Mauricio Valencia de Colombia gana la medalla de bronce en el lanzamiento de bala F34 en la Final del Estadio Olímpico. Juegos Paralímpicos, Río de Janeiro, Brasil, domingo 11 de septiembre de 2016. Imagen por Al Tielemans para OIS/IOC.
Mauricio Valencia de Colombia gana la medalla de bronce en el lanzamiento de bala F34 en la Final del Estadio Olímpico. Juegos Paralímpicos, Río de Janeiro, Brasil, domingo 11 de septiembre de 2016. Imagen por Al Tielemans para OIS/IOC.

Valencia y Meneses, compañeros inseparables, le dan a Colombia doble medalla en el lanzamiento de jabalina

Colombia vive en las pistas de Tokio 2020, en 2021, sus mejores Juegos en toda la historia, y es que esta mañana el atletismo colombiano sumó en pocos momentos tres medallas para el país. Después del vuelo que dio a Lemos la plata en el salto de longitud, fueron Mauricio Valencia y Diego Meneses, amigos inseparables desde hace muchos años, quienes sumaron dos medallas en el lanzamiento de jabalina para darle a su país 18 preseas en esta estos Juegos y 41 en toda su historia Paralímpica.

Lo hecho por Mauricio Valencia y Diego Meneses, los llamados amigos del Valle de Cauca, de donde son originarios, no es nuevo. En Río 2016, Mauricio Valencia puso la jabalina lejos del resto y en su debut Paralímpico se subió al podio en primer lugar, mientras que Valencia cerró la competencia pero vio las celebraciones desde abajo. Tres años más tarde, sin embargo, los Parapanamericanos de Lima 2019 dejaron ver que Valencia era una realidad, que Meneses era el único que podía competirle y que ambos eran los mejores de Latinoamérica.

La de Tokio 2020, sin embargo, era la oportunidad para los inseparables del Cauca de volver a competir juntos en lo más alto del deporte Paralímpico. Esta vez, a diferencia de Río 2016, Meneses vio la competencia en la primera posición desde el principio, y aunque algunos lanzamientos se acercaron a su mejor marca personal de 37.11, permaneció inamovible en la tabla de posiciones. Aunque llegados los últimos dos lanzadores la medalla estaba asegurada para Meneses, había que definir su valor.

Primero lanzó el iraní Afrooz, una revelación en estos Juegos, quien no solo desplazó a Meneses a la segunda posición, sino que instauró récord mundial con 40.05 y le dio un nuevo oro a Irán y sus Juegos Paralímpicos de ensueño de los que, por cierto, están lejos de despertar. Meneses bajó a la segunda posición, y aunque el colombiano era consciente de que superó lo hecho en Río 2016, todavía le quedaba el duelo más importante por pelear.

Llego el tiempo de Valencia. Como si pudiera ser más dramático, ninguno de sus primeros lanzamientos logró acercarse a Meneses. Valencia, entonces, se ajustó por última vez las amarras en las piernas y sacudió los brazos como si se alistara para volar. Tomó la jabalina y miró por un momento la acumulación de lanzamientos errados que ahora debía revertir. Observó a su amigo y asintió con la cabeza. Había complicidad, pero también nerviosismo y tensión. El colombiano resopló, apretó la quijada y disparó con un grito que retumbó en el Estado Olímpico. La jabalina quedó suspendida en el cielo lluvioso de Tokio, y como si ella misma supiera que llegó el momento, cayó pesada sobre el césped.

Dramáticamente, la punta rozó el suelo y la jabalina rebotó un par de veces en el piso antes de terminar desplazándose por la cancha, pero eso no importaba más. El silencio imperó hasta que la pantalla se iluminó con la mejor marca de su temporada (37.84) que desplazó a Meneses a la tercera posición. Cuando finalizó Lima 2019, Valencia sostuvo a Meneses de los hombros y le dijo que tan pronto lo supere llegará a ser campeón del mundo. La celebración de uno y la seriedad con que el otro parecía recordar lo sucedido en Lima 2019, rápido quedó atrás, ya no se trataba de haber ganado o perdido. Los dos amigos del Valle del Cauca se abrazaron con fuerza y permanecieron así, como si estuvieran sosteniéndose en la calidez del cariño genuino, porque después de todo, de eso se trata la amistad.

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