El trabajo del Programa Mundial de Alimentos depende de muchos “héroes sin capa” que trabajan en el terreno llevándole ayuda a las personas más vulnerables a pesar de los peligros de seguridad, los desafíos después de una catástrofe natural, los brotes de enfermedades, los caminos difíciles, y hasta la misma pandemia de COVID-19. En Noticias ONU hemos recopilado varias historias de las personas que se dedican a este difícil trabajo humanitario en América Latina, que fue reconocido con el premio Nobel de la paz.
- Republica Dominicana: la lucha sin descanso contra el hambre
PMA/Karolyn UreñaUna mujer en la Republica Dominicana recibe ayuda alimentaria en medio de la pandemia del COVID-19.
En sus 15 años con el PMA en República Dominicana, Elisabet Fadul ha cambiado los trámites administrativos por la acción, manteniendo la misma pasión. Debido a la pandemia por la COVID-19, la intensidad del trabajo ha aumentado.
«El trabajo del PMA es llegar a la gente, a los más necesitados. No nos podemos detener. Trabajar con el propósito de alcanzar el hambre cero me hace sonreír y me llena de esperanza», asegura Fadul.
Lee su historia aquí
- Colombia: el trabajo en zonas difíciles y aisladas
PMA / Miller CholesEn Colombia se entregan raciones para llevar para los niños que se han quedado sin comedor escolar por el coronavirus
Desde La Guajira hasta el Amazonas y del Chocó hasta el Vichada, más de 300 trabajadores humanitarios del Programa Mundial de Alimentosde las Naciones Unidas laboran incansablemente en estas zonas de difícil acceso para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades más vulnerables de Colombia.
Yenny Palacios y Sara Silva son dos colegas de WFP que dan asistencia humanitaria a las personas más vulnerables en sus zonas.
Lee su historia aquí
- El Salvador: enfrentando catástrofes naturales de todo tipo
WFP/Mauricio MartinezUna mujer camina en El Salvador en medio de los daños causados por la tormenta tropical Amanda en mayo.
Carlos Soriano ha tenido la oportunidad de apoyar emergencias nacionales e internacionales como huracanes, terremotos, sequías, inundaciones y erupciones volcánicas en El Salvador.
«Había pensado haber visto todo tipo de emergencias hasta que llegó la pandemia COVID-19. Pero el trabajo humanitario es bonito y gratificante, requiere de mucha pasión, responsabilidad, esfuerzo y de muchos sacrificios. Deja grandes satisfacciones, entre ellas servir a los que más lo necesitan y dejar un legado de servicio a las presentes y futuras generaciones.», cuenta.
Lee su historia aquí
- Guatemala: luchando contra la malnutrición
PMA/Carlos AlonzoEl Programa Mundial de Alimentos asiste a las comunidades indígenas de Guatemala afectadas por la inseguridad alimentaria como consecuencia de la crisis del COVID-19.
Casi la mitad de la población de Guatemala no puede pagar el costo de la canasta básica de alimentos. Como resultado, la prevalencia del retraso del crecimiento en niños menores de 5 años es una de las más altas del mundo y la más alta de América Latina y el Caribe.
Con un 46,5 por ciento a nivel nacional, la tasa de retraso del crecimiento aumenta hasta el 70 por ciento en algunos departamentos, con picos de hasta el 90 por ciento en los municipios más afectados.
Lena Schubmann, Julio López, y Federico Carrera trabajan con el programa mundial de alimentos para mejorar la situación.
Lee su historia aquí
- Bolivia: Ayuda alimentaria con perspectiva de género
PMA/Morelia ErósteguiUn representante del Programa Mundial de Alimentos en Bolivia habla con una mujer indígena Uru-Murato sobre el COVID-19 y la buena nutrición.
Daniela Navia, especialista de género del PMA en Bolivia, ahora tiene que vestirse con capas y capas de protección, gafas, mascarilla Todas las mañanas, y los desafíos propios de su trabajao se han vuelto más complejos desde el comienzo de la pandemia de COVID-19.
Navia explica que el trabajo humanitario no es tan común, no se realiza desde la comodidad de tu computadora o en una oficina. «A menudo nos toca cambiar el escritorio por una canoa, la computadora por una libreta y salir e interactuar con las personas con las que trabajamos en el campo, a escucharlas y a conocer sus necesidades», cuenta.
Por cinco meses ha trabajado sin parar, distribuyendo tarjetas electrónicas a personas en situación de vulnerabilidad para que puedan comprar alimentos en supermercados. «Esto ha significado para mí conocer miles de historias de mujeres de la tercera edad en hogares para ancianos, de padres de niños con cáncer, de familias enteras con discapacidad, personas ciegas, personas que viven con el VIH».
Lee su historia aquí
- Ecuador: apoyo nutricional desde la frontera
PMA / Jonathan DumontLos venezolanos que salen del país cruzan a Colombia para quedarse o proseguir hacia Ecuador y Perú. Les llaman «caminantes» porque llegan a andar hasta 11 horas al día, cruzando puertos de montaña a 3400 metros y soportando temperaturas gélidas.
La nutrición siempre está presente como tema transversal en todas las intervenciones del Programa Mundial de Alimentos, incluyendo con su trabajo con la población migrante. Actualmente dan asistencia alimentaria a migrantes que quieren quedarse en Ecuador, así como a las familias en tránsito. También coordinan albergues, comedores y casas de acogida en las que se entregan transferencias de dinero (equivalentes a la cantidad de personas que llegan) y se brinda consejería para el manejo de todos los servicios de alimentación, higiene, nutrición, manipulación de alimentos y conformación de menús.
Estefanía Castillo es nutricionista del PMA y su labor cambia la vida y la nutrición de los migrantes en Ecuador. Para Castillo, el momento más impactante de su carrera ha sido la emergencia migratoria de los venezolanos llegando al paìs.
«Fue muy extenuante, pero ahí entendí el impacto de mi trabajo en las personas y pude conocer a la gente para la cual trabajo. El contacto con ellos me ayudó a comprender su realidad, conocer sus historias y, a partir de ahí, pude ser más empática y entender mejor mi rol como trabajadora humanitaria»
Lee su historia aquí
news.un.org