La burbuja biológica en la que vivimos es más compleja e intrincada de lo que realmente podemos comprender. No importa si se avecinan los tiempos más difíciles, la naturaleza siempre sabe cómo evitar el colapso y renacer de las cenizas como lo haría un ave fénix. En pocas palabras, la naturaleza es la mejor maestra de resiliencia.
Miles de millones de años han pasado desde que la Tierra se formó y pese a que las condiciones necesarias para que se gestara la vida en ella tardaron algunos miles de años, lo cierto es que la naturaleza siempre se las ha arreglado para subsistir y equilibrar los desastres que se pudieran presentar.
El surgimiento de la vida
Una vez que la vida estuvo en marcha dentro del planeta, está desarrolló un sistema entrelazado con su medio ambiental. La interacción de los océanos, la atmósfera y la vida se convirtió en lo que ahora conocemos como sistema adaptativo complejo. Una vez que todas las partes aprendieron a funcionar de forma armoniosa, millones de reacciones químicas y físicas surgieron para evolucionar todo lo que habitaba dentro de la Tierra. Como un vaivén perfecto, la vida se columpió entre lo simple y lo complejo hasta llegar a nuestros días.
Desde luego que estos eventos no requirieron pequeños lapsos de tiempo, por el contrario, durante al menos mil millones de años las bacterias reinaron la vida. Pero un buen día, estas comenzaron a utilizar la energía solar para producir carbohidratos y oxígeno a partir del agua y el dióxido de carbono. Este cambio permitiría que la vida en conjunto superara las condiciones precarias de oxígeno necesarias para complejizarse.
A partir de aquí la biodiversidad comenzó por doquier. Primero esponjas, estrellas, corales y medusas florecieron dentro de los océanos. Más tarde la vida tocaría tierra y aire; insectos, aves, reptiles, dinosaurios, mamíferos y toda clase de animales caminaron y sobrevolaron la superficie. Pero la proliferación de vida trajo tantas oportunidades como desafíos, no todos los organismos resultaron capaces de adaptarse a los cambios de clima extremos. Aun así, la naturaleza logró sortear una vez más el colapso y prosiguió evolucionando.
Y reinaron las sombras
Claro que los tropiezos no culminaron ahí. Hace 66 millones de años ocurrió un evento que pudo haber terminado con todo sobre el planeta, pero la resiliencia de la naturaleza no lo permitió. Un cometa se estrelló contra la superficie terrestre y la colisión masiva ocasionó el levantamiento de polvo sobre la atmósfera, bloqueando el combustible vital; la luz solar. Las sombras reinaron de nuevo y la vida pudo haberse apagado de nuevo llegando al final, no obstante, la naturaleza nuevamente sorteó el colapso gracias su rica biodiversidad y su complejo sistema adaptativo.
Por donde quiera que se le mire, los procesos biológicos están diseñados para evitar el colapso. Desde el ciclo del carbono, hasta el equilibro de los ecosistemas gracias a la cadena alimenticia, todo funciona como un ciclo sin fin que se adaptará muy bien a cualquier desavenencia, incluso al humano mismo. Quizá podremos terminar con los recursos naturales, asesinar a millones de especies y acabar con todo, pero esto sólo nos llevará a la propia extinción. Luego la naturaleza renacerá de entre las cenizas para florecer vida de nuevo.
La naturaleza continuará esquivando los golpes para renacer de la resiliencia, no sabemos por cuánto tiempo, quizá hasta que el sol se apague y deje de producir energía vital para la Tierra. Pero más vale que aprendamos esta lección antes de llegar al final de nuestros días.
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