España, un país especialmente vulnerable ante la degradación de la tierra y la escasez de agua -fenómenos exacerbados por la crisis climática-, se ha convertido este viernes en anfitrión del Día Mundial de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía con un acto en Madrid.
«El cambio climático inducido por la actividad humana ya ha aumentado la frecuencia y la intensidad de las sequías», ha recordado en el encuentro el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien ha intervenido junto con la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.
«La región donde se encuentra España es de las más afectadas» ante la escasez hídrica y la degradación de los suelos, ha subrayado Sánchez, y ha advertido de que, según la comunidad científica, un aumento de 2 grados multiplicaría por 2,4 la frecuencia de las sequías, que ahora ocurren cada 10 años.
«Estamos ante una evidencia científica» sobre algo que, ha dicho, supone el «mayor desafío» de este tiempo, y «negarlo es un insulto a la inteligencia al conjunto de la sociedad».
Sánchez ha aprovechado el acto para anunciar una iniciativa sobre restauración de paisajes y de agua «para la resiliencia» con la que combatir la desertificación y el estrés hídrico.
También ha incidido en la urgencia de actuar contra la degradación del suelo y la falta de agua, fenómenos exacerbados por la crisis climática y frente a los que la región mediterránea es «especialmente vulnerable», y ha recalcado que «el futuro inmediato se define con una palabra, «adaptación», y con un enfoque, el de la planificación».
Además, se ha referido a la ola de calor que atraviesa España estos días para pedir a la gente que extreme la precaución. «Muchas veces hablamos del calor de forma anecdótica, de que nos hemos quedado sin primavera», ha dicho Sánchez.
Y ha resaltado los efectos de la crisis climática plasmados en las temperaturas extremas estos días, que «ya no son solamente una anécdota sino que tienen efectos muy adversos en este país».
En el evento también ha participado virtualmente el secretario general de la ONU, António Guterres, quien ha alegado que, para el año 2050 «tres cuartas partes de la población mundial podrían vivir en sequía», y ha insistido en la urgencia y en los beneficios de actuar puesto que «cada dólar invertido en proteger el suelo se multiplica por 30».
«Podemos y debemos revertir esta espiral para combatir el cambio climático y mejorar la vida de los más pobres y vulnerables», ha asegurado Guterres, para hacer hincapié en que de ese modo se puede mejorar especialmente la vida de las mujeres y de las niñas.
“Ningún país escapará de la sequía: desde EE.UU. hasta Australia, desde Mali hasta México, las sequías tiene muchos nombres propios y ocurren mientras estamos hablando», ha resaltado por su parte el secretario ejecutivo de la Convención de la ONU contra la Desertificación, Ibrahim Thiaw.
Teresa Ribera, mientras, ha lamentado que «hay muchos lugares del mundo donde una sequía prolongada acaba convirtiéndose en una cuestión de vida o muerte», y ha llamado a colaborar a nivel internacional con los vecinos del Mediterráneo y los europeos para combatir este problema.
Ribera ha incidido en que hay que «preparar a los ciudadanos para la resiliencia» frente a los impactos del calentamiento global, y ha señalado que para ello, en España hay que trabajar con las comunidades autónomas para una gestión de los recursos naturales sostenible, «reduciendo las asignaciones de agua establecidas y pensando en un uso más inteligente».
“Si fallamos en tomar acción y actuar juntos, la siguiente pandemia será la sequía”, ha sentenciado la activista climática juvenil keniana, Patricia Kombo. EFEverde