Incendios forestales, deshielo de glaciares y tormentas sin precedentes son los indicios más sólidos hasta ahora de cómo el cambio climático amenaza la vida en la Tierra. Además de estos fenómenos, el mundo ha experimentado disminuciones significativas en el hielo marino en la época de verano en las últimas dos décadas. El récord de la menor extensión se alcanzó en 2012.
El 13 de septiembre de 2020 se marcó un nuevo e inquietante hito: el hielo marino del Ártico se contrajo en su segunda extensión más baja jamás registrada. El experto en cambio climático del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) Pascal Peduzzi explica la importancia de este récord.
PNUMA: Lo que sucede con el hielo marino en el Ártico puede parecer remoto e irrelevante para nuestra vida diaria. ¿Por qué es importante la pérdida de hielo marino?
Pascal Peduzzi: Es importante porque la extensión del hielo marino afecta los ecosistemas locales, los patrones climáticos regionales y globales, y la temperatura y la circulación de los océanos. Si el hielo marino del Ártico continúa reduciéndose, es posible que veamos al océano Ártico sin hielo en verano a mediados de la década de 2040 y con ello la desaparición de los osos polares y otros animales.
Sin embargo, también hay consecuencias globales. La nieve y el hielo ayudan a mantener fresco el planeta porque reflejan los rayos del sol de vuelta al espacio. El incremento en las temperaturas significa que el hielo marino se reduce, las temperaturas del océano suben y el agua más cálida (y con un mayor volumen) contribuye al aumento del nivel del mar.
La extensión más baja de hielo marino se registró en 2012. En 2019 se contrajo a casi el mismo tamaño y, este año, el 13 de septiembre, vimos la segunda menor extensión que se haya registrado (3.709 millones de kilómetros cuadrados). Además, en 2020, el área de hielo marino ártico fue la más baja para un mes de julio.
PNUMA: ¿Por qué sucede esto? ¿Qué está causando la pérdida de hielo marino?
Pascal Peduzzi: La culpa es de las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente de dióxido de carbono (CO2). La tendencia mundial al aumento de la concentración de CO2 no sólo sigue al alza, sino que se acelera. En 1960 era de +0,9 partes por millón (ppm) por año, en 1980 de +1,21 ppm, en 2000 de +1,83 ppm y en 2020 es de +2,51 ppm por año.
El calentamiento global es real. Existe una fuerte correlación entre las tendencias a largo plazo de las emisiones de CO2 y los niveles de CO2 atmosférico. Corremos el riesgo de perder la oportunidad de lograr los objetivos clave del Acuerdo Climático de París a medida que se amplía la brecha entre los compromisos y las emisiones proyectadas.
PNUMA: ¿Qué está haciendo el PNUMA para resaltar los peligros?
Pascal Peduzzi: El Informe sobre la Brecha de Emisiones del PNUMA, publicado de forma anual, junto con la Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial están mostrando un panorama preocupante. Las temperaturas globales mensuales para enero, febrero, marzo y julio de 2020 fueron las segundas más cálidas desde que comenzaron los registros en 1880, y las de abril, mayo y junio de 2020 fueron las más cálidas jamás registradas desde 1880.
PNUMA: ¿Cuáles son las implicaciones?
Pascal Peduzzi: La reducción del hielo marino del Ártico significa un aumento de la temperatura del océano. Junto con el derretimiento de los glaciares en tierra, esto contribuye al aumento del nivel del mar, que se está acelerando. Entre 1994 y 2010 el aumento del nivel del mar fue en promedio de 3,3 mm por año, pero desde 2010 ha aumentado a un promedio de 5,7 mm por año.
El calentamiento global amenaza la diversidad de vida del planeta, incluida nuestra propia existencia. Necesitamos cambiar nuestras industrias, la forma en que cultivamos nuestros alimentos, la forma en que viajamos y la forma en que calentamos y enfriamos nuestros hogares. Necesitamos expandir las energías renovables y eliminar rápidamente los combustibles fósiles. Necesitamos implementar soluciones basadas en la naturaleza e introducir una economía circular. Existen soluciones, pero su implementación ha sido demasiado lenta. También necesitamos más datos y ciencia. Los gobiernos deben tomarse en serio la acción climática.
El Decenio Internacional de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021 – 2030), proclamado por las Naciones Unidas en diciembre de 2017, proporcionará un marco común con el fin de garantizar que las ciencias oceánicas puedan respaldar plenamente las acciones de los países para gestionar de manera sostenible los océanos y, más particularmente, lograr la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
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