PARÍS – 2015 es un punto de inflexión para la comunidad internacional, con el establecimiento de una nueva agenda para el desarrollo mundial y las negociaciones para alcanzar un acuerdo universal frente al cambio climático. Se trata de elementos de una agenda común que hay que cumplir con éxito y la educación es esencial si queremos erradicar la pobreza, promover la dignidad humana a la vez que restaurar el equilibrio en el planeta.
En ese camino, la mayoría de los ministros de educación del mundo tienen ante sí una gran oportunidad: el Foro Mundial sobre la Educación que se celebrará en Incheon, República de Corea, del 19 al 21 de mayo.

La educación es la base de la sostenibilidad. Invertir en educación es revertir la pobreza en oportunidades, es mejorar la salud, fortalecer la resiliencia y favorecer el crecimiento. La evidencia es irrefutable.
Tanto los objetivos de desarrollo sostenible propuestos como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático reconocen el papel transformador de la educación para poner al mundo camino hacia un futuro carbono neutral.
Para lograr nuevas formas de producir y consumir son necesarios incentivos financieros, políticas de inspiración y cambios tecnológicos. Pero esto no es suficiente para lograr un cambio duradero en nuestra forma de pensar, actuar y cumplir con nuestras responsabilidades hacia los demás y hacia el planeta.
La educación es vital para hacer posible ese radical cambio de enfoque y proporcionar las habilidades y los valores necesarios para ofrecer un futuro sostenible a una población que se espera alcance los 9.000 millones de personas en 2050.

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