Nerea González.- Una marea negra avanza sobre las cristalinas aguas de la isla de Mauricio, famosa por sus playas paradisiacas, después de que un barco cargado con petróleo encallase y desencadenase lo que los ecologistas consideran ya una de las peores crisis ambientales de la historia de este país africano.

“Es uno de los desastres ecológicos más graves en la isla y ha ocurrido en la mayor albufera y una de las más hermosas del país”, explicó hoy a Efe en conversación telefónica desde la costa Mokshanand Sunil Dowarkasing, asesor ambiental en Mauricio y exresponsable de estrategias de la organización de protección medioambiental Greenpeace África.

“El derrame de petróleo ya ha llegado a nuestra costa. Donde estoy de pie ya está contaminado con combustible (…) Puedo decir, por mi experiencia, que esta zona ya no va a ser lo que era. Ya la hemos matado, tardará alrededor de cien años en volver a ser lo que era”, lamentó Dowarkasing.

El desastre medioambiental se registra en el sureste de la isla, frente a la zona denominada Pointe d’Esny, donde el granelero MV Wakashio permanece varado expulsando combustible en dirección a las playas y albuferas cercanas.

Según Dowarkasing, el flujo de derrame del combustible ha decrecido ligeramente en las últimas horas gracias a los esfuerzos de las autoridades por vaciar los tanques del barco, pero el caudal no se ha detenido aún, empeorando la marea negra que se extiende sobre las aguas.

En total, hasta el momento, la zona de costa alcanzada por el vertido alcanza entre 15 y 20 kilómetros.

El barco varado a unos cientos de metros de la playa

El MV Wakashio -de propiedad japonesa, pero registrada en Panamá- encalló frente a las costas de Mauricio el pasado 25 de julio.

Navegaba desde China en dirección a Brasil con una tripulación de una veintena de personas que ya fueron evacuadas. En el momento del accidente no transportaba carga, pero iba con unas 200 toneladas de diésel y 3.800 de petróleo para consumo propio, de acuerdo a la información que manejan los activistas locales.

Tras varios días con el barco varado, el Gobierno mauriciano confirmó este jueves que el navío tenía una brecha y que estaba derramando su carga de combustible al mar, y ello ponía en grave riesgo los arrecifes, playas y albuferas cercanas.

Anoche, el avance del desastre ecológico obligaba al Ejecutivo a declarar “el estado de emergencia medioambiental”.

Unas horas antes, el Gobierno mauriciano había formulado una petición oficial de ayuda a Francia, uno de sus socios internacionales más importantes y un país que tiene un territorio muy cercano, la vecina isla de La Reunión.

Según compartió en la red social Twitter el primer ministro mauriciano, Pravind Jugnauth, en un mensaje dirigido al presidente francés Emmanuel Macron, este país africano “no tiene ni las competencias ni la experiencia (necesaria) para desencallar navíos varados”.

“Mientras que la biodiversidad esté en peligro, habrá urgencia en actuar. Francia está allí, al lado del pueblo mauriciano. Podéis contar con nuestro apoyo, querido Pravind Jugnauth. Desplegamos desde ya equipos y material desde La Reunión”, contestó Macron este sábado en la misma red social.

Los habitantes de Mauricio presentían la amenaza desde hacía unas dos semanas, los mismos días que llevaban compartiendo el horizonte con la silueta del MV Wakashio escorada sobre la línea del mar.

El barco, según testigos, se encuentra tan solo a aproximadamente medio kilómetro de la playa.

Un desastre ambiental y económico

Mientras llega la ayuda, en las playas de la zona voluntarios y vecinos se afanan en limpiar y en construir barreras para tratar de contener la expansión del crudo.

Es una región de arrecifes de coral que llevaban unos quince años rehabilitándose y también de gran diversidad marina y terrestre, con importantes reservas naturales a pocos kilómetros.

Justo al sur se encuentra el parque marino Blue-Bay, un espacio de gran valor ecológico y turístico que ya ha empezado a recibir trazas del vertido y que, de contaminarse, supondría un enorme desastre para Mauricio.

Lo mismo se teme para la isla de los Aigrettes, un espacio recientemente rehabilitado para la fauna que alberga especies endémicas de camaleón y otros reptiles mauricianos y que está situada a solo unos cientos de metros al norte de la zona del naufragio.

Pero el desastre no es solo natural, sino también económico, en una zona en la que cientos de familias viven del turismo y de la pesca.

“No estamos preparados para combatir una crisis ecológica como esta en una isla pequeña”, admitió Dowarkasing.

Según este experto, el Gobierno cometió una “grave negligencia” en su abordaje inicial del problema, ya que la prioridad no fue tanto evitar un posible derrame como tratar de reflotar la nave, si bien el Ejecutivo no ha dado apenas información de lo acaecido a lo largo de las pasadas jornadas.

“Es un ‘ecocidio’ y, en mi opinión personal, no se actuó correctamente. Pero el daño está hecho. Ahora, para nosotros, (la tarea) es tratar de recuperar la isla al máximo”, recalcó Dowarkasing. EFEVerde