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La idea, presentada en Viena durante la reunión de la Unión Europea de Geociencias que se clausuró hoy, parte del hecho de que las zonas áridas son las que más radiación solar reciben y, al mismo tiempo, no compiten por el espacio con la agricultura u otras actividades humanas.
Estas regiones son ideales para instalar plantas de Electricidad solar de concentración (CSP), una forma de aprovechar el poder del Sol que, a diferencia de las centrales fotovoltáicas con paneles solares, permite almacenar la energía y generan electricidad aun de noche.
En las plantas de CSP, los rayos del Sol se concentran mediante espejos en un receptor central que alcanza enormes temperaturas, un calor que se utiliza para generar vapor, que mueve una turbina y produce la electricidad.
“Elegimos las zonas desérticas porque son los lugares con mayor irradiación solar. Cuanta más irradiación, el coste de generar la actividad decrece drásticamente. Por eso vamos allá. Y por no competir con la agricultura”, explica a Efe Mercè Labordena, investigadora de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.
Unas zonas “que ahora no se utilizan pero que son perfectamente válidas para la instalación de estas plantas”, dice.
Y sin olvidar que una gran parte de la población mundial vive en un radio de 3.000 kilómetros de distancia de zonas desérticas.
Labordena participa en un estudio para analizar la potencialidad de los desiertos para producir electricidad fiable y barata en Estados Unidos y China, los dos países que generan el 40 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático.
La conclusión es que una red de estas plantas en zonas desérticas podría suministrar electricidad de forma fiable y a un precio razonable a grandes ciudades, pese a las enormes distancias de miles de kilómetros de los centros de producción a los puntos de consumo.