El equipo de Marcus tiene previsto publicar el 17 de abril un borrador del nuevo marco regulador para ejecutar las restricciones y para ello baraja que urbes como Beverly Hills reduzcan el uso de agua en un 35%, mientras que el este de Los Ángeles lo haga en un 10%.
El presidente de la federación agrícola del estado (California Farm Bureau Federation), Paul Wenger, aclaró que un 50% del agua en California se pierde en el mar o tiene un papel medioambiental (mantenimiento del ecosistema) y solo un 10% se destina al uso urbano o comercial.
El resto, un 40%, se dedica a la agricultura, el sector más acusado de malgastar agua.
Wenger se quejó de esa opinión que se ha generalizado sobre la industria del campo, que ya lleva padeciendo los efectos de la sequía desde 2012 y haciendo ajustes para salir adelante.
“No deberíamos señalar a nadie (buscando culpables)”, dijo al tiempo que pidió a las autoridades “una mejor gestión de las reservas de agua”, porque se ha “hecho un mal trabajo” hasta ahora.
Wagner, que se mostró abierto a discutir sobre el tipo de cultivos apropiados para California, dijo que con las limitaciones al riego agrícola actuales hay empresarios que están hipotecándose para poder comprar agua y mantener su explotación.
Si la sequía continúa en 2016, advirtió, “se tendrán que declarar en bancarrota”.