La Azzurra se impuso por 2-1 y ahora se medirá ante Colombia.
Se batieron dos colosos. Un duelo de peso pesados en los octavos de final de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA. Un cruce entre dos equipos que se conocen de memoria. Dos países que forman parte de la historia grande del fútbol. Esta vez, la alegría fue para Italia, que venció a Inglaterra por 2-1. Un éxito que lo hacen subir de categoría: pasa de animador a candidato al título. El ganador, ahora, se medirá contra Colombia en los cuartos de final.
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Vale aclarar el contexto: en junio del año pasado, en el Europeo celebrado en Eslovaquia, los ingleses se impusieron por 2-1 en las semifinales, un certamen en el que finalmente se consagraron. Un año después, en Argentina, ritmo, dinámica y buen nivel técnico redondearon un espectáculo más que entretenido. Principalmente en el primer tiempo. Transmitieron vibraciones positivas dentro y fuera de la cancha, con el público de La Plata volcado en favor de los italianos.
Con 12.832 espectadores en las gradas, el comienzo del partido resultó lo más destacado. El pase de Giuseppe Ambrosino en la apertura del marcador estuvo a la altura de lo que juega este equipo italiano: de gala. Una delicia. A los ocho minutos, El N° 9 se la sirvió a Tommaso Baldanzi con al revés del pie derecho y el zurdo la tocó ante la salida desesperada del arquero Matthew Cox.
Pícaro, atrevido, Baldanzi es puro desparpajo con su pie izquierdo. Nacido en 2003 y dotado de grandes cualidades técnicas, ya ha dado muestras de su categoría en la Serie A con los colores del Empoli.
Inglaterra, sin embargo, nunca se quedó atrás. Llegó a esta cita con un equipo repleto de talento en la categoría Sub 20, entre ellos varios integrantes de ese grupo que se proclamó campeón de Europa Sub-19. De hecho, los autores de los goles en aquel choque, Alex Scott y Jarrell Quansah, fueron titulares en la noche de La Plata.
El partido, claro, estuvo a la altura de la propuesta futbolística de ambos. A los 24, Dane Scarlett envió un centro preciso desde la izquierda y Alfie Devine la conectó de primera. Golazo. El encuentro, de ida y vuelta, era muy entretenido.
La segunda etapa fue otra historia. Pareja, pero más trabada y friccionada. Sin muchas ocasiones de riesgo. Compartieron las riendas del desarrollo y les costó encontrar profundidad hacia los arcos. Las combinaciones eran menos vistosas. El duelo estaba impredecible.
Disputado de principio a fin, Italia encontró la alegría en el final por intermedio de un penal. A los 42, un disparo rebotó en la mano de Jarell Quansah y Cesare Casadei, el goleador del torneo (cinco goles) lo cambió por gol.
El peso específico de un cruce de este calibre siempre eleva las tensiones. Así se vivió. Así la Azzurra saltó el escollo. Uno de los más difíciles. Y lo saboreó de una manera especial. Con olor a revancha.
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