El especialista en contaminación atmosférica Xavier Querol ha lamentado que la legislación vigente en materia de calidad del aire para la Unión Europea data de 1999 y que hay, por tanto, una «disfunción normativa con respecto a la OMS», que cuenta con límites actualizados y más exigentes.

Así lo ha puesto de manifiesto Querol, geólogo y investigador del CSIC, en un acto organizado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos celebrado este jueves, en el que junto a este experto han participado también la médica Ana Fernández Ortiz y la arquitecta Ester Higueras García, quienes han detallado los impactos en la salud de la contaminación del aire y las medidas que se pueden tomar desde la planificación urbana.

En su intervención, Querol ha hecho hincapié en que la contaminación es ante todo «un problema de salud pública», que ocasiona en Europa cerca de 300.000 muertes prematuras cada año, y ha asegurado que «aunque cumplamos la legislación europea no necesariamente estamos protegidos en cuanto a la salud», puesto que los estándares de la UE no se han actualizado desde 1999, mientras que los de la OMS sí lo han hecho.

Así, para «contaminantes críticos» como las partículas ultrafinas (PM2,5), que ha calificado de «muy peligrosas» porque por su diminuto tamaño pueden infiltrarse en el torrente circulatorio y afectar a las arterias, la OMS fija un umbral de 10 mg/m3 como media anual, mientras que en la UE el máximo permitido es de 25 mg/m3.

Lo mismo sucede con el material particulado PM10 (que proviene, sobre todo, del tráfico rodado, así como de los sistemas de calefacción): si el límite que no se debería superar según la OMS está en los 15 mg/m3 de media anual, según la regulación europea el umbral no recomendado está en los 40 mg/m3.

Aun así, Querol ha lamentado que hay ciudades, como Madrid, Barcelona y Granada, que “incumplen insistentemente” las directivas, según lo reflejan las mediciones de la Agencia Europea de Medio Ambiente, a excepción de los meses de parálisis por la pandemia de la COVID-19. 

Por su parte, Fernández Ortiz ha recordado que «más del 90 % de la población urbana del mundo vive en lugares donde el aire no es sano para respirar», y ha destacado entre las consecuencias de una mala calidad del aire el aumento en el riesgo de sufrir ictus, deterioro cognitivo, cáncer de vías respiratorias, neumonía, ansiedad o EPOC. 

Medidas para atajar la contaminación

En tanto que buena parte de la contaminación del aire proviene del tráfico urbano (el 70 % en el caso del NO2), Querol ha incidido en la necesidad de «actuar a nivel metropolitano» pues la red de transporte público está más extendida en las urbes, así como de reducir el parque móvil, mejorar la logística de distribución -por ejemplo, apostando por el reparto nocturno de mercancías- y de aplicar medidas como aparcamientos disuasorios desde las localidades de origen para evitar la congestión en el destino.

Ester Higueras, por otro lado, ha resaltado el papel de las zonas verdes como «puntos frescos» que sirven para combatir el efecto isla de calor, y el de los árboles como «filtros para nuestros pulmones», capaces de atenuar la polución del aire y además retener CO2.

«Cuando llegó el ferrocarril y, después, cuando llegó el coche, se produjo una transformacion radical de las ciudades», ha recordado Higueras, quien considera que «ahora estamos en un momento en el que necesitamos cambios de igual dimensión», impulsando las zonas verdes como «elementos de salud física y mental». EFEverde