La pandemia del coronavirus está causando un impacto devastador en la región amazónica tanto para sus habitantes y medios de subsistencia como, en especial, para las comunidades indígenas que sufren altísimas tasas de mortalidad, incluida la infantil y la materna, pobreza estructural, falta de atención sanitaria e infraestructuras.
Ante esta compleja situación, las Naciones Unidas presentaron recientemente un Plan de Acción para abordar el problema en la triple frontera amazónica que comprende a Brasil, Colombia y Perú.
Las tasas de mortalidad de la COVID-19 en esas zonas, que cuentan con las extensiones más amplias de territorio del Amazonas albergando a más de 400 comunidades indígenas y una población de unos seis millones de personas, superan con creces las cifras registradas en sus propios países.
A modo de ejemplo, en la capital del departamento colombiano del Amazonas, Leticia, se registran 234 muertes por cada 100.000 habitantes, una cifra extremadamente lejana de los 29 decesos por 100.000 habitantes que ostenta el país cafetero.
“En el resto del departamento, sobre todo en las partes alejadas de los contextos urbanos, la ausencia de instalaciones médicas indicaría proporciones aún más altas; sin embargo, las pruebas son limitadas o inexistentes”, específica el Plan.
Un caso similar se produce en el estado peruano de Loreto, donde se registran más de 143 muertes por 100.000 habitantes, número superior a los 77 fallecimientos por 100.000 habitantes del país andino.
“Se estima que los indígenas de la parte brasileña de la Triple Frontera tienen un 47% más de probabilidades de morir como consecuencia de la enfermedad que el promedio de la población indígena de Brasil”, destaca el informe.
Temor ante la pérdida de sabiduría tradicional
En este contexto de alta mortandad, las comunidades indígenas expresaron su preocupación por la amenaza que supone la enfermedad, ya que gran parte de ellas se encuentran en lugares remotos; por su carencia de instalaciones médicas; y porque sus habitantes son extremadamente vulnerables a la COVID-19 debido a su menor capacidad de inmunidad y su falta de condiciones para hacer frente a la misma
Especialmente grave es la situación de los ancianos, que debido a sus conocimientos ancestrales son las personas encargadas de mantener la cultura tradicional y costumbres de sus pueblos. El principal temor es que la pandemia afecte y borre de algún modo su forma de vida y sus tradiciones.
Además, estas zonas, muchas de difícil acceso, reciben escasa atención y provisión de servicios básicos por parte de los Estados e incluso algunas no están municipalizadas por lo que no reciben recursos estatales para gestionar estos servicios.
“En consecuencia, la pobreza estructural puede alcanzar a más del 80% de la población en la región y los niveles de informalidad son extremadamente altos, llegando casi al 100% en algunas zonas rurales. Por ello, los indicadores de esas áreas -antes de la pandemia- eran de los peores de todos los países”, aclara el informe.
Altas tasas de mortalidad infantil y materna
Las principales causas de mortalidad infantil en la región, con indicadores significativamente superiores a las medias nacionales, son las infecciones respiratorias y las diarreas agudas.
“La incidencia de la diarrea acuosa es de 19,1 por 100.000 personas en el Amazonas colombiano, en comparación con 3,0 de la escala nacional. La tasa de mortalidad infantil es de 46,9 por cada mil nacimientos en la región”, especifica el estudio.
Del mismo modo destaca que “igualmente tiene las tasas de mortalidad materna más altas del país, hasta seis veces por encima del promedio nacional, lo que ilustra la deficiente infraestructura sanitaria general y los grandes desafíos logísticos de la región”.
El Plan indica que esta situación es similar en la zona fronteriza de los tres países.
También son comunes los brotes de enfermedades como el paludismo, el dengue y la chicunguña, y se explica que la falta de acceso a agua potable puede alcanzar entre el 70 y 80%.
Sin salud…y sin comida
En el apartado de seguridad alimentaria, “el departamento de Amazonas en Colombia, estima que el 59% de la población padece inseguridad alimentaria moderada o severa; en las zonas fronterizas de Brasil esta cifra es del 42%, mientras que en las zonas fronterizas de Perú se estima que es del 49%”.
En estas regiones más del 70% de las mercancías provienen de otras partes de los países, aumentando posteriormente los precios, y las limitaciones sanitarias provocan que las personas deban permanecer obligatoriamente en sus casas para no contagiarse, lo que deteriora aún más su capacidad de garantizar su seguridad alimentaria y sus medios de vida.
“La proximidad de las comunidades entre los tres países – a veces sólo separadas por una carretera y siempre conectadas a través del río Amazonas – requiere intervenciones coordinadas para mitigar el impacto de la pandemia con un enfoque de acción sin perjuicio. Todas las comunidades de la zona dependen del río para el comercio y para obtener hasta el 70% de sus suministros”, destaca el estudio.
Las actividades del Plan de Acción de las Naciones Unidas constan de 25 puntos divididos en siete apartados: salud; seguridad alimentaria y nutrición; agua, saneamiento e higiene; alojamientos temporales; protección; educación para emergencias y recuperación temprana.
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