A sus 33 años, no se puede decir que Primož Roglič sea un joven, en lo que a ciclismo se refiere, por supuesto, pero siempre hay que recordar que empezó en el ciclismo hace no más de 10 años, cuando dejó los saltos de esquí para perseguir su sueño de convertirse en profesional. No sólo lo ha conseguido, sino que se ha convertido en uno de los corredores más fuertes del mundo, tanto en las carreras por etapas como en las clásicas más duras, uno de los pocos capaces de aguantar las acometidas de la nueva generación.
En su carrera suma 72 victorias, entre ellas tres victorias en la general de la Vuelta a España, un título olímpico de contrarreloj, una Lieja-Bastogne-Lieja, etapas en las tres Grandes Vueltas, dos Tirreno-Adriático, dos Vueltas al País Vasco, un UAE Tour, una Milán-Turín, y muchos otros éxitos que llenarían una hoja de protocolo. Por desgracia para él, sin embargo, a menudo se le recuerda más por la estrepitosa derrota que sufrió en la última etapa del Tour de Francia 2020, en la contrarreloj de La Planche des Belles Filles, ante su compatriota Tadej Pogačar, que por sus muchas victorias.
Desde entonces ha estado buscando un triunfo importante en una carrera por etapas de tres semanas, y el Giro de Italia 2023 parece encajar a la perfección. El esloveno acaba de regresar de un invierno difícil, en el que ha tenido que hacer frente a su antiguo problema en el hombro, con una operación que le ha mantenido alejado del sillín durante varias semanas. En su regreso a la Tirreno-Adriático, sin embargo, estuvo listo de inmediato, ganando tres etapas y llevándose a casa la clasificación general, algo que también hizo en su segunda -y hasta ahora última- carrera de la temporada, la Volta a Catalunya, donde se llevó dos etapas y la clasificación final, por delante de Remco Evenepoel.
Así es, Evenepoel, con quien tendrá lugar un choque de titanes en las próximas tres semanas. Su enemistad comenzó el año pasado en las carreteras de la Vuelta, ganada por Remco, con Roglič viéndose obligado a retirarse justo cuando estaba cogiendo segundos a su rival y se preveía un espléndido duelo cara a cara en los últimos días. El corredor del Jumbo-Visma se tomó una pequeña revancha hace unas semanas en Cataluña, logrando ponerse por delante de su rival sobre todo gracias a las bonificaciones en meta, ya que a lo largo de las numerosas subidas nunca lograron separarse el uno del otro. Quien gana el Giro, por tanto, lo gana todo.
La historia de Roglič con el Giro es corta, ya que sólo participó dos veces, pero bastante intensa. La primera vez que acudió a la Carrera Rosa fue en 2016 y Primož aún no era el corredor que es hoy, ya que debutaba de forma absoluta en las Grandes Vueltas. A pesar de ello, se hizo muy popular, especialmente en la contrarreloj, quedándose a las puertas de la Maglia Rosa en la ronda inaugural en Apeldoorn -cuando fue superado por apenas unas centésimas por Tom Dumoulin- y luego ganando la contrarreloj de Greve in Chianti de forma bastante decisiva. En 2019, sin embargo, regresó allí con el objetivo de la victoria en la general, que parecía estar a su alcance después de grandes actuaciones en la contrarreloj inaugural a la Madonna di San Luca en Bolonia -gracias a la cual lució la Maglia Rosa durante cinco días- y en la contrarreloj de San Marino. El excesivo marcaje mutuo con Vincenzo Nibali, sin embargo, abrió la puerta al tercero en discordia, Richard Carapaz, que acabó ganando aquel Giro, y Roglič, descolgado en la tercera semana, se hizo con el tercer puesto de la general, justo por delante de Mikel Landa.
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