Irene Barahona.- El estudio internacional PineWALL, liderado por la Universidad de Coimbra (Portugal), apunta a la pared celular de los árboles como la clave para acabar con la plaga de nematodo del pino que afecta a la Península Ibérica.

Hasta ahora, las investigaciones sobre el nematodo de la madera de pino se habían centrado en estudiar al microorganismo que causa la enfermedad y el insecto vector que lo transporta.

Este estudio, coordinado por los científicos lusos Ricardo Costa y Luís Fonseca, pone el foco en la pared celular de los pinos como posible solución a la resistencia de las diferentes variedades de pino frente al nematodo, un gusano milimétrico que acaba por secar el árbol.

La importancia de la pared celular reside en que “es la base de muchas funciones vitales de la planta, como la formación de barreras defensivas contra patógenos, deshidratación y otros factores ambientales”, ha explicado a EFEverde Ricardo Costa, investigador principal del proyecto.

El objetivo es recoger información sobre por qué unas especies de pino se ven más afectadas que otras, por eso se compararán tres especies de pino: pinus pinaster (Pinus pinaster), que es la más afectada por la enfermedad y la más importante económicamente, además de los pinos piñoneros (Pinus pinea) y el pino carrasco (Pinus halepensis), dos especies menos susceptibles o incluso tolerantes a la plaga.

“Una vez que se hayan identificado los parámetros químicos, físicos y ultraestructurales asociados con la resistencia y la susceptibilidad a los nematodos, la información ayudará a guiar los programas de mejora del pino, por lo que el estudio abrirá la puerta a futuros proyectos más enfocados a la creación de variedades mejoradas de Pinus pinaster”, también conocido como pino negro, que también sobresale por su potencial resinero.

La única solución actual es la tala inmediata de árboles en la zona delimitada, una práctica muy dañina para el patrimonio ecológico de la península pero necesaria para impedir la expansión del nematodo.

El cambio climático también es un punto clave en la investigación que quiere averiguar cómo afectan los factores climáticos a la vulnerabilidad del pino ante el nematodo.

“Varios estudios científicos ya realizados advierten de la influencia del cambio climático en la dispersión de este nematodo. El aumento de temperatura y los periodos prolongados de sequía incrementan su posibilidad de expansión”, finaliza Costa.

En zonas cálidas la expansión de la enfermedad es más rápida que en climas fríos, ya que las bajas temperaturas reducen la capacidad de multiplicación del nematodo.

El proyecto acaba de obtener 240.000 euros en financiación de la Fundación para la Ciencia y La Tecnologóa (FCT), que ayudará a desarrollar la investigación con la Universidad de Porto (Portugal), elCentro de Investigaciones Forestales de Lourizán (España), la Universidad de Gales (Reino Unido) y la Universidad de Georgia (EE.UU).

Ciclo de expansión 

Los ejemplares de pinos atacados por el nematodo muestran los primeros síntomas visibles entre los treinta y cuarenta días desde la infestación, que suele producirse de julio a octubre, luego se secan y marchitan hasta morir.

Los primeros síntomas no son apreciables a simple vista: la emisión de resina y la transpiración se reducen, después aparecen acículas que permanecen de seis a doce meses en el árbol, más tarde el tercio superior del árbol se seca y cae hasta la muerte total del árbol, aproximadamente un año después de la infección.

El nematodo se transmite a través de un insecto vector que lo traspasa al alimentarse en árboles sanos o poniendo huevos en árboles en decaimiento o que acaban de morir.

El proceso empieza cuando el nematodo hiberna en la madera de los árboles infectados que puede contener larvas del escarabajo Monochamus.

En primavera los escarabajos adultos portadores del nematodo vuelan a las copas de árboles sanos para alimentarse, momento en el que las larvas de los nematodos penetran en los árboles a través de las heridas.

Una vez maduros sexualmente, los insectos con nematodos son atraídos hacia árboles debilitados o talados recientemente para poner los huevos bajo la corteza.

El nematodo en la Península 

El nematodo de la madera de pino (Bursaphelenchus xylophilus) tiene su origen en América del Norte, desde donde llegaría a Japón en 1913, aunque no fue hasta 1972 cuando se confirmó como causante de la enfermedad del marchitamiento de los pinos.

En Europa el nematodo solo afecta a Portugal y España y se detectó por primera vez en mayo de 1999 en la región de la Península de Setúbal en las variedades de Pinus pinaster, Pinus pinea y Pinus nigra.

Desde 2014, Portugal aplica una estrategia de contención dedicada a controlar y erradicar el nematodo, aun así, la plaga es difícil de controlar, y este 2020 se han intervenido poblaciones en los distritos de Viana do Castelo, Vila Real, Braga, Castelo Branco, Braganza, Portalegre y Guarda, según datos del Instituto de Conservación de la Naturaleza y la Foresta (ICNF) de Portugal.

El nematodo de la madera de pino se detectó en España por primera vez en octubre de 2008, en Villanueva de la Sierra (Extremadura).

Este brote, que procedía de un único árbol infestado, se declaró como erradicado el 16 de enero de 2013.

Desde ese primer caso, se han erradicado otros dos brotes en Valverde del Fresno (Extremadura) y en Sancti-Spiritus (Castilla y León).

Actualmente en España hay tres demarcaciones: As Neves (Pontevedra), Lagunilla (Salamanca) y en Valverde del Fresno (Cáceres). EFEverde