La comunidad del Resguardo Indígena Remanso-Chorrobocón, localizada entre los Cerros de Mavecure, el río Inírida y la inmensidad de la selva, habita en medio de leyendas de princesas, hermanos abandonados y de una de las formaciones rocosas más antiguas del país, y además con un subsuelo abundante en oro y otros minerales preciosos de interés comercial. A pesar de la riqueza, la comunidad vive entre la persecución por la minería catalogada como ilegal y las rocas radioactivas, que sin el debido manejo son un riesgo para su salud. Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) trabajan con las comunidades para mitigar riesgos
Lauren Franco | Periodista Unimedios- Araucashare
En Chorrobocón la minería se convierte en una alternativa económica para la comunidad indígena punaive. Fuente: Denis Carlos Felipe Oi Ulu, investigador del Grupo de Estudios en Geología Económica y Mineralogía Aplicada (Gegema)
Cuentan los indígenas puinave que en el Cerro de Pajarita habita la princesa Inírida, una joven que desde niña era tan bella que todos los hombres se querían casar con ella. Un día, un hombre se obsesionó y preparó un brebaje para que Inírida se enamorará de él, pero no funcionó, la bebida provocó que la joven se desorientara y llegara hasta lo más alto del cerro, en donde se quedó y lo convirtió en su castillo.
Se cree que desde allí gobierna a todos los seres que la rodean. El cerro tiene una forma cóncava y su superficie, de color gris intenso, es producto de los granitos que por más de 1.800 millones de años se fueron acumulando. A su lado están los cerros Maveicure y Mono, que junto con el de Pajarita conforman las tres formaciones de roca más antiguas del país. La riqueza minera de Guainía proviene de una historia geológica que lleva millones de años.
El subsuelo del departamento se formó durante el Paleoproterozoico, una de las eras geológicas más antiguas del planeta, testigo de la formación de los primeros continentes estables. “Esto también explica la presencia de minerales de importancia en la región como los rutilos –fuente importante del titanio– o las monacitas, asociadas con las tierras raras” expresa Denis Carlos Felipe Oi Ulu, estudiante de Geología e investigador del Grupo de Estudios en Geología Económica y Mineralogía Aplicada (Gegema).
La relevancia minera ha promovido prácticas para extraer los minerales como una alternativa económica para el Resguardo Indígena Remanso Chorrobocón, que con una población de 1.200 habitantes es uno de los más grandes del país. Sin embargo, la práctica se mueve entre ser catalogada como ilegal y la poca capacitación que tienen los mineros sobre los minerales que extraen, una situación que aumenta los daños ambientales.
Para el docente Thomas Heinrich Cramer, del Departamento de Geociencias de la UNAL Sede Bogotá, “la legalización es trascendental para disminuir los impactos de la minería. Cuando es ilegal, las comunidades se apuran en sacar el oro antes de que vengan el ejército o la policía. Ellos no se preocupan por los impactos como contaminar el agua o destruir el paisaje”.
Una problemática que no solo afecta a Guainía, pues según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en los departamentos de Córdoba, Putumayo, Valle del Cauca, Guainía, Caquetá, Caldas y La Guajira, más del 90% de la explotación de oro de aluvión (EVOA) tiene la categoría de “explotación ilícita”.
Ante esta situación, el Gegema puso en marcha un proyecto para capacitar a los mineros del Resguardo, especialmente en la caracterización de los minerales que se encuentran en la zona. En las capacitaciones les muestran incluso el valor económico de los minerales, ya que en ocasiones se extraen algunos que no son apetecidos económicamente.
“A veces ellos no saben dónde hay minerales y van ‘rascando’ donde su intuición los guíe, y eso es ambientalmente más conflictivo. Por eso es importante integrar la academia con la comunidad”.
Con ese acercamiento de las comunidades se recolectan muestras para enseñarles sobre la composición de los minerales: “por ejemplo obtuvimos estaño, pero notamos que tiene además iterbio, tierras raras, fosfato y más elementos”, expresa Denis Oi Ulu. Algo importante para conocer el valor dentro de la cadena productiva.
El docente Cramer expresa que inicialmente miraron el potencial en los minerales que tiene la zona, e identificaron por ejemplo columbita y coltán, este último apetecido mundialmente por sus usos en dispositivos electrónicos.
Los Cerros Mavecure son las formaciones de roca más antiguas de Colombia. Fuente: Denis Carlos Felipe Oi Ulu, investigador del Grupo de Estudios en Geología Económica y Mineralogía Aplicada (Gegema)
Minerales raros y radioactividad, hallazgos en Guainía
En su trabajo, los investigadores encontraron otros minerales que contienen “elementos de tierras raras”, un grupo de 17 elementos químicos que son relativamente escasos en la corteza terrestre. Dichos minerales y elementos se usan en la industria para fabricar imanes, baterías o dispositivos electrónicos en general.
“Muchas de estas contienen uranio y torio, elementos radioactivos. La comunidad puede estar buscando coltán, pero también están recogiendo estos dos elementos que se vuelven peligrosos porque no conocen sus características ni cómo manejarlos”, asegura Denis Carlos Felipe Oi Ulu.
Las muestras encontradas están cerca al río donde el caudal y el volumen del agua se encuentran formando “raudales” en los que la roca aflora. La comunidad tiene contacto diario con estas rocas, caminan sobre ellas, se sientan e incluso trabajan allí cuando tienen que ayudar a una embarcación a salir.
En Guainía se encuentran minerales que van desde el oro hasta algunos de tierras raras.Fuente: archivo Unimedios.
Laura Alejandra Hernández, geóloga de la UNAL Sede Bogotá, recolectó 14 muestras de roca recogidas a 60km en el caño Nabuquén –uno de los principales afluentes del río Inírida en el Resguardo Indígena Chorrobocón– con la finalidad de identificar el nivel de radioactividad de estas.
Sus resultados dejan ver que las radiaciones ionizantes más altas se registraron cerca del Resguardo, lo que representa un riesgo para la comunidad, pues es hasta 116 veces la dosis habitacional permitida. “El índice habitacional señala que el máximo es 0,6 puntos, que se puede pasar hasta 8 horas sin efecto alguno, pero nosotros encontramos hasta 80 puntos”.
Tanto la falta de información como la poca presencia del Estado impiden dimensionar el efecto que esta situación tendría en la comunidad. Sin embargo, la geóloga Hernández enfatiza en que esta radiación es natural debido a la composición de la tierra, pero que es necesario capacitar a la comunidad sobre sus peligros invisibles.
“El problema de estos minerales también está cuando se concentra, una cosa es un granito debajo del suelo donde el ecosistema se acomoda a ella, pero cuando se empieza a romper el material se vuelve polvo y se vuelve más agresivo y empiezan los problemas de salud”, expresa Denis Oi Ulu.
Entre la minería artesanal y la ilegalidad
En Chorrobocón la minería es artesanal, emplea métodos sencillos y herramientas simples. Aunque se extrae especialmente oro, con el auge del coltán ha empezado a extraerse el llamado “oro azul” y minerales de tierras raras, pero sus depósitos son pequeños y difíciles de encontrar.
El oro es visible para el ojo humano; los mineros primero “pican” de manera intuitiva donde podrían encontrar el mineral; luego lo pasan a una batea, una especie de plato que pasan por el agua para concentrar el oro. En este punto algunas veces utilizan mercurio para hacer una “amalgamación”, pero el mercurio es un veneno que actúa invisible y lentamente.
“Cada técnica aplicada puede ser peligrosa; sin embargo nosotros intentamos mostrarles que hay alternativas al mercurio, como una separación mecánica mejorada. También les señalamos qué minerales son peligrosos, como los radioactivos, y cómo evitar su contacto con ellos” concluye el docente.
periodico.unal.edu.co