Árbol: planta perenne, de tronco leñoso y elevado, que se ramifica a cierta altura del suelo. Lo que siempre se figuró como inmóvil, hoy demuestra la dinámica de su supervivencia. Los árboles y especies que habitan sectores montañosos, huyen del calentamiento global. Las especies migran a cotas más altas en busca de temperaturas menos hostiles. Este es el resultado de una nueva investigación llevada a cabo por científicos de WCS (Wildlife Conservation Society), la Universidad de California, Berkeley y el Servicio Forestal de los Estados Unidos.
El cambio climático está causando alteraciones generalizadas en los rangos de elevación de especies de montaña. Estos cambios a menudo se asocian a un mayor riesgo de extinción, ya que las restricciones topográficas imponen reducciones significativas en la cantidad de área disponible. Tales limitaciones ocurren a lo largo de los gradientes de elevación y según la forma de la montaña. Por ejemplo, las restricciones son más o menos uniformes a lo largo de las elevaciones en cadenas montañosas unimodales (“piramidales”), como los Alpes europeos; o son mayores en cotas altas de cadenas montañosas con picos de superficie media (“diamantes”), como las Montañas Rocosas de America del Norte. Pocos estudios tienen en cuenta dichos patrones topográficos, lo cual genera inexactitudes en la futura distribución de las especies tras el cambio climático.
Por otra parte, el 57% de las áreas montañosas se encuentran bajo una intensa presión humana, siendo la elevación promedio de afección máxima los 1210 m.s.n.m. El piedemonte es un sector completamente colonizado por el hombre. Empero esto no se limita a zonas bajas: alrededor del 30% de toda la tierra en cordilleras (por encima de los 4500 m.s.n.m.) están también influenciadas. Tierras antes intactas disponibles para la flora y la fauna, hace tiempo están a merced de un único depredador. Factorizar esta presión humana podría revelar la verdadera “forma” de una montaña para aquellas especies cuyos hábitats se restringen a paisajes intactos. La “forma verdadera” remite entonces a la cantidad de tierra potencialmente disponible a medida que aumenta la elevación. Los resultados pueden revelar dónde las especies perderán superficie habitable y dónde ganaran.
La procesión va para arriba
“Las especies se adaptan a ciertas condiciones de temperatura. A medida que las temperaturas ascienden, las especies también se retiran desplazándose a elevaciones más altas en busca de las condiciones preliminares”, explicó Paul Elsen de WCS y autor principal del estudio en un comunicado publicado por EurekAlert. “Esto siempre fue visto como un problema, ya que las especies tendrían menos superficie para ocupar en elevaciones superiores. Sin embargo, descubrimos que a medida que las especies se mueven cuesta arriba, tienden a alejarse de áreas sometidas a una presión humana intensa. Como resultado, buscan ocupar más área de tierra intacta”.
Mediante bases de datos globales y modelos de elevación digital de alta resolución, los autores calcularon cuánta área de superficie está disponible en diferentes altitudes. Por otro lado, el Índice de Huella Humana proporcionó información sobre la presión de las actividades antrópicas, y los modelos climáticos las protecciones futuras de los cambios de temperaturas para finales del siglo. Luego, utilizaron simulaciones para colocar cientos de miles de hipotéticas especies en todas las cadenas montañosas y a diferentes elevaciones para predecir cómo cambiarían sus rangos de hábitat después del cambio climático.
Los resultados sugieren que muchas especies tendrán más superficie de tierra intacta disponible en el futuro, aunque hubo excepciones. Desafortunadamente, aquellas elevaciones donde las especies perderán cobertura representan zonas esenciales para la conservación. “Nuestros resultados ofrecen un rayo de esperanza para algunas especies de montaña ante el calentamiento global”, dijo Elsen. “La flora aún enfrentan una tremenda presión humana, especialmente en cotas bajas, pero ahora tenemos la oportunidad de proteger hábitats intactos en elevaciones superiores para darles la mejor posibilidad de supervivencia en el futuro”.
Proteger y restaurar paisajes montañosos podría proporcionar beneficios importantes para la biodiversidad de las tierras bajas. Las tasas de riqueza de las plantas ya ha aumentado con los cambios en el rango ascendente en las montañas europeas. Si estos patrones son consistentes en otros sitios y las tendencias climáticas continúan, la riqueza de especies continuará aumentando en las montañas a nivel mundial. Finalmente, hay evidencias de que las especies de montaña pueden ser más tolerantes a los cambios en el uso de la tierra que otras de tierras bajas, ya que evolucionaron en condiciones más variables y, por lo tanto, pueden estar más adaptadas para hacer frente a los cambios de temperatura desencadenos por la la modificación de sus hábitats.
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