes proyectos de infraestructura como el desarrollo de un puerto carbonífero, una presa hidroeléctrica y un hotel que se ha llevado a cabo sin el consentimiento de los indígenas.
Jaime Luis Arias creció en las laderas del sur de la Sierra Nevada de Santa Marta. La Sierra Nevada es un macizo aislado en forma de pirámide en el norte de Colombia y es una de las cordilleras costeras más altas del planeta, con cimas cubiertas de nieve que se alzan desde el mar Caribe hasta los 5800 metros.
Los pronunciados cambios de elevación de la Sierra Nevada de Santa Marta han creado un reflejo vibrante de los muchos ecosistemas de Colombia —selvas, sabanas, bosques secos tropicales, tundra tropical andina, glaciares, desiertos y arrecifes de coral— con más especies endémicas amenazadas que ningún otro lugar en el mundo.
“Crecí en el pueblo kankuamo, en las tierras medias-altas de la Sierra Nevada de Santa Marta”, dijo Arias. “Para nosotros, crecer allí es un gran privilegio, por eso lo llamamos ‘el corazón del mundo’ ”.
Cuatro grupos indígenas viven en la región: los kogui, los arhuaco, los wiwa y los kankuamo. En sus creencias espirituales, la Sierra Nevada de Santa Marta se considera el corazón del mundo, donde cada elemento, objeto y organismo desde lo más alto en la cima hasta el arroyo tranquilo, forma parte indispensable de un cuerpo interconectado.
“Para nosotros, hay vida en todos los elementos. Las cumbres, los ríos, los animales, las plantas, las piedras y los planetas están en constante interacción para conseguir armonía y equilibrio en la naturaleza y con nosotros mismos”, dijo Arias. “Lo que afecta a uno, afecta a todo el ecosistema”.
La Sierra Nevada cubre unos 17 000 kilómetros cuadrados. Las remotas tierras altas y medias están protegidas por un parque nacional y tres reservas indígenas que se solapan y superan el área que cubre el parque. Las comunidades indígenas que viven en la remota región montañosa, sin embargo, se consideran defensoras de un territorio mucho más extenso que el que está protegido de forma oficial.
La Línea Negra
Desde 1973, el gobierno de Colombia ha reconocido un anillo de lugares sagrados que se extienden alrededor de la base de la cordillera. Las comunidades indígenas, conocidas de forma colectiva como la “Línea Negra”, sostienen que son sus territorios ancestrales.
El Consejo Territorial de Cabildos Indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta (CTC) describe la Línea Negra como “un sistema magnífico de territorios, mar y aire. En conjunto se considera sagrado y es un espacio del que surge la cultura de los cuatro grupos indígenas de la Sierra Nevada, y donde esta se recrea”.
La historia en 1 minuto: Colombia: así recuperan una zona de páramo degradada por ganadería en el Parque Los Nevados | FOTOS. Video: Mongabay Latam.
Sin embargo, los recursos valiosos que se encuentran bajo tierra, como el petróleo y el oro, hacen que haya visiones enfrentadas sobre el futuro de la Línea Negra. Arias precisó que la presión de los intereses mineros dentro de la Línea Negra se intensificó hace 15 años con el gobierno del ex presidente, Álvaro Uribe, cuyo gobierno llevó a cabo una serie de grandes proyectos de infraestructura en la región.
“Siempre ha habido presión en la Sierra Nevada, pero fue con Uribe cuando el número de solicitudes y concesiones a la minería explotó”, dijo Arias. “Ahora, la negligencia legislativa hace que nos encontremos con 132 títulos mineros y 260 solicitudes para explotar minerales y carbono”.
La constitución de Colombia de 1991 garantiza a las minorías étnicas el derecho a la consulta previa en proyectos que tengan un impacto ambiental o social en los territorios colectivos. En 2014, la Corte Constitucional ordenó la suspensión de un título minero dentro de la Línea Negra porque no se había realizado la consulta previa a las comunidades indígenas.
Tras la orden judicial, el gobierno del antiguo presidente Juan Manuel Santos, citó a las comunidades indígenas para participar en cerca de 400 procesos de consulta, principalmente para proyectos mineros pequeños. Las comunidades indígenas rechazaron participar y dijeron que la actividad era “agotadora y contraproducente” hasta que se establecieran normas claras para ordenar el proceso.
Lee más | Grupos armados aprovechan la cuarentena para asesinar a indígenas y defensores en Colombia
Hace tres años, los consejos indígenas emprendieron una acción judicial conocida como tutela en la Corte Constitucional en la que sostenían que la minería legal e ilegal que tenía lugar dentro de la Línea Negra violaba sus derechos constitucionales. Además de la minería, los consejos denunciaron los grandes proyectos de infraestructura como el puerto carbonífero Puerto Brisa, la represa hidroeléctrica Ranchería y el hotel Los Ciruelos que se habían instalado dentro de la Línea Negra sin el consentimiento de los indígenas. La corte aún no ha emitido su fallo.
Después de años esperando el fallo de los tribunales, las autoridades indígenas, conocidas como mamos, bajaron de la Sierra Nevada de Santa Marta, un viaje de más de 800 km, hasta la capital del país, Bogotá, para enviar un mensaje a la sociedad colombiana y presionar al gobierno, y pidieron que la Corte Constitucional protegiera la frontera de la Línea Negra.
La historia en 1 minuto: Colombia: campesinos del sur del Huila instalan cámaras trampa y registran osos, dantas y pumas. Video: Mongabay Latam.
“El corazón del mundo está en riesgo de exterminio físico y cultural”, declaró el CTC en un comunicado de prensa. “El modelo extractivista de desarrollo, en particular la minería y los megaproyectos, amenaza la supervivencia de los cuatro pueblos indígenas y el ecosistema único de la Sierra Nevada de Santa Marta”.
Los líderes indígenas pidieron al gobierno central que respetara y protegiera el territorio ancestral de la Sierra Nevada y suspendiera las concesiones de minería y megaproyectos otorgadas dentro de la Línea Negra.
Lee más | Abejas: así buscan salvar a los polinizadores de Colombia | VIDEO
Los propietarios privados y grupos comerciales se han pronunciado en contra de que el tribunal reconozca los reclamos ancestrales de los indígenas. En conversaciones con la prensa local, los grupos comerciales han dicho que temen que los grupos indígenas creen obstáculos legales a los propietarios privados y la expansión urbana, y que dejen el futuro de los proyectos de infraestructura y desarrollo en el limbo.
Arias rechazó el argumento de que las comunidades indígenas suponen “un obstáculo” para el desarrollo económico y afirmó que concibe formas para que el desarrollo regional suceda en armonía con la naturaleza. Dijo que los residentes indígenas del área “quieren coexistir con otros sectores sociales, pero sin perder lo fundamental, que es el territorio”.
Violencia pasada y presente
La Sierra Nevada de Santa Marta ha estado plagada de violencia política y colonización durante cientos de años, lo cual ha representado una amenaza para la supervivencia cultural de los habitantes indígenas y de los frágiles ecosistemas de la región. Se cree que los kogui, los arhauco, los wiwa y los kankuamo son descendientes del pueblo tairona que escapó de la colonización española al desplazar sus asentamientos a las altas montañas.
Cuando llegó el siglo XX, la empresa estadounidense United Fruit Company había convertido gran parte del lado oeste de la Sierra Nevada en plantaciones de banana. La empresa construyó vías férreas y aldeas residenciales, áreas administrativas, áreas de servicio y campamentos de trabajadores al igual que en los modelos estadounidenses. Los campesinos que llegaron de las regiones interiores de Colombia se establecieron en las tierras medias-altas para plantar cultivos comerciales, sobre todo de café y cacao, en los fértiles territorios agrícolas.
es.mongabay.com