Los años ochenta fueron un periodo de cambios drásticos. La caída del Muro de Berlín en 1989 reformó el futuro y abrió el camino para un nuevo orden mundial. Pero otro evento significativo tuvo lugar en esa década, dos años antes, cuando los gobiernos se unieron para revertir el daño a la capa de ozono y garantizar un futuro viable para todos.

La adopción del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono el 16 de septiembre de 1987 marcó un punto de inflexión en la historia ambiental. También mostró que cuando la ciencia y la voluntad política se unen, podemos cambiar el mundo.

«Frente a la triple crisis planetaria – del clima, la biodiversidad y la contaminación—, el Protocolo de Montreal es uno de los mejores ejemplos que tenemos del resultado positivo y poderoso del multilateralismo», dijo Meg Seki, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría del Ozono del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

«Cuando la ciencia sólida es la base para la acción universal, podemos superar los desafíos ambientales que nos parezcan insuperables», añadió Seki.

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La notable historia de la batalla para salvar la capa de ozono comienza con la ciencia.

A mediados de la década de 1970, los científicos advirtieron que productos químicos fabricados por el hombre y que se encontraban en artículos de uso cotidiano, como aerosoles, espumas, refrigeradores y acondicionadores de aire, estaban dañando la capa de ozono.

En ese momento, no conocían la magnitud del problema. Pero en 1985, se confirmó un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida. Se había desintegrado el protector solar natural que escuda a los seres humanos, las plantas, los animales y los ecosistemas de la radiación ultravioleta excesiva.

De repente, se vislumbraba un futuro arruinado por cánceres de piel, cataratas, plantas y cultivos moribundos y ecosistemas dañados. No había tiempo que perder. Los científicos habían sonado la alarma y el mundo escuchó.

En 1985, los gobiernos adoptaron el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, que proporcionó el marco para que el Protocolo de Montreal prohibiera gradualmente las sustancias que agotan la capa de ozono, incluidos los clorofluorocarbonos (CFC). El Protocolo entró en vigor en 1989 y para 2008 era el primer y único acuerdo ambiental de la ONU ratificado por todos los países del mundo.

El PNUMA jugó un papel clave en este proceso exitoso. Negoció el Convenio de Viena y, desde 1991, ha albergado la Secretaría del Ozono en Nairobi, Kenia.

En vías de recuperación

Los resultados han sido drásticos. Alrededor de 99% de las sustancias que agotan la capa de ozono se han eliminado y la capa protectora de la Tierra se está reponiendo. Se espera que el agujero antártico se cierre en la década de 2060 y que, incluso antes, otras regiones regresen a los valores previos a la década de 1980. Y con los resultados obtenidos, se estima que cada año dos millones de personas se salvan del cáncer de piel.

También hay beneficios más amplios, ya que muchos de los gases que agotan la capa de ozono elevan la temperatura global.

Un estudio reciente ha demostrado que, sin la prohibición de los gases CFC por el Protocolo de Montreal, las plantas, la vegetación y el suelo habrían sido menos capaces de almacenar carbono, lo cual podría haber provocado un aumento adicional de la temperatura global de entre 0,5 y 1,0 ˚C.

«Frente a la triple crisis planetaria – del clima, la biodiversidad y la contaminación—, el Protocolo de Montreal es uno de los mejores ejemplos que tenemos del resultado positivo y poderoso del multilateralismo»Meg Seki, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría del Ozono del PNUMA

Aunque la adopción del Protocolo de Montreal marcó un punto de inflexión, no fue una solución permanente. El trabajo continúa y los científicos siguen siendo nuestra primera línea de defensa.

El Protocolo de Montreal cuenta con el apoyo de tres paneles de evaluación científica que informan a los responsables de la formulación de políticas. Por ejemplo, estos paneles alertaron sobre el aumento inesperado de las emisiones de triclorofluorometano (CFC-11) que agotan la capa de ozono en los últimos años debido a la producción ilegal.

En la reunión más reciente de directores de investigaciones sobre el ozono se destacó la necesidad de permanecer alerta.

Aunque se ha logrado un progreso tremendo, el agujero tardará décadas en sanar, y esto solo si existe un cumplimiento total y continuo del Protocolo de Montreal. También necesitamos seguir monitoreando la atmósfera, incluso en busca de sustancias prohibidas, como el CFC-11, y de los posibles efectos que puede tener el aumento de la temperatura superficial de las regiones polares.

Nuevos riesgos

El Protocolo se ha actualizado para hacer frente a nuevos riesgos. En 2016, se adoptó la Enmienda de Kigali para eliminar los hidrofluorocarbonos (HFC), potentes gases de efecto invernadero que a menudo se utilizan como sustitutos de las sustancias prohibidas en refrigeradores y acondicionadores de aire. Dado que la demanda de estos productos químicos aumentará, los expertos dicen que es más urgente que nunca que los países ratifiquen la Enmienda.

«Ratificar la Enmienda de Kigali será clave en la lucha contra el cambio climático», dijo Seki.

“La enmienda alienta a los países a eliminar gradualmente los HFC, lo que a su vez puede mejorar los sistemas de refrigeración haciéndolos más sostenibles, respetuosos con el ozono y con el medio ambiente”, añadió.

Hasta ahora, la Enmienda de Kigali, que entró en vigor en 2019, ha sido ratificada por 123 países. El acuerdo también fomenta el desarrollo y uso de tecnologías de refrigeración más eficientes desde el punto de vista energético. La adopción de refrigerantes alternativos de bajo potencial de calentamiento global podría potencialmente duplicar los beneficios climáticos de la Enmienda, según una evaluación científica reciente.

En 2021, el objetivo de la campaña del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, el 16 de septiembre, es mejorar las cadenas de frío para reducir la pérdida de alimentos y garantizar un manejo seguro de las vacunas. El tema de este año es Protocolo de Montreal: Manteniendo nuestros alimentos y vacunas frescas.

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