Son las 9 de la mañana y en el distrito rural de Mount Airy, en el centro de Jamaica, el ambiente ya es sofocante. A medida que los autos transitan a lo largo de las carreteras sin pavimentar, las nubes de polvo estallan detrás de sus ruedas traseras.

Es aquí, a 50 km al oeste de Kingston y a 500 metros sobre el nivel del mar, donde el grupo Mount Airy Farmers tiene una reunión matutina. Hay alrededor de 24 personas y todas coinciden: están luchando por mantener sus parcelas productivas en medio de la disminución de las lluvias, una de las consecuencias del cambio climático.

«El clima aquí es mucho más seco durante más tiempo en estos días», dice Althea Spencer, tesorera del grupo Mount Airy Farmers, que tiene su sede en el norte de la parroquia Clarendon. «Si no tienes agua, no tiene sentido plantar semillas; simplemente morirán».

Sin embargo, recientemente los agricultores han recibido ayuda para la búsqueda de agua.

A pocos metros de donde se reúnen se encuentra un cobertizo de dos pisos con una tubería de drenaje en el techo que canaliza el agua de lluvia hacia un tanque alto y negro. Es uno de las más de dos docenas de tanques que se alimentan de estas montañas. Son parte de un proyecto respaldado por seis organismos de las Naciones Unidas (ONU) para ayudar a los agricultores de Mount Airy a adaptarse al cambio climático.

Farmers stand beside large, black water harvesting tanks.
Los agricultores se encuentran junto a uno de los 30 tanques de agua destinados a aliviar el impacto de las sequías en las tierras altas de Jamaica. Fotografía: PNUMA / Thomas Gordon-Martin

«Esta asociación entre las Naciones Unidas y las comunidades es exactamente el tipo de alianza necesaria para abordar los impactos cotidianos y prácticos del cambio climático», dice Vincent Sweeney, director de la Oficina Subregional del Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

«A medida que miramos más allá de la Conferencia sobre el Cambio Climático de Glasgow, es vital que podamos adaptarnos a las nuevas realidades de un planeta más cálido para proteger vidas y medios de subsistencia en Jamaica y el Caribe», añadió Sweeney.

El desafío no es exclusivo de la región. Las sequías, las inundaciones y la propagación de plagas, como consecuencia del cambio climático, están amenazando la producción agrícola en todo el mundo, dice la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura(FAO, por sus siglas en inglés). Eso es potencialmente desastroso en un mundo donde casi 700 millones de personas pasan hambre cada año.

Los pequeños agricultores, que gestionan  más del 80% de las granjas del mundo, necesitarán apoyo para seguir siendo resilientes frente las alteraciones del clima, dicen los expertos.

Un país en riesgo

A woman picks tomatoes on her farm.
Althea Spencer cosecha su cosecha de tomate. La disminución de las precipitaciones en el centro de Jamaica ha hecho que la agricultura sea un desafío. Fotografía: PNUMA / Thomas Gordon-Martin

Los agricultores de Jamaica, una nación insular de 3 millones de habitantes, son especialmente vulnerables. En 2020, Jamaica se convirtió en el primer país del Caribe en presentar un plan de acción climática más estricto ante la ONU porque el país estaba en riesgo por el aumento del nivel del mar y la sequía y los huracanes se manifestaban de manera más intensa, explicó su gobierno.

En 2018, los agricultores de Mount Airy se inscribieron en el programa respaldado por las Naciones Unidas que ayuda a promover la resiliencia de las comunidades ante amenazas como el cambio climático, la pobreza y la inseguridad hídrica. Se trata del primer programa de este tipo que desarrolla Naciones Unidas en Jamaica, pues tiene como particularidad que combina los recursos de seis organismos, incluyendo el PNUMA.

En Mount Airy, el proyecto ha invertido en 30 nuevos sistemas de recolección de agua. Los grandes tanques negros, que se vislumbran entre las cimas de las colinas como torres, capturan y almacenan la lluvia, lo que permite a los agricultores usarla uniformemente a través de un sistema de riego por goteo. Esto reduce la amenaza emergente de períodos secos más largos e intensos.

«Si mi padre hubiera tenido este sistema de cosecha, ¿habría ido más a la escuela? Probablemente sí».Althea Spencer 

El nuevo sistema de riego también libera a los agricultores del riego manual. «Antes de que tuviéramos el nuevo sistema, había que predecir la lluvia para poner plántulas», explica Spencer, quien lleva un bolígrafo metido cuidadosamente entre su cabello y mueve sus pies en la tierra bañada por el sol. «Se siente bastante bien. Me permite más tiempo para hacer las tareas domésticas, mantenerme al día con mis registros agrícolas y me da tiempo para ir al mercado», añade.

Junto a los tanques están los tambores que mezclan fertilizante con agua y lo distribuyen uniformemente entre los cultivos, ahorrando a los agricultores un tiempo valioso. El fertilizante soluble también es más barato que los fertilizantes estándar.

Además de eso, el sistema de riego mejora el rendimiento. Spencer ahora cultiva y vende más batatas, pimientos y tomates que nunca.

Junto con los tanques de agua, el programa también ha priorizado la educación. Los seminarios son dirigidos por la Autoridad de Desarrollo Agrícola Rural, una agencia gubernamental, que tiene como objetivo ampliar los conocimientos y habilidades de los agricultores.

Aunque no es inusual que las mujeres cultiven estas tierras, Spencer habla sobre cómo las capacitaciones han ayudado a empoderar a las mujeres. «Para mí, los aprendizajes y los entrenamientos crean alianzas entre nosotras», sostiene.

Una vida en las montañas

Althea Spencer and the Mount Airy Farmers Group take part in a morning meeting.
Althea Spencer junto al grupo de agricultores de Mount Airy en una reunión matutina. Fotografía: PNUMA / Thomas Gordon-Martin

De vuelta en la reunión de agricultores de Mount Airy, los participantes dicen algunas oraciones y repiten su mantra en voz alta dos veces: «Somos el Grupo de Agricultores de Mount Airy, nuestro lema es: Todos crecen en el miedo y el fracaso, dando frutos de confianza y éxito».

Spencer, que tiene más de 40 años, es una participante vocal en la reunión y, obviamente, una muy querida. Nació en Mount Airy y ha estado cultivando estos campos la mayor parte de su vida. Ella tiene recuerdos vívidos de trabajar en la granja de su padre cuando era niña. Como era incapaz de contratar a alguien más, a menudo la sacaba de la escuela para sembrar y cosechar los campos.

Esa es una historia común en muchos de los que crecieron en Mount Airy, y una que el proyecto de la ONU apunta a cambiar.

unep.org