- Moorea, en la Polinesia Francesa, posee una floreciente escena futbolística
- La isla es la cuna del famoso equipo de fútbol playa de Tahití
- Un club local jugó recientemente a nivel continental
Tahití es desde hace mucho tiempo un envidiado edén tropical. Ubicada en los confines de Oceanía, a medio camino entre Australia y Sudamérica, es un lugar remoto incluso para los estándares del Pacífico.
Si nos asomamos al extremo sur de Tahití, junto al emblemático paraíso surfero de Teahupo’o, elegido sede de este deporte para los Juegos Olímpicos Paris 2024, nos encontraremos ante miles de kilómetros de océano sin una sola masa de tierra hasta llegar a Sudamérica.
Sin embargo, la Polinesia Francesa, que incluye todas las islas del entorno, ofrece conexiones futbolísticas aún más remotas. A media hora en barco de Papeete, la capital de Tahití, está Moorea y su panorámica de postal, con altísimas montañas de un intenso color verde y azules arrecifes plagados de vida marina.
Bordear la isla en coche lleva una hora, y al hacerlo es fácil comprender por qué Fletcher Christian y el resto de amotinados del Bounty decidieron, allá por el siglo XVIII, dar la espalda al Viejo Continente y adoptar un nuevo estilo de vida en Polinesia.
Puede que en Moorea se respire un ambiente apacible, pero sigue desempeñando un importante papel en la configuración del fútbol nacional. La isla, que cuenta con poco más de 15.000 habitantes, posee un fuerte vínculo con el deporte rey y recientemente dejó una insólita huella a nivel continental.
Hace 14 años, Moorea fue elegida para albergar la primera edición del Campeonato de Fútbol Playa de la OFC. La estructura de aquellas instalaciones aún sigue en pie [ver foto arriba] y ofrece una imagen casi onírica del fútbol, con sus porterías prácticamente bañadas por las olas cuando sube la marea.
Tahití termino entonces tercera, por detrás de Islas Salomón y Vanuatu, pero en 2006, en aquella playa de Tamea, nació una leyenda. A pesar de su escasa población, los Tiki Toa [Dioses Guerreros] lograron un éxito extraordinario al plantarse en la final en dos ediciones consecutivas de la Copa Mundial de Beach Soccer de la FIFA.
Antes de eso, Tahití albergó el certamen en 2013, el primer torneo de la FIFA celebrado en las Islas del Pacífico. El lugar elegido, en el puerto de Papeete, ofrecía además una preciosa vista del atardecer con la silueta al fondo de las altas montañas de Moorea.
Ese mismo año Tahití se ganó el corazón de la afición con su insólita participación en la Copa FIFA Confederaciones, a expensas de la habitual reina de la OFC, Nueva Zelanda. Y hasta el gol de la victoria en la cita continental tuvo su pequeña intrahistoria, ya que su autor, Steevy Chong, nació en la remota isla de Raiatea, a 200 kilómetros de Tahití.
Moorea es pequeña en tamaño y población, pero al igual que sucede en el resto de la Polinesia Francesa, el fútbol es con diferencia el deporte no acuático más popular. De hecho, los clubes de la isla tienen equipos en todas las categorías, desde benjamines a veteranos.
En la cima de la pirámide está sin duda el AS Tiare Tahiti, de la comuna de Afareaitu. En 12 meses, la entidad pasó de competir en la liga local de Moorea, a la Liga de Campeones de la OFC tras quedar segundo en su primera temporada en la Ligue 1 de Tahití.
Fundado en 1968, el Tiare Tahiti a punto estuvo de alcanzar los cuartos de final y de medirse allí a uno de los habituales de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, el Auckland City.
El reto es volver a la Liga de Campeones y quizás disputar partidos en su feudo, el estadio Afareaitu, que está bordeado de palmeras.
La primera experiencia de Moorea en el ámbito continental no duró mucho, pero la afición local confía en que los logros del club se mantengan en el tiempo para así dar un impulso al fútbol en toda la isla.
Este es el primer capítulo de nuestra serie “El fútbol global”, que se centra en el fútbol más allá de los focos. La semana que viene echaremos un vistazo al fútbol en Bután.
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