Pudo haber sido por el mono de la vecina que bajó las escaleras para unirse a sus clases de piano, o por el club de vida silvestre que abrió en su escuela primaria en Kampala, Uganda. Lo cierto es que, desde muy pequeña, la Dra. Gladys Kalema-Zikusoka, Campeona de la Tierra 2021 en la categoría Ciencia e innovación, supo que quería trabajar con animales.  

 «Básicamente, las mascotas fueron mis primeros amigos», relató Kalema-Zikusoka, veterinaria especializada en vida silvestre que ya lleva tres décadas ayudando a salvaguardar a algunos de los primates más raros del mundo, incluyendo los gorilas de montaña, una especie en peligro de extinción. Gran parte de su trabajo lo ha desarrollado en comunidades desfavorecidas que limitan con áreas protegidas en África Oriental. Allí ha ayudado a mejorar la atención médica y a crear oportunidades económicas, convirtiendo a muchos lugareños en aliados de la conservación. 

Защитники Земли, ЮНЕП

COMUNICLa ONU otorga el premio Campeones de la Tierra 2021 a líderes de una transformación sostenible

«Gladys Kalema-Zikusoka es pionera en la conservación de la vida silvestre liderada por las comunidades», dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).  

«En muchos lugares, las presiones económicas pueden causar fricción entre humanos y animales. Pero con el trabajo que ella ha realizado, queda demostrado cómo se pueden superar los conflictos cuando las comunidades locales toman la iniciativa en pro de la naturaleza y de la vida silvestre, es entonces cuando se crean beneficios para todas las especies», añadió Andersen. 

Con el apoyo de su familia, Kalema-Zikusoka se embarcó en una aventura educativa global, obtuvo títulos en Uganda, el Reino Unido y los Estados Unidos. A los 20 años, regresó a Uganda para una pasantía en el lugar que, eventualmente, se convertiría en su futuro trabajo: el Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi, ubicado al suroeste del país. 

Comenzaba la época del turismo de gorilas en Bwindi y Kalema-Zikusoka, entonces una joven estudiante de veterinaria, descubrió que la conservación no era un proceso simple. «Había gente enfocada en el turismo y en la conservación comunitaria», recordó. «Había guardias y guardabosques, el Cuerpo de Paz y albergues, y al final de mi tiempo allí, entendí lo complejo que eran el turismo y la conservación».

Hay una falta de representación local entre los conservacionistas. Necesitamos más campeones locales, porque ellos se convertirán en quienes tomen las decisiones en sus comunidades y países.Doctora Gladys Kalema-Zikusoka https://www.youtube.com/embed/jQutIjFIQx0

Kalema-Zikusoka se convertiría en la primera veterinaria especializada en vida silvestre de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda (UWA, por sus siglas en inglés). Allí comenzó a aplicar lo que era un nuevo enfoque para trabajar en esta área, uno que se centraba en mejorar la calidad de vida y las formas de subsistencia en las aldeas que rodeaban Bwindi.  

«Ese enfoque permite que los humanos, al ver mejoras en su cotidianidad, sean más positivos sobre la conservación. Cuando le muestras a la gente que te preocupas por ellos y por su salud y bienestar, los ayudas a coexistir mejor con la vida silvestre». 

Ese se convertiría en la esencia detrás de la organización que Kalema-Zikusoka fundó hace casi 20 años: Conservations Through public Health (Conservación a través de la salud pública, CTPH, por sus siglas en inglés). A través de esta iniciativa, ha ampliado su modelo de salud de las aldeas a las áreas protegidas cercanas al Parque Nacional Virunga en la República Democrática del Congo, así como a dos áreas no protegidas del Parque Nacional del Monte Elgon, en Uganda. Además de promover la higiene y las buenas prácticas de saneamiento, los equipos también apoyan la planificación familiar. 

Apreciar la interacción entre los seres humanos y la vida silvestre, y entender la propagación de enfermedades zoonóticas (contagios que se propagan entre humanos y animales) entre las dos poblaciones, fue fundamental para que Kalema-Zikusoka asumiera un papel aun mayor en la respuesta del Gobierno de Uganda a la pandemia de la COVID-19.

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Kalema-Zikusoka se convertiría en la primera veterinaria especializada en vida silvestre de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda (UWA, por sus siglas en inglés). Fotografía: PNUMA/ Kibuuka Mukisa

Los confinamientos globales obstaculizaron la industria del turismo en el suroeste de Uganda y llevaron a algunos habitantes a volver a una práctica particularmente problemática: la caza furtiva. Eso amenazó los minuciosos avances logrados en la recuperación de la población de gorilas de montaña de Bwindi, cuyo número ha aumentado constantemente a más de 400. Esto representa casi la mitad de la población silvestre de esta especie en peligro de extinción.  

En ese contexto, la organización Conservación a través de la salud pública proporcionó cultivos de rápido crecimiento a las familias, lo que les permitió producir suficientes alimentos. También llevó a la comunidad un mensaje importante: «Les dijimos que debían seguir protegiendo la vida silvestre porque les ha ayudado mucho. Ese es su futuro».  

El conflicto entre personas y animales es una de las principales amenazas para la supervivencia a largo plazo de algunas de las especies más emblemáticas del mundo, según un reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y el PNUMA. En muchos países como Uganda, el conflicto local, junto con los riesgos para la salud que ha dejado la COVID-19, ha puesto en mayor peligro a las especies en riesgo de extinción.  

Kalema-Zikusoka trabajó con el personal del parque nacional para alentar a los visitantes y guardabosques a usar mascarillas, no solo para prevenir la transmisión de COVID-19 entre ellos, sino también para proteger a los gorilas, que pueden infectarse por patógenos transmitidos por humanos. Ese trabajo evolucionó hasta convertirse en un protocolo para limitar la propagación de enfermedades zoonóticas y en capacitaciones para trabajadores locales de la salud diseñados para combatir la COVID-19. Ahora, 21 países de África, incluyendo 13 naciones que albergan poblaciones menguantes de grandes simios, han secundado esas directrices.  

«Realmente estamos adaptando el modelo de prevención de enfermedades zoonóticas a la prevención de COVID-19», explicó Kalema-Zikusoka.

A young gorilla in a forest
Durante las últimas dos décadas, la población de gorilas de montaña en el Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi ha aumentado progresivamente a más de 400. Foto: PNUMA / Kibuuka Mukisa 

La fundación Conservación a través de la salud pública también busca formas de diversificar las fuentes de ingresos para las comunidades locales que comparten espacio con la vida silvestre. El último proyecto de la organización es Gorilla Conservation Coffee, una empresa de carácter social. El personal enseña a los agricultores cerca de Bwindi cómo cultivar granos de café de primera categoría mientras resguardan el agua y usan fertilizantes orgánicos.  

«Ahora estamos trabajando hacia la inversión de impacto. Se trata de destacar la importancia de la financiación sostenible para la conservación», describió Kalema-Zikusoka. 

Reconocida mundialmente por su trabajo, Kalema-Zikusoka dice que espera inspirar a los jóvenes africanos a elegir carreras vinculadas con la conservación. 

«Hay una falta de representación local entre los conservacionistas. No muchos son de los lugares donde se encuentran los animales en peligro de extinción. Necesitamos más campeones locales, porque ellos se convertirán en quienes tomen las decisiones en sus comunidades y países», concluyó. 

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