El Etna tuvo su última erupción considerada “significativa” hace casi 30 años, exactamente en 1992. A partir de ahí y como ocurre con muchísimos de los volcanes que permanecen activos en el mundo, ha tenido varios episodios de emisión de columnas de cenizas y piedras, fumarolas y volcado de lava.
Desde hace meses se observa un aumento de las actividades telúricas este volcán siciliano y a principios de febrero se registró un hecho insólito en casi tres décadas: los cuatro cráteres del volcán estaban activos a la vez, algo que ya daba la pauta que podría producirse un episodio mayor en días subsiguientes.
Este volcán, muy cercano a la ciudad portuaria de Catania se ha vuelto a “despertar” el martes 16 de febrero. Los geólogos y vulcanólogos dicen que, por más que la erupción fue bastante espectacular, no hay peligro ni para las ciudades ni para los habitantes de las mismas.
Según explican ha habido episodios muchísimo más graves que éste y si bien muchas ciudades de los alrededores han recibido una lluvia de piedrecitas y de cenizas, que provocaron el cierre del aeropuerto de Catania por falta de visibilidad y la vertiente sureste del cráter se hundió dando paso a un flujo de lava que descendió por el flanco occidental del monte, este episodio aparentemente no tendría mayores consecuencias.
¿Qué es la explosividad de un volcán?
Es la forma de medir los contenidos que los volcanes liberan a la atmósfera y los alrededores. Cada erupción es diferente a las demás y su explosividad se calcula sobre una escala de cero a ocho puntos. Para conocer dicha magnitud se tienen en cuenta la cantidad de cenizas y de escombros y piedras registradas.
Las características, conformación, altura a la que son despedidas y la cantidad de cenizas que componen la llamada “nube” que se desprende con las erupciones, son las que, en gran manera determinarán si la erupción influirá o no en el medioambiente y en la climatología local, nacional y mundial.
Una erupción volcánica de grandes magnitudes, puede generar nubes que alcanzan la estratósfera, que según su densidad actuarán como un factor de enfriamiento atmosférico, que podría ser significativo para el planeta, ya que pueden permanecer suspendidas durante varios años.
¿Qué efectos medioambientales tienen las erupciones?
Cada vez que un volcán erupciona tiene dos tipos de efectos sobre el medioambiente y el clima. El primero es que, como libera CO2 (dióxido de carbono), que es un gas de efecto invernadero y lo hace de forma súbita y en grandes cantidades, podría elevar la temperatura de las capas atmosféricas.
Dependiendo de la magnitud de la erupción este aporte de dióxido de carbono no suele ser significativo, a la hora de agravar el calentamiento global. Según un estudio de expertos en vulcanología, el efecto acumulado de todas las erupciones de volcanes desde 1750 a la fecha, es 100 veces menor a los estragos producidos en el mismo período, a causa de la quema de combustibles fósiles.
El segundo efecto importante se debe a que además de CO2, las erupciones volcánicas liberan SO2 (dióxido de azufre), que suele estar contenido en las nubes de ceniza que se elevan tras la explosión. Este gas puede enfriar la atmósfera, por lo que se considera que tiene un “efecto refrescante”.
Esto sucede, porque de forma muy rápida el dióxido de azufre se transforma en gotículas minúsculas de sulfatos, que sumadas a las finas partículas que integran las masas de cenizas volcánicas pueden conformar una barrera parcial, que impide que parte de la radiación solar afecte a las capas atmosféricas más bajas.
Además, tanto los gases liberados como el polvo de ceniza más fino, dependiendo de la fuerza con la que sean expulsados y de la magnitud de la erupción, pueden ser transportados por las corrientes de aire y acabar afectando a ecosistemas y poblaciones, muy lejanas al punto de origen de la explosión volcánica.
Otros impactos climáticos
Otro factor importante para determinar la influencia de una erupción volcánica sobre el clima es la situación geográfica del volcán y su altura, puesto que, la estratósfera se “aleja” de la corteza terrestre a medida que se acerca a las zonas polares. En el ecuador está a 8 kilómetros y en los polos puede llegar hasta los 15.
Los expertos aseguran que las erupciones volcánicas son capaces de influir en otros aspectos, además de en la temperatura atmosférica. Las investigaciones más recientes sugieren que los gases y partículas liberadas, pueden afectar al cinturón de baja presión que rodea el planeta, llamado Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), responsable del nivel de lluvias en gran parte del mundo.
Según el hemisferio en el que ocurra la erupción, la ZCIT se alejará hacia el otro, promoviendo lluvias e influyendo en las zonas de huracanes de las áreas oceánicas involucradas. En el Pacífico, el efecto de las erupciones podría afectar al fenómeno de El Niño, que periódicamente se gesta en sus aguas.
El monitoreo de estos impactos sobre el clima mundial, ayuda a los científicos a refinar y optimizar los modelos predictivos del comportamiento del clima. Son oportunidades únicas para comparar los fenómenos naturales con los estragos causados por el ser humano, para estudiar cómo mitigar y revertir sus peores consecuencias.
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