Siberia es conocido por ser una de las regiones más frías e inhóspitas del mundo, con una tundra implacable sobre una capa de permafrost (suelo permanentemente congelado) casi impenetrable. Sin embargo, las altas temperaturas están cambiando radicalmente el paisaje y el ambiente siberiano.

Con 50 metros de profundidad y la forma de un círculo casi perfecto, un enorme agujero apareció en la península de Yamal, una región al noroeste de Siberia que sufre los efectos cada vez más acelerados del cambio climático.

Según los científicos, el cráter se formó a partir de una burbuja de metano acumulado debajo del permafrost, que hizo explosión una vez que la capa congelada del suelo comenzó a derretirse y liberó los gases retenidos al interior.

El agujero fue descubierto mientras un helicóptero de la televisora Vesti Yamal TV sobrevolaba la península de Yamal, que presenta cambios cada vez más dramáticos debido al aumento súbito de la temperatura provocado por el cambio climático.

El primero de estos agujeros fue descubierto en julio de 2014; sin embargo, desde entonces se han descubierto al menos otros 16 en el extremo norte de Siberia.

Los cráteres resultado de estas explosiones pueden tener hasta 70 metros de profundidad y poco a poco comienzan a cambiar el paisaje de la tundra siberiana como una consecuencia dramática del cambio climático.

SIBERIA SE DERRITE MÁS RÁPIDO DE LO QUE CREEMOS

El derretimiento del permafrost es uno de los efectos más evidentes del calentamiento global y más nocivos para el ambiente en el Ártico. Una vez que esta capa congelada del suelo rica en carbono comienza a derretirse emite gases de efecto invernadero a la atmósfera. 

Este proceso se acelera aún más cuando el deshielo crea nuevos lagos o vados que burbujean metano, un gas de efecto invernadero 25 veces más potente que el dióxido de carbono que podría triplicar la emisión de gases a la atmósfera, un fenómeno que no se tiene contemplado en los cálculos más optimistas sobre la posibilidad de frenar el calentamiento global provocado por la actividad humana.

Además del derretimiento del permafrost, la pérdida de la banquisa (la capa de hielo marino hogar de los osos polares que mantiene frío el Ártico) avanza cada verano, mientras que las temperaturas récord demuestran que el Ártico se calienta a mayor velocidad que el resto del globo, mientras se acerca peligrosamente a un punto de no retorno.

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