Un estudio adelantado en tres megaciudades: Los Ángeles, Yakarta y Bogotá, evidenció que entre Zipaquirá (Cundinamarca) y Paipa (Boyacá) existe una zona con alto potencial para extraer energía de la tierra, lo que permitiría cubrir potencialmente la demanda total de energía residencial de la capital del país.
- Bogotá forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, cuyo recorrido de 40.000 km se extiende entre América y Asia y alberga una gran cantidad de volcanes.
- Solo el 15 % de las reservas geotérmicas conocidas en todo el mundo se explotan para la producción eléctrica. Foto: Robyn Beck- AFP.
- La región cercana al norte de Bogotá, entre Zipaquirá y Paipa, es una importante zona geotérmica del país. Raúl Arboleda- AFP.
- Las centrales hidroeléctricas aportan 11.834,57 megavatios a la matriz energética de Colombia. (Foto: Joaquín Sarmiento-AFP).
- El profesor Carlos Alberto Vargas tiene una amplia trayectoria investigativa en geofísica aplicada a la exploración de este tipo de energías. Foto: ciencias.bogota.unal.edu.co
- Bogotá forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, cuyo recorrido de 40.000 km se extiende entre América y Asia y alberga una gran cantidad de volcanes.
- Solo el 15 % de las reservas geotérmicas conocidas en todo el mundo se explotan para la producción eléctrica. Foto: Robyn Beck- AFP.
- Bogotá forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, cuyo recorrido de 40.000 km se extiende entre América y Asia y alberga una gran cantidad de volcanes, valiosas fuentes de energía geotérmica y una de las energías renovables menos conocidas, lo cual representa una oportunidad para descarbonizar la matriz energética de las megaciudades, es decir aquellas habitadas por más de 10 millones de personas.
En la descarbonización se enfoca la investigación en la que participó el profesor Carlos Vargas, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), y para cuyas estimaciones se utilizaron datos que la Agencia Nacional de Hidrocarburos y el Servicio Geológico Colombiano han recopilado desde hace muchos años para tener una medición de la información magnética, térmica y geoquímica del territorio colombiano.
Estos datos permitieron realizar un mapeo de las zonas estimando la “profundidad de Curie”, medida inferida a partir de las anomalías magnéticas presentes en el subsuelo, lo que significa que cuanta mayor temperatura haya al bajar en la tierra, más disminuye la fuerza magnética de los minerales presentes allí, y cuando esto ocurre se puede decir que en estas zonas existe una mayor posibilidad de extraer energía de la tierra.
“Se encontró que la región cercana al norte de Bogotá, entre Zipaquirá y Paipa, es una importante zona que contiene este recurso de calor, lo cual se evidencia en la presencia de aguas y piscinas termales, además de otros parámetros geoquímicos evaluados allí por la industria petrolera”, asegura el experto.
En Bogotá se consumen hoy 14.509.200 gigavatios por hora (GWh) y la oferta puede crecer cada vez más. La investigación determinó que esta podría llegar a los 16.603.100 GWh, solo con la explotación y extracción de energía geotérmica, es decir 1,14 veces más.
Junto con los profesores Luca Caracciolo, de la GeoZentrum Nordbayern (Geocentro del norte de Baviera) de la Universidad Friedrich-Alexander (Erlangen-Nürnberg, Alemania), y Philip J. Ball, de la Facultad de Geografía, Geología y Medio Ambiente de la Universidad de Keele (Reino Unido), estimaron que en Los Ángeles se usan 73.502.200 GWh al año, y con una mayor explotación del recurso geotérmico se calcula que podría suplir 4,25 veces más de energía a la ciudad; por su parte Yakarta consume 10.927.163 GWh, y podría aumentar su capacidad energética en 1,84 veces más.
Alternativa sostenible
Según el geólogo, “esta cantidad de energía puede garantizar recursos suficientes para plantas geotérmicas a largo plazo que aprovechen su ubicación para suministrar electricidad y agua caliente para procesos industriales y recreativos”.
“La energía geotérmica tiene una mayor estabilidad –tener recursos suficientes– que otras energías como la hidroeléctrica o hidráulica –debido a que en épocas de sequía hay problemas de almacenamiento y reserva de este recurso–, la energía solar –ya que su recarga depende del momento del día en que los rayos del sol la proveen– y la eólica, cuyo funcionamiento se somete a corrientes específicas de algunas épocas del año”, destaca el docente.
Aunque al inicio los costos son más elevados –maquinaria, estudios, expertos, transporte, precaución para tratar el subsuelo–, a largo plazo estos se reducen, lo cual se evidencia en Los Ángeles y Yakarta: mientras en LA la energía geotérmica cuesta 0,004 centavos de dólar ($18) y la fósil 0,138 ($606), en Yakarta la relación es de 0,006 ($26) geotérmica y 0,112 ($492) fósil.
El académico explica que “la energía geotérmica tiene diversos usos industriales, entre ellos producir la energía eléctrica que abastece a las ciudades; mejorar procesos de cultivo de plantas en invernaderos, lo mismo que la calefacción para los hogares durante el invierno, sobre todo en algunas regiones del planeta (altas latitudes y altitudes)”.
Para el investigador, la implementación de estas estrategias energéticas permite ampliar la gama de posibilidades, ya que los procesos y cambios de radiación o generación de calor al interior de la Tierra cambian en millones de años, y no en temporadas de días, meses o años.
Es importante recalcar que la extracción de la geotermia también puede tener desventajas, la más importante de las cuales es la posible contaminación de aguas cercanas por sustancias como arsénico o amoniaco –sumamente tóxicas para los seres vivos–, componentes que se encuentran en el suelo y que se pueden liberar al hacer la extracción, si los procedimientos no se realizan de manera adecuada.
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