Hace más de una década el volcán Chaitén registró la erupción más violenta de Chile, desde que el volcán Quizapú hiciera erupción en 1932. Más de cinco mil personas sufrieron las consecuencias, pero la naturaleza circundante también se vio devastada. ¿Cómo puede la naturaleza recuperarse de un evento de este tamaño? Tras años del devastación, la recuperación del bosque chileno ha sorprendido a los especialistas que lo vieron renacer de entre las cenizas del volcán Chaitén.
El 2 de mayo de 2008 el volcán Chaitén en Chile, cambió las circunstancias de toda la vida a su alrededor. Con una erupción violenta y grandes columnas de cenizas que llegaron hasta Argentina, el gris cubrió por completo el paisaje y despojó a los pobladores de sus viviendas. Cientos de ejemplares de animales y plantas que habitaban en el bosque circundante, perecieron bajo las condiciones extremas.
En total 30 mil hectáreas fueron arrancadas de golpe de vegetación y sufrieron grandes impactos ecológicos. El bosque simplemente desapareció de un día para otro y quedó cubierto de toneladas de cenizas. Lo que había sido un bosque primario, se quemó por los aires y los flujos de agua caliente producidos por el volcán. Muchos pensaron que era el final de la zona natural, pero la Madre Tierra siempre encuentra resiliencia para renacer de entre las cenizas. Y donde muchos vieron desesperanza, Álvaro Promis, doctor en ecología de bosques, vio una oportunidad para estudiar un ‘laboratorio natural’.
Resurgimiento de entre las cenizas
Chaitén se caracteriza por ser un pueblo pequeño, donde las perturbaciones humanas han tenido poca presencia en el bosque. Por esta razón, Promis pensó que sería una experiencia única ver el comportamiento de la naturaleza ante una emergencia de esta índole.Sorprendentemente a cuatro años de la devastación, las especies de vegetación comenzaron a repoblar el bosque. En 2012, Promis y su equipo lograron rastrear 34 especies de vegetación en total.
Más tarde regresó con su equipo de investigación al lugar en 2016, para encontrarse con la que las especies se habían duplicado. Un total de 64 especies se monitorizaron en aquel año, pese a que no han podido rastrear todo el terreno por las dificultades de la zona. Finalmente retornaron a finales de 2020, para observar la sorprendente recuperación del bosque que renació de entre las cenizas del Chaitén.
En su última visita pudieron observar a un bosque joven, pero ya muy bien instalado. Según el propio Promis la sucesión ecológica de la restauración les sorprendió bastante. En primera instancia, las 34 especies que localizaron en su primera visita pertenecían a plantas herbáceas y helechos. Es decir que el bosque renacía con especies pequeñas de poca altura.
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En la segunda visita, ya pudieron encontrar formaciones de especies arbóreas que conforman bosques. Visualizaron plantas leñosas de larga vida y también observaron dos especies de enredaderas, lo que les resultó curioso ya que estas requieren de vivir en plantas arbóreas para poder acceder a la luz. Lo que significó que el bosque estaba comenzando a instalarse para volver a elevarse hacia las alturas.
Finalmente, en 2020 encontraron un tipo de plantas conocido como epífitas que viven a la sombra a expensas de los árboles. Su presencia no hizo más que reafirmar que el bosque está recuperándose más prontamente de lo que se esperaba. La sucesión ecológica se ha ido dando de manera sabia, progresivamente y lo suficientemente lenta para que los cimientos del bosque crezcan fuertes. Poco a poco la biodiversidad regresa al bosque devastado por el volcán Chaitén. Promis cree que pumas y gatos monteses podrían habitar el lugar, aunque no está completamente seguro de ello.
Ha pasado ya poco más de una década desde la devastación del bosque y este está gestando su renacimiento de entre las cenizas del volcán Chaitén. Todavía es un paisaje joven, aunque muy verde ciertamente. Sin embargo, los bosques primarios llevan milenios instaurados en el planeta tierra. Una década es muy poco tiempo para la sorprendente recuperación que nos muestra la enorme resiliencia de la naturaleza.
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