La cumbre del Clima se concibió “para llegar a un acuerdo absolutamente necesario” en defensa del planeta pero “no están cumpliendo con sus objetivos y tenemos que condenar la corrupción que se está produciendo alrededor” ha denunciado a Efe el activista climático Alejandro Quecedo del Val.
Quecedo, que acaba de publicar ‘Gritar lo que está callado’ (Editorial De Conatus), acusa a la organización de estos foros de dar prioridad a “los testimonios de personalidades, en lugar de a los de la gente vulnerable”, por lo que terminan transmitiendo “mensajes banales con narrativas simplistas, que dejan cosas calladas”.
El título del libro de este joven de 19 años, asesor de la Junta directiva infantil y juvenil de SEO/BirdLife, hace referencia precisamente a la necesidad de “gritar lo que callan las cumbres del clima” porque “muchas veces cuando tratamos de hablar no nos hacen caso”.
Así sucedió también, en su opinión, en la COP26 de Glasgow, donde “se retiró el permiso a ocho de los diez proyectos de acción climática” previstos con objeto de “no politizar excesivamente” la cumbre y “no sólo se cancelaron eventos sino discursos”, por lo que él finalmente decidió no asistir al detectar “una discriminación deliberada de narrativas”.
Crisis ecosocial
En su libro, Quecedo reflexiona sobre la “crisis ecosocial”, un concepto en el que engloba los problemas de la crisis ecológica, como la pérdida de biodiversidad y agua potable, la contaminación o la destrucción de los ecosistemas con la crisis social.
“Los gobiernos occidentales buscan cabezas de turco para salvaguardar su credibilidad y el ejemplo más claro es China“, asegura, porque sus enormes emisiones de CO2 “se deben a su gran población y a la deslocalización de empresas occidentales”.
El activista afirma que también hay “individuos cabezas de turco”, a los cuales se juzga por pedir cambios estructurales en relación con problemas como el cambio climático.
Si la sociedad viviera de forma sostenible “podría mitigarse la emisión de gases en un 40 %” pero eso “no es suficiente, hay cambiar también las estructuras” del sistema económico y social, según su tesis.
Impotencia por no poder cambiar
Las manifestaciones en contra de las actuales políticas ambientales “muestran una gran explosión de ira” de parte de la sociedad pero “a la hora de la verdad, no hay ninguna transformación”, por lo que “el gran problema es la impotencia de no tener las herramientas para dar el cambio” hacia un paradigma más sostenible.
De esta forma, la sociedad sigue “atrapada por la inercia consolidada por el consumo” y, así, “hay empresas que venden café que ayuda a la lucha contra el cambio climático pero no es suficiente con revolucionar el consumo, porque esos cambios son aparentes y superficiales“.
“No podemos hablar de justicia ecológica sin justicia social”, sentencia Quecedo. EFEverde