Garrocha o pértiga; piscina o pileta; lanzamiento de peso o de bala. De estas parejas, probablemente solo una palabra les suene bien, y eso dependerá de si lee esto desde América Latina o desde España. Hay un océano entre medio, pero hoy estamos más cerca que de costumbre. ¡Feliz día de la lengua española!

Hay algo que no es equívoco: los Juegos Olímpicos. Los llamamos así aquí y en Pekín. Bueno, precisamente en Pekín no. Pero en todos los países hispanohablantes los Juegos son los Juegos. Y a veces no hace falta ni describirlos con palabras… Pero es verdad, que, cuando las utilizamos, podemos incluso no entendernos con amigos que hablan el mismo idioma.

El español es un lenguaje rico y cada región hispanohablante lo ha hecho suyo. Es por eso que, por mucha diferencia que haya entre países distanciados por un viaje de avión, las diferencias cuanto más nuestras y personales, más nos hacen unirnos.

De todos modos, para que no haya equívocos al hablar y ahora que tenemos un año extra para estudiar, aquí pueden encontrar algunos términos deportivos que difieren en español respecto a países.

¿A qué juega?

Los propios nombres de los deportes pueden cambiar de unas regiones a otras, especialmente los deportes de equipo.

Así, por ejemplo, el baloncesto puede verse también en sus versiones más anglosajonas, pero castellanizadas como básquetbol o basquetbol. Si en España el organismo que la rige es la Federación Española de Baloncesto, en Argentina lo hace la Confederación Argentina de Básquetbol.

Lo mismo ocurre con otros como el balonmano o hándbol; o con el béisbol (llana), beisbol (aguda) o directamente pelota base. Uno de los nombres más curiosos que ha tenido este deporte en América Latina ha sido el de gato viejo -que precisamente se utilizó por los independendistas de la corona española, que se reunían con la excusa de jugar a este deporte y, en cambio, poder hablar de política.

Kárate puede ser esdrújula o aguda, karate.

Esta problemática de utilizar la versión esdrújula, llana o aguda de la palabra también se puede encontrar en fútbol. En España y gran parte de América, esta palabra se pronuncia como llana, es decir, fútbol. Sin embargo, en México y Centroamérica la pronunciación es aguda [futból]. De ahí que la palabra fútbol pueda escribirse con o sin tilde (futbol), pues depende de cómo la pronunciemos.

Y por su parte, el voléibol de la mayoría de regiones pasa a ser volibol o vólibol en América Central.

Hay otros que cambian algo más. Se puede escribir jóquey, pimpón, polo acuático, taekuondo, y yudo para hacer referencia a los tradicionales hockey, tenis de mesa, waterpolo y judo.ATENAS, GRECIA - 28 DE AGOSTO: La selección argentina de baloncesto celebrando su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.ATENAS, GRECIA – 28 DE AGOSTO: La selección argentina de baloncesto celebrando su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.Bongarts

Nado de delfín, y otras tantas variantes

Pero aunque los nombres de los deportes solo presenten unos cambios mínimos de puntuación, si nos adentramos en el mundo de las disciplinas de cada uno, el abanico se abre y, con él, los términos.

En atletismo, la pértiga española es garrocha en Argentina, las carreras de metros lisos se vuelven de metros planos o llanos, la cuerda de la pista pasa a andarível en Ecuador y Perú y la marcha y el lanzamiento de peso son caminata en México y lanzamiento de bala en Cuba.

En natación o nado, la braza, espalda y mariposa dan paso al nado de pecho, de dorso y de delfín. Y curiosamente estilo libre es el menos libre de todos, porque se queda en ‘estilo libre’ en cualquier lado. A no ser que se utilice el término del inglés freestyle.

Sin salir del agua -o más bien para entrar en ella- encontramos la diferencia entre saltos y clavados. Así, el mexicano Rommel Pacheco, que ha participado en tres Juegos Olímpicos, es un reconocido clavadista, mientras que el español Javier Illana, que tomó parte en otros tres Juegos, fue un saltador.

Lanzarse a la piscina… o a la alberca, o a la pileta

Y ya, en un tercer grado de profundidad -o de amplitud- en los deportes Olímpicos, las palabras específicas de cada uno de ellos son un mundo.

Los campos —o canchas— de fútbol profesional son de césped. O de pasto, claro. En Argentina, Colombia, México y Uruguay se usa también esta forma para llamar a la superficie de la cancha.

En América, la portería puede recibir otro nombre: el arco. Y el portero, arquero o guardameta, recibe el nombre de pascón en Costa Rica y Honduras. En España es frecuente decir regatear por gambetear. Y los jugadores visten un pantalón corto, es decir, una pantaloneta o calzoneta, y una camiseta de manga corta, o sea, una polera en lugares como Chile.

Cambiando al deporte de Nadal o Del Potro, el léxico que se emplea para el tenis en buena parte de Suramérica difiere notablemente del más comúnmente aceptado y utilizado en España. En Argentina o Chile no se comprenderá la noticia si escribimos dejada en vez de drop, rotura/ruptura de servicio en lugar de quiebre de saque o pista de tierra batida y no cancha de polvo de ladrillo. Además, los tenistas ejecutan un cotín o revés alto para devolver un saque.

Al jugar a pelota, béisbol o beisbol encontramos jonrones o cuadrangulares para el español de Centroamérica y Caribe. Se abanica si no se da a la bola tras intentar su bateo, se blanquea si se gana un juego sin que el rival anote una carrera o se hace doblete si con un bateo se alcanzan dos bases.

La piscina se torna alberca en México y pileta en Argentina, el bañador es traje de natación o traje de nado, y la corchera recibe en algunos lugares el nombre de cuerda.

¡Oiga, réferi!

Aunque reine la fraternidad en el deporte, la competitividad a veces lleva a buscar al juez de un deporte para protestar por alguna acción del rival o decisiones tomadas. En España, a diferencia de Latinoamérica, esto se hace al árbitro en lugar de réferi o referí. Y es más común pedirle un penalti a favor que un penal, que por otro lado es más frecuente en los países latinos. Claro que hay deportes que ayudan a solventar la duda, como el balonmano, que se puede llamar directamente un 7 metros. Y ahí no hay duda sobre a qué nos referimos.

También puede haber quejas dentro de un mismo equipo. Por ejemplo, a un jugador individualista se le llama chupón en España, morfón en Argentina y traguilla en Chile. Y a uno que no está dando lo mejor de sí mismo, vago, flojo o haragán.

Por otro lado, nos podremos quejar del tiempo si las condiciones climatológicas enturbian un evento deportivo. Así, no tendremos consuelo si cae un chaparrón, una tormenta, un aguacero o un palo de agua que dé un giro al programa deportivo en deportes como, por ejemplo, el surf.

Siempre, claro está, es mejor no enfadarse… o enojarse, y evitar que se forme un quilombo, barullo o algarabía. ¡Buena onda ante todo!RIO DE JANEIRO, BRASIL - 15 DE AGOSTO: Un detalle de la mano de Celiangeli Morales de Puerto Rico mientras compite en la ronda uno de los 200 metros femeninos el día 10 de los Juegos Olímpicos de Río 2016 en el Estadio Olímpico el 15 de agosto de 2016, en Rio de Janeiro, Brasil. (Foto de Alexander Hassenstein/Getty Images)RIO DE JANEIRO, BRASIL – 15 DE AGOSTO: Un detalle de la mano de Celiangeli Morales de Puerto Rico mientras compite en la ronda uno de los 200 metros femeninos el día 10 de los Juegos Olímpicos de Río 2016 en el Estadio Olímpico el 15 de agosto de 2016, en Rio de Janeiro, Brasil. (Foto de Alexander Hassenstein/Getty Images)2016 Getty Images

Los nombres de guerra

La épica es nuestro fuerte, si no recuerden cualquier narración deportiva. Pocos motes o sobrenombres pueden infundir tanto respeto como los latinos o españoles. Así, a ver quién enfrenta a los Gladiadores, a los Pumas, o a las Leonas, que son las selecciones argentinas de balonmano y rugby masculino, y de hockey femenino, respectivamente. O a las españolas de balonmano, Los Hispanos (ellos) y las Guerreras (ellas).

Tampoco nos quedamos atrás en apodos individuales, que llegan a infundir miedo al rival.

Entre ellos está, por ejemplo, Marco Antonio ‘Fantasma’ Figueroa, el exfutbolista chileno que compitió en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Su apodo parece ser que llegó por su salto a la fama, cuando aún pocos le conocían o sabían de su existencia, pero seguía destacando.

‘El caballero del ring’, Teófilo Stevenson, se ganó el mote por su elegancia, pero ciertamente fue difícil quitarle su trono. Fue campeón Olímpico en tres ocasiones en boxeo.

Sin embargo, hay otros motes que meten menos miedo al ser pronunciados. Otras cosa es lo que suceda cuando uno se enfrenta a ellos deportivamente. Como La Pulga Messi, El Barrilete Cósmico Maradona o el clavadista mexicano Iván ‘Pollo’ García.

Con estas dos versiones, hay algunos deportistas que han visto cambiar su mote a medida que se hacían con un lugar destacado en el panorama atlético. El exbasquetbolista puertorriqueño José Rafael Ortiz tenía dos nombres dispares: uno infundía menos miedo (Piculín) y otro, algo más (El Concorde, en referencia al avión). Había que reformularlo de algún modo, después de su trayectoria, en la que participó en cuatro Juegos Olímpicos.SHANGHAI, CHINA - 16 DE AGOSTO: Lionel Messi de Argentina celebra el primer gol durante el partido de cuartos de final masculino entre Argentina y Holanda en el Estadio de Shanghai el día 8 de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 el 16 de agosto de 2008, en Shanghai, China.SHANGHAI, CHINA – 16 DE AGOSTO: Lionel Messi de Argentina celebra el primer gol durante el partido de cuartos de final masculino entre Argentina y Holanda en el Estadio de Shanghai el día 8 de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 el 16 de agosto de 2008, en Shanghai, China.2008 Getty Images

…también los hemos importado

Ha habido -y sigue habiendo- deportistas tan prominentes en América Latina y España que ponen su nombre a atletas de otros países. Por ejemplo, el exfutbolista rumano Gheorghe Hagi, que fue apodado «El Maradona de los Cárpatos»; o el ciclista belga Remco Evenepoel es considerado «El Messi del ciclismo».

La manera de festejar

Ahora muchos de los atletas se encuentran intentando lograr el boleto o billete que les lleve a los Juegos de Tokio 2020. Y los aficionados, su entrada, tícket o, de nuevo, boleto.

Y, una vez allá, cuando comiencen los Juegos Olímpicos en Japón en julio de 2021, solo quedará animar y, sobre todo, celebrar.

¿Qué diremos? Desde el «¡Vamos!» típico de Rafa Nadal, y de España en general, al «¡Dale!» argentino pasando por el «Viva México».

Cuando algo es divertido, bueno o fantástico -y esperamos que así sea en Tokio 2020- tenemos las siguientes opciones: “Qué chido” o “Qué padre”, en México; “Qué guay” o “Qué chulo”, en España; o “Qué chévere” en Colombia y Venezuela.

Pero lo importante es que todo acabe en una fiesta o festejo. Una jarana o farra. Un tono o una rumba. Que de eso se trata: de celebrar nuestra unión cuando podamos estar reunidos de nuevo en Tokio 2020 un jurgo o montón de personas disfrutando de los Juegos Olímpicos. Esa palabra que entendemos todos.

tokyo2020.org