La pandemia, la guerra en Ucrania y la falta de voluntad política socavan los esfuerzos por frenar el calentamiento de la Tierra. Los planes de reemplazar los energéticos rusos con cualquier alternativa disponible pueden impulsar la destrucción, advierte António Guterres, y urge a no abandonar la meta de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5º Celsius para fin de siglo.

El Secretario General de las Naciones Unidas afirmó este lunes que las consecuencias de la guerra en Ucrania amenazan con trastornar los mercados mundiales de alimentos y energía con implicaciones funestas para la agenda climática mundial.

“Los países podrían verse tan consumidos por la insuficiencia inmediata del suministro de combustibles fósiles que pueden descuidar o dejar de lado las políticas para reducir el uso de ese tipo de energéticos”, dijo António Guterres durante su participación en la Cumbre de Sostenibilidad Económica organizada por la revista The Economist.

Guterres explicó que las medidas a corto plazo que tomen las grandes economías para satisfacer esa escasez con las opciones disponibles suponen el riesgo de crear una dependencia de los combustibles fósiles a largo plazo, cerrando la posibilidad de limitar el aumento de las temperaturas globales a 1,5ºC para fin de siglo con respecto a los niveles preindustriales.

Destrucción garantizada

“La adicción a los combustibles fósiles asegura una destrucción mutua”, aseveró.

El titular de la ONU señaló que la actual coyuntura evidencia claramente que la dependencia de los hidrocarburos coloca la economía global y la seguridad energética a merced de los vaivenes y crisis geopolíticas, por lo que instó a tomar cartas sin más pérdida de tiempo.

“El cronograma para reducir las emisiones de carbón en un 45% es extremadamente ajustado. En lugar de pisar el freno en la descarbonización de la economía global, ahora es el momento de pisar el acelerador a fondo hacia un futuro de energía renovable”, puntualizó.

Abundó que hace falta apurar la eliminación gradual del carbón y todos los combustibles fósiles e implementar una transición energética rápida, justa y sostenible.

Guterres subrayó la necesidad de que este año se concreten coaliciones climáticas para ayudar a las economías emergentes a eliminar el carbón con urgencia, y de que se impulse un aumento rápido y transformador en el financiamiento climático con los bancos multilaterales de desarrollo liderando el desbloqueo de los billones de dólares que se necesitan.

Mencionó también que es imperativo descarbonizar sectores críticos, como el transporte marítimo, la aviación, el acero y el cemento.

Y, sobre todo -insistió- se debe proteger a las poblaciones más vulnerables y garantizar un enfoque igualitario en la adaptación.Las plantas generadoras de energía se cuentan entre los grandes emisores de gases de efecto invernadero.© Unsplash/Ella IvanescuLas plantas generadoras de energía se cuentan entre los grandes emisores de gases de efecto invernadero.

Salvar la vida de un objetivo

“Así es como podemos rescatar la meta de 1,5ºC de la unidad de terapia intensiva a la sala de recuperación”, reflexionó.

Desafortunadamente, el mundo no está ajustándose a estas exigencias y hay muchos aspectos por resolver o, peor aún, que ni siquiera se abordaron adecuadamente en la más reciente Cumbre sobre Cambio Climático COP26, celebrada en Glasgow, Escocia, a finales de 2021.

Tal fue el caso de lo lejos que se está de los propósitos de reducción de las emisiones de carbón, precisó Guterres.

“Mantener vivo el objetivo 1,5º requiere una reducción del 45% de las emisiones globales para 2030 y la neutralidad del carbono para mediados de siglo. Ese problema no se resolvió en Glasgow. De hecho, está empeorando”, aseguró.

Detalló que, según los compromisos nacionales actuales, las emisiones globales crecerían casi un 14% en la década de 2020.

Consecuencias devastadoras

“Las emisiones de carbón han aumentado a niveles récord. Estamos avanzando como sonámbulos hacia la catástrofe climática. Nuestro planeta ya se ha calentado hasta 1,2º y vemos las consecuencias devastadoras de esto en todas partes”, añadió.

En este sentido, recordó que en 2020 los desastres climáticos obligaron a desplazarse a unos 30 millones de personas, una cantidad tres veces mayor de desarraigados que la generada por la guerra y la violencia.

El Secretario General aludió también al informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) que hace apenas dos semanas confirmó que la mitad de la humanidad vive ya en zonas de peligro como consecuencia de ese fenómeno.

“Las pequeñas naciones insulares, los países menos adelantados y las personas pobres y vulnerables de todo el mundo están a un choque climático de distancia del fin del mundo”, alertó.

Consideró que en el planeta interconectado de hoy, ningún país ni corporación puede aislarse de esos niveles de caos.

“Si seguimos con más de lo mismo, podemos despedirnos del objetivo de 1,5º, incluso 2º pueden estar fuera de alcance. Y eso sería una catástrofe”, insistió.El cambio climático aumenta el riesgo de temperaturas cálidas y secas que puede favorecer los incendios forestales.Unsplash/Mikhail SerdyukovEl cambio climático aumenta el riesgo de temperaturas cálidas y secas que puede favorecer los incendios forestales.

Señalar con el dedo

Guterres dijo entonces que para detener el calentamiento global es fundamental que los países del G20 asuman su responsabilidad y actúen con celeridad.

“Las economías desarrolladas y emergentes del G20 representan el 80% de las emisiones globales. Un número creciente de economías desarrolladas del G20 han anunciado reducciones significativas de emisiones para 2030, con un puñado de reticencias, como Australia”, citó.

Pero los imperativos de desarrollo y la estructura económica de las principales economías emergentes se interponen en el camino de compromisos similares, agregó.

Destacó, en este apartado, la alta dependencia del carbón de países como China, India e Indonesia, entre otros.

Guterres recalcó que el mundo no puede permitirse un juego de culpas climáticas, con los países desarrollados diciendo que ellos han cumplido y que depende de las economías emergentes acelerar la transición, mientras que los países en desarrollo responden que las naciones ricas exportaron a las actividades industriales a sus territorios a cambio de bienes más baratos.

Además, agregó, si se observan las emisiones que corresponden al consumo, no a la producción, el mundo desarrollado todavía tiene un largo camino por recorrer, y existe una responsabilidad histórica que ha dado lugar al principio acordado internacionalmente de responsabilidades comunes pero diferenciadas a la luz de las circunstancias nacionales.,

No hay ganadores en un juego de culpas. No podemos señalarnos con el dedo mientras el planeta arde”, dijo el Secretario General.

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