Los desechos plásticos que contaminan el suelo y el agua de Vietnam se convierten en elegantes muebles de diseño o en viviendas para los más necesitados de la mano de PLASTICPeople, una empresa creada en el país asiático por un argentino y un español.
“PLASTICPeople es una solución a un problema de basura de plástico a la que nadie le da importancia. Partió de una idea hasta convertirse en una solución no solo medioambiental sino también social, en una forma de dar esperanza a la gente con la basura”, declara el argentino Nano Morante, cofundador de la empresa.
Morante y el español Néstor Catalán dieron los primeros pasos con este proyecto en 2019, cuando ambos se encontraban en un punto de sus vidas en el que los éxitos de sus carreras profesionales les importaban menos que crear algo que mejorara la sociedad.
“Me encanta la naturaleza y me mata ir por el monte y ver la suciedad. He aprendido a protestar menos y hacer más. (…) Es nuestra responsabilidad buscar soluciones a lo que nosotros mismos generamos”, afirma Catalán.
La solución que idearon y que ha ido tomando forma hasta constituirse como empresa es un sistema de procesado del plástico triturado con diferentes técnicas hasta convertirlo en tablones con los que han construido, con la ayuda de arquitectos y diseñadores, desde un cambiador de pañales hasta toboganes para niños o viviendas sociales.
“Estamos trabajando con empresas de muebles y de construcción. También podemos fabricar suelos, paredes, tejados en grandes volúmenes. Hemos hecho ya tres casas en un proyecto social piloto en la región del delta del Mekong.
Estamos transformando basura en algo útil”, dice Catalán en su centro de procesamiento a las afueras de Ho Chi Minh (antigua Saigón).
Independencia financiera
Una idea que tuvieron clara desde el principio es que el proyecto no podía perseguir solo un fin medioambiental o social, que para ser viable y poder expandirse tenía que ser un negocio rentable que no dependiera de donaciones o subvenciones.
“Para que esto funcione hay que dar a esta basura un valor que nos sustente a nosotros, pero también a la persona que recoge la basura. Queremos que todo el mundo sea parte del cambio”, dice Catalán.
Si algo no escasea es la materia prima: Vietnam ha multiplicado por diez su consumo de plástico en los últimos 20 años y es el cuarto país del mundo que más desechos de este tipo vierte a los océanos, más de 730.000 toneladas al año, debido en parte al deficiente sistema de reciclaje.
Según un informe gubernamental, solo el 27 por ciento de los 1.8 millones de toneladas de plástico consumidas cada año en Vietnam son recicladas, en su mayoría desechos considerados de alta calidad, como las botellas de plástico, revendidas a los centros de reciclaje por recolectores informales.
Catalán y Morante se centraron desde el principio en otro tipo de desechos, en aquellos que las fábricas de reciclaje descartan por la dificultad de darles una nueva vida y que terminan atestando los vertederos del país o contaminando los mares de todo el planeta.
“Los recolectores recogen aquello por lo que les pagan. No buscan bolsas de plástico o envases de comida para llevar porque nadie les paga por ello. Nosotros nos centramos en esa basura que nadie maneja y la convertimos en algo de alto valor”, explica Catalán.
Basura local
Otra diferencia de PLASTICPeople respecto a otras iniciativas de reciclaje en Vietnam es el origen de la basura: solo utilizan desechos locales, aunque resultaría mucho más sencillo procesar el plástico importado de otros países que llega ya segregado y preparado.
“El coste de esa basura es muy barato porque los países quieren deshacerse de ella. Por eso más del 80 por ciento de la materia prima que utilizan los recicladores en Vietnam viene de fuera”, indica Catalán.
Desde que en 2018 China redujo drásticamente la importación de 24 tipos de desperdicios plásticos, esta basura proveniente de países occidentales terminó acumulándose en vertederos y plantas de reciclaje de Vietnam y otros países del Sudeste Asiático.
Un informe de Ipsos alertaba en 2019 de que Vietnam corría el riesgo de convertirse en “un vertedero para el mundo” si seguía la misma progresión, a pesar de los intentos gubernamentales de limitar la importación de estos desechos.
Redes de reciclaje
PLASTICPeople por el momento sólo tiene capacidad para gestionar unos 500 kilos al día, y no necesita alcanzar esa cifra porque trabaja bajo pedido, comprando la basura que le hace falta para cada proyecto, pero su objetivo es expandirse y replicar el modelo para maximizar el impacto.Para el futuro no se plantean crear una fábrica de gran tamaño sino una red de pequeños talleres en varios puntos del país que, supervisados por ellos, puedan mantener un procesado de calidad y den a los trabajadores unas condiciones salariales dignas.
“Estamos también definiendo modelos sociales para crear centros en zonas rurales remotas donde la recogida de basura es deficitaria. Eso implica que generas puestos de trabajo y una economía circular asociada a la recogida y selección de basuras”, explica el empresario.
Aunque están todavía afianzando la empresa en tiempos difíciles por la pandemia de COVID-19, Morante y Catalán miran al futuro con optimismo.
“Las posibilidades de este material son incalculables. Nuestro único límite es la creatividad” declara Morante. EFEverde