Ana Paula Chain

São Paulo (Brasil), 11 ago (EFE).- Popularmente poco conocido, el krill, un diminuto crustáceo de cerca de seis centímetros, se ve amenazado por la falta de herramientas científicas adecuadas y de voluntad política para proteger a un animal que tiene un papel gigantesco en la captura de carbono, además de ser la base alimentaria en toda la Península Antártica.

Así lo explicó en una entrevista a EFE el científico británico Philip Trathan, en el marco del Día Mundial del Krill, que se celebra este viernes.

“La gestión del krill es un reto y (…) creo que necesitamos investigar más para entender en qué estado se encuentra el ecosistema”, afirmó Trathan, que aboga por la necesidad de más inversiones en programas de monitoreo para que se puedan elaborar políticas públicas.

Con el aumento de la pesca y los cambios climáticos, una posible disminución en la población de krill produciría “grandes cambios” en el ecosistema y en las cadenas alimentarias.

Uno de estos posibles cambios podría ser el aumento de la temperatura del agua en la Antártida, lo que se produciría si disminuye la población de krill, puesto que este animal captura el carbono que emite el fitoplancton, del que se alimenta.

MEDIDAS MULTILATERALES Y MULTIDISCIPLINARIAS

A pesar de las evidencias científicas, “algunos países solo quieren pescar. Es lo único que les importa y es difícil pararlos”, apunta el científico.

Trathan defiende una mayor inversión en ciencia y la creación de una red de áreas de conservación de la biodiversidad monitoreadas por satélites, así como acciones para mejorar la resiliencia del krill ante los cambios climáticos.

En este sentido, destacó el rol fundamental de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), creada en 1982 y que cuenta con 27 miembros, entre ellos Chile y China, dos de los principales pescadores de krill.

LA PESCA EN EL OCÉANO ANTÁRTICO Y LA CCAMLR

El krill antártico puede ser encontrado en enormes aglomeraciones de kilómetros de extensión y centenares de metros de profundidad, en pequeñas capas superficiales o incluso de forma aislada.

Allí es donde se dan las actividades de pesca más intensas que, según explicó Trathan, representan una gran amenaza al futuro del planeta y de la vida marina.

El científico recordó que el límite máximo para la pesca establecido por la CCAMLR es de 668.101 toneladas en las áreas acotadas para la actividad, lo que supone poco más del 1 % de la biomasa total disponible en estas zonas.

“Es una fracción minúscula, pero si no se encuentra una manera sostenible de gestionar las capturas para que no perjudiquen el ecosistema, las actividades pesqueras (que están aumentando) podrían superar los 5 millones de toneladas y habría que tener más cuidado”, enfatizó.

De acuerdo con Trathan, el cambio climático “sigue siendo ineludible y podría dar lugar a un aumento de las presiones ecológicas en zonas con pesqueras”, por lo que “ahora es fundamental delimitar las zonas en las que ya existen intereses económicos y en las que la investigación y el seguimiento son necesarios”.

“Si la CCAMLR toma otro camino y no puede trabajar en colaboración, (…) en el futuro, esto podría provocar más conflictos o incluso el desarrollo de pesquerías a gran escala sin un seguimiento ecológico adecuado”, advirtió.

Según el experto, es necesario estar atento a las acciones de China, Chile, Corea del Sur, Noruega y Ucrania, que son “los cinco principales países que pescan en la región antártica”.

EL PAPEL DE CHILE EN LA DEFENSA DE LA ANTÁRTICA

Ante este contexto, citó el ejemplo positivo de la propuesta conjunta presentada a la CCAMLR por Argentina y Chile en 2018 para la creación del Área Marina Protegida del Dominio 1 (Península Antártica occidental y sur del Arco de Scotia), pero que todavía no se ha aprobado por la falta de consenso.

El expresidente y actual senador chileno Ricardo Lagos contó en una entrevista a EFEverde que en las conversaciones de la CCAMLR, que se desarrollaron en junio en Santiago, “quedó nuevamente en evidencia que hay naciones que buscan impedir la existencia” de áreas marinas protegidas y que “dilatan las discusiones” en los foros internacionales para evitar que se tomen medidas.

Lagos también destacó que Chile participa de los acuerdos del tratado antártico desde sus orígenes, que “establece la pesca como una actividad secundaria, frente a la cual deben primar los criterios de conservación”.

Recordó que desde 2017 el país ha desarrollado una política de “áreas marinas protegidas” y que actualmente tiene cerca del 41 % de sus aguas bajo algún régimen de protección.

ACTIVOS DE SEGURIDAD ALIMENTARIA

Aunque la pesca del krill está creciendo y se posiciona como una actividad muy rentable para diversas empresas privadas, apenas un porcentaje muy pequeño se destina al consumo humano directo.

“La mayor parte va a la acuicultura, para alimentar cultivos de salmón o semejantes. El aceite de krill también se utiliza como fuente de omega 3 en el comercio nutracéutico. Así que son, en realidad, productos de lujo”, subrayó Trathan.

No obstante, el científico cree que en el futuro el krill podría convertirse en una cuestión de seguridad alimentaria mundial, sobre todo en Asia y África, donde las poblaciones crecen de forma rápida y el krill podría convertirse en un activo sostenible para evitar la hambruna. EFEverde