En cuanto la temporada de lluvias comienza, el paisaje de Santiago Papasquiaro en Durango (al norte de México) prepara todo para el inicio de la reforestación anual de los bosques. Año con año las lecciones de conservación de bosques sobreviven a los cambios externos, sin embargo, el 2020 parece atraer algunos obstáculos.
El vivero de Unecofaez es el alimento de estas actividades de reforestación anuales. Este produce cerca de un millón y medio de árboles, los cuales son destinados a las empresas comunitarias que realicen la labor de conservación de bosques.
Desafortunadamente, el 2020 pinta para ser un año complejo. Esta vez el vivero no recibió los fondos por parte de la Comisión Nacional Forestal para producir los árboles. Como resultado, las comunidades tienen que conseguir los recursos para la reforestación a través de viveros particulares.
Obstáculos en la gestión forestal
Aunque no es un escenario imposible, las 76 organizaciones que integran la Unión de Ejidos y Comunidades Forestales General Emiliano Zapata deberán gastar más de lo previsto para llevar a cabo la reforestación.
Como tal, la conservación de bosques no está en riesgo latente o al menos eso no es algo que le preocupe a Chea Soto, ingeniera forestal. La trabajadora comunitaria asegura que el tratamiento de los recursos forestales se ha llevado a cabo por tres generaciones consecutivas y mientras haya disposición a actuar las plantas saldrán de algún lado.
Sin embargo, para José Raquel Ramírez Nevárez, presidente de Unecofaez, el panorama es alarmante. Si los recortes de fondos federales se vuelven constantes, el manejo sostenible de las casi un millón de hectáreas de bosques (propiedad de los 76 ejidos) será complejo.
A pesar de este difícil horizonte la Unecofaez tiene mucho que celebrar, ya que celebrará cuatro décadas de su nacimiento y para las comunidades de Durango y sus bosques este es un logro fantástico.
Cuatro décadas de un legado de conservación de bosques
En sus casi 44 años de trabajo, la Unecofaez junto a las comunidades han creado un modelo de gestión forestal estable. Uno de los beneficios, aparte de la conservación, es que cerca de 10,500 familias dependen de los empleos creados en esta red.
Además, alrededor de 970,000 hectáreas de bosques de Durango están en constante tratamiento. Pero este proyecto no se dio de la noche a la mañana. Tras el largo camino de Don Andrés Carrera y su amigo Alejo Vizcarra por los bosques de Durango (en los cuales crecieron) fue hasta 1972 cuando este último se convertiría en presidente del comisariado ejidal que el gobierno habría puesto en veda unos años antes.
Atraídos por la conservación de los recursos de los bosques (o de lo contrario, trabajar en las minas) ambos amigos comenzaron una operación de la cual dependía la vida de la región, el aprovechamiento forestal, los caminos, la educación, servicios de salud e incluso el abasto cotidiano.
Logrando el trabajo autónomo y sustentable
La autonomía del terreno no se logró fácilmente. Hasta finales de 1972, cuando una laguna legal les permitió la instalación de un aserradero comunitario en Salto de Camellones. Los amigos lograron consolidar el primer trabajo libre y comunitario. Este proceso de organización con el aserradero culminó hasta 1976.
De aquí nació la Unecofaez, aesta organización que, en ese entonces, contaba con el apoyo de 20 ejidos. A partir de aquí todo fue impulso para las comunidades y la conservación de los bosques.
Ahora las zonas forestales de Durango son parte de una asociación libre junto a las comunidades. Asimismo, algunas empresas independientes colaboran con el aprovechamiento forestal. El ciclo es estable y se mantiene de esa forma con el único fin de garantizar el manejo sustentable del bosque.
El beneficios es por todos y para todos. Las comunidades están seguras de que esta herencia va a continuar y se hará todo porque sea así.
ecoosfera.com