Cynthia de Benito.- EFEverde.- La urgencia no puede centrarse solo en la atmósfera y los termómetros: el tiempo para salvar los océanos también se está acabando, han advertido este martes especialistas desde Lisboa, sede de una conferencia telemática que ha alertado de que el plástico que los contamina solo es una parte del problema.
“No podemos tener un planeta sano sin un océano sano”, así ha cerrado Peter Thomson, enviado especial del secretario general de la ONU para los océanos, la cita de dos días “El océano que nos pertenece a todos”, organizada por la asociación Clube de Lisboa.
Thomson ha subrayado la urgencia actual: “Antes de que sea demasiado tarde, y ese momento se acerca, tenemos que hacer las paces con el planeta”, y aunque hay buenas señales en el horizonte, como el Pacto Verde de la Unión Europea o el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París, hay que hacer más.
Y ese más, ha insistido, tiene que poner en el punto de mira la situación de los océanos, potenciando en primer lugar la investigación científica para protegerlo mejor, porque “el 90 % del océano es desconocido para la ciencia”.
Sus palabras han cerrado un evento que en su primera jornada se esforzó en dejar claro que la contaminación de plásticos que sufren estas aguas, que cubren el 70 % del planeta, es apenas uno de los muchos problemas, y que en su segunda jornada, este martes, ha luchado por definir soluciones concretas.
Economía azul y ciencia enfocada en políticas
El debate, pensado para aportar líneas de acción a medio plazo, no ha evitado el presente, marcado por la pandemia de coronavirus, que deja importantes enseñanzas.
“La covid no es un apagón, para después volver a tener luz y que todo sea como antes. Nos ha enseñado que la única seguridad para la vida humana depende de la biodiversidad. Y la biodiversidad se está destruyendo”, ha expuesto el presidente de la Comisión Ejecutiva de petrolera Partex, António Costa Silva.
Costa Silva intervenía en una conferencia sobre la economía azul en la que se expusieron las enormes potencialidades de los océanos, que en su profundidad albergan “recursos biológicos 10 veces mayores a lo que estábamos acostumbrados a estimar”, según el responsable de Partex.
Oportunidades para una economía futura que debe ser circular y sostenible, no solo para proteger los océanos, sino el conjunto de la vida.
Cómo hacerlo dependerá no solo del conocimiento científico sobre los océanos, sino de la capacidad que este saber tenga para transformarse en políticas, han enfatizado en la siguiente conferencia especialistas más jóvenes, de la generación milenial, de acuerdo en afirmar que apenas seguir hablando ya no es aceptable.
“No basta con los académicos, no basta con la investigación. Es fundamental que los académicos se involucren también en acciones políticas”, ha dicho el representante de Hispanoamérica en la organización Alianza por un Océano Sostenible (SOA, por sus siglas en inglés), Daniel Cáceres.
Hacerlo sería, ha asegurado, “más efectivo”: “Educar permite tener un impacto de largo plazo, pero no necesitamos largo plazo. Hay un sentimiento de urgencia”, ha dicho este especialista, que ha abogado por que la divulgación científica se enfoque precisamente en conseguir nuevas políticas.
Las nuevas rutas marítimas del deshielo
La conferencia ha servido además para adelantar algunas de las consecuencias de fenómenos que parecen imparables, como el deshielo del Ártico, que abre nuevas rutas de navegación.
“Nuevas rutas marítimas serán posibles, además como el acceso a nuevas fuentes de recursos naturales”, señaló en una de las charlas Carlos Ventura Soares, director general del Instituto Hidrográfico de Portugal.
“La logística de la industria de la navegación y la pesca cambiaría, las nuevas rutas serían muy eficientes y absorberían el trafico marítimo de unos barcos que se estima estén libres de emisiones en 2050”, observó por su parte Jorge D’Almeida, director de la consultora Saconsult.
Según Karen Sack, directora de la plataforma Ocean Unite, estas nuevas rutas abrirían una batalla por el control político de las rutas entre las potencias árticas como Rusia y Estados Unidos “por barcos militares y submarinos, no solo de mercancías”. EFEverde