Entre las comunidades de Oaxaca se habla de los “sembradores de agua”, un grupo de indígenas zapotecas que luchan por la libertad y el buen manejo del agua desde hace 15 años. Su historia comenzó cuando una fuerte sequía obligó a las comunidades a recaudar agua de lluvia para sobrevivir. Desde ese momento el objetivo ha sido lograr un buen control del vital líquido y lo lograron.
El 12 de octubre de 2019 los “sembradores de agua” acordaron con la Semarnat, INPI, Conagua y un Alto Comisionado de la ONU la construcción de un decreto que permitiera que una zona comunitaria indígena tuviera el pleno control del agua.
´Dicho acuerdo se presentó bajo la premisa de que los campesinos zapotecas tienen la capacidad de cuidar y administrar el agua con responsabilidad. No obstante, dicho acuerdo fue bloqueado en la Consejería Jurídica de Presidencia del estado sin ninguna razón aparente.
La consecuencia de esta decisión afecta a unos 2,500 campesinos zapotecos quienes se convirtieron en referentes del cuidado del agua. Desde que las sequías golpearon los cultivos, las comunidades lograron crear un sistema que revierte la escasez del líquido.
Hasta ahora este sistema no se ha logrado llevar a la práctica, ya que el uso libre del agua está siendo obstruido por la Consejería. Desde 2005 el pueblo ben´zaa de San Antonino Castillo, en el sur de Oaxaca, se transformó en una zona de “sembradores de agua” ¿qué significa?
La pérdida de un recurso vital
A través de la captación de agua mediante pozos de filtración, ollas o retenes, los indígenas aprovechan al 100% la afluencia de este líquido. Pero, esta técnica que podría convertirse en una costumbre ancestral que tiene su origen en distintas acciones.
Todo inició en 1985, cuando una iniciativa gubernamental consideró desecar las Ciénegas de los Valles Centrales de Oaxaca. El objetivo final era obtener más tierra disponible para cultivo, lo cual terminó por producir una pérdida de la humedad.
Veinte años después los pozos de la zona anuncian una desertificación. Los niveles del agua bajaron gravemente y aunque en ese momento no se vislumbró un efecto nocivo, hoy en día se viven las consecuencias.
A partir de ese momento distintas políticas impidieron que las comunidades indígenas zapotecas tuvieran acceso al líquido de forma libre. Hasta el día de hoy cualquier campesino necesita un permiso del gobierno para acceder al agua subterránea.
Esto quiere decir que los habitantes no tienen libre acceso al aprovechamiento de los pozos de la región y mucho menos pueden ocuparlos en el cultivo. Cuando la sequía surgió la Conagua decidió culpar a algunos campesinos por la falta de agua hasta el punto de imponer multas de miles de pesos.
Sembradores de agua, innovadores del campo
El panorama no lucía nada favorable para los agricultores, sin embargo, la vida debía continuar de alguna forma. Una vez que la comunidad se organizó nació la Coordinadora de Pueblos Unidos por la Defensa del Agua, el grupo que creó el innovador sistema comunitario de uso y gestión del agua.
“Muchos campesinos cuando vieron la sequía se lamentaron y dijeron: ´si Dios quiere que así vivamos, qué le vamos a hacer´, pero yo digo que Dios nos da el agua y esa agua nosotros decidimos acumularla”, indica Emiliano, campesino de Oaxaca.
Cuando la lluvia corre por los caminos del arroyo es captada antes de llegar al río Atoyac y zonas aledañas. Este mismo afluente era el mismo que el artista Francisco Toledo defendía y buscaba rescatar. Ahora, la más mínima gota tiene un destino y un propósito… sembrar agua.
La clave fue la organización de las comunidades indígenas zapotecas y, aunque siguen luchando porque el gobierno (injustamente) reconozca su derecho el agua, los habitantes encontraron otra manera de aprovechar lo que la naturaleza otorga.
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