La Copa Mundial Femenina de la FIFA ha tenido un enorme impacto en el público australiano, y el partido de cuartos de final contra Francia se ha convertido en el acontecimiento deportivo más visto desde los Juegos Olímpicos de Sydney.

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  • Los australianos se han adherido por completo a la Copa Mundial Femenina de la FIFA
  • Más de 7.200.000 personas vieron el sábado la victoria de las Matildas en cuartos de final
  • Fue la mayor audiencia televisiva para un acontecimiento deportivo en más de dos décadas

Nada despierta tantas emociones como el fútbol, y ningún evento exacerba tanto esas emociones como un Mundial.

Millones de australianos lo descubrieron el sábado por la noche, cuando las Matildas se impusieron a Francia en una tanda de penaltis que pasará a la posteridad. Hasta 20 de las 22 jugadoras presentes sobre el césped tuvieron que asumir la responsabilidad en la prueba suprema de temple y entereza futbolística.

¿Quién puede imaginarse la presión de lanzar un penalti que vale un puesto en una semifinal de la Copa Mundial Femenina de la FIFA™? El público casi no era capaz de mirar. El ruido. El clamor estruendoso…

La delantera australiana Cortnee Vine apenas podía creerse lo que había pasado. En sus declaraciones ante los medios de comunicación tras haber convertido el lanzamiento que sellaba la victoria, la mirada en su rostro lo decía todo: entusiasmo, alivio… y todas las emociones posibles.

“Parece que es una nación futbolística”, resaltó. “Creo que todo el público australiano ha empezado a convertirse de verdad en una nación futbolística. Creo que a partir de esta noche se puede decir que lo somos, y es extraordinario”.

Algo especial está ocurriendo en Australia. Se trata de un país donde la atención de la prensa deportiva la acaparan habitualmente el fútbol australiano y el rugby a 13, y donde el deporte del balón redondo suele estar relegado a un segundo plano. Pero ahora, en una oleada de entusiasmo que está creciendo más rápido de lo que nadie podría haber imaginado, el fútbol es el único tema en boca de todos.

Hay cifras concretas que pueden describir la extraordinaria penetración del choque de cuartos de final contra Francia. Casi 50.000 espectadores llenaron las gradas del Estadio de Brisbane, mientras que 7.200.000 personas vieron por televisión el partido en el canal Seven; la mayor audiencia para un acontecimiento deportivo en Australia desde que Cathy Freeman logró su icónica victoria en los 400 metros de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Además, las Matildas ocuparon las portadas y contraportadas en todos los periódicos importantes del país.

Con todo, igual de importantes para entender la fiebre futbolística que está contrayendo Australia son los aspectos no computables. Desde Tasmania hasta el Territorio del Norte, la gente se conectaba para ver el encuentro en directo en páginas web especializadas; y tampoco se lo perdían siquiera los que viajaban en avión. Aficionados asistentes a partidos de diferentes disciplinas deportivas abarrotaron las explanadas de los estadios, ansiosos por ver la tanda de penaltis. Caminando por las calles de las ciudades, se podía saber el resultado de un lanzamiento por los vítores o los lamentos de la gente que resonaban procedentes de casas y bares.

Estamos ante la semana más importante en la historia del fútbol australiano, y está siendo protagonizada por el fútbol femenino. Muchos apuntan a un paralelismo con el penalti que convirtió John Aloisi contra Uruguay y que clasificó a los Socceroos para la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006™. Esta generación de jugadoras creció gritando el nombre de Aloisi cuando marcaba un gol de penal en el patio de su casa o en el colegio. La siguiente generación crecerá haciendo lo mismo con Cortnee Vine.

El legado de la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023 es algo que Australia y Nueva Zelanda venían contemplando —y para lo que llevaban preparándose— desde el momento en que su candidatura salió ganadora. En un país donde impera el rugby, Nueva Zelanda quizás haya tenido una tarea aún más ardua que sus vecinos australianos, pero la vista de una semifinal entre España y Suecia con el estadio lleno disipará cualquier duda sobre la implicación de los Kiwis en el campeonato.

En cuanto a Australia, la histórica andadura de su selección —en su momento reconocida como la más querida del país— ha cautivado por completo a la nación. Hombres, mujeres, niños y niñas han quedado fascinados, tanto si eran previamente aficionados al fútbol como si no.

“Hemos jugado unos cuartos de final contra un país entero”, reflexionó el seleccionador de Francia, Hervé Renard, tras su derrota en cuartos. A la vista de los vídeos y de las reacciones, y después de escuchar el ruido en las gradas, es difícil no estar de acuerdo con él.

Tal vez, lo más apasionante de todo sea que a este equipo le faltan dos encuentros por jugar. Esa tanda de penaltis fue especial, pero la bola de nieve podría hacerse aún más grande. En las cafeterías, en los autobuses, en sus lugares de trabajo, los australianos se preguntan en voz alta: ¿y si lo ganásemos todo?

Australia no es un país que esté acostumbrado a los éxitos en el fútbol internacional. De hecho, apenas está acostumbrado a que el fútbol mundial reciba algo de atención… Por eso, estar tan tentadoramente cerca del máximo trofeo futbolístico es una perspectiva alucinante. La emoción va in crescendo con cada partido, y uno solo puede imaginar las cotas que alcanzará si las Matildas logran imponerse este miércoles a las campeonas europeas de Inglaterra.

Millones de australianos han experimentado por primera vez lo que sólo puede ofrecerte un Mundial. La emoción. Los nervios. La tensión. La explosion de júbilo, desenfrenada. La completa desolación en el otro bando. Por esa razón se juega al fútbol. Por eso es un deporte tan querido.

La guardameta australiana Mackenzie Arnold, que hizo tres paradas en la tanda y fue nombrada Jugadora VISA del Partido, se mostraba comprensiblemente emocionada después de la victoria.

“Es una noche que voy a recordar el resto de mi vida. Es muy especial poder compartir esto con toda Australia”, declaró, con los ojos llorosos.

El partido contra Inglaterra será grandioso por muchas razones. Pero si quieres comprender el impacto que ya ha tenido este campeonato en este país, bastaba con desplazarte hasta un campo de fútbol comunitario el domingo por la mañana. Bastaba con ver cómo cualquier niño o niña respiraba hondo y se disponía a convertir el que podría ser el primer penalti de su vida. Bastaba con ver cómo lo celebraban esos chavales, alejándose corriendo al estilo de Cortnee Vine.

“Este tiene que ser nuestro año”, afirmó la flamante heroína nacional después del partido. Ahora, una cifra récord de australianos esperan que tenga razón.

Sí… No hay nada como el fútbol.

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