Una criatura o planta con pocos enemigos naturales, eso es exactamente lo que significa ser una especie “invasora”. En el caso de C. hellerii, la falta de depredadores naturales ha permitido que su población aumente sin restricciones, y además su sorprendente capacidad de adaptarse a diferentes condiciones de salinidad y temperatura le ha permitido acumular décadas de ventaja competitiva sobre las especies locales.
Según el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), el cangrejo nadador está presente desde el mar Rojo y África Oriental hasta el norte de Australia y Nueva Caledonia, incluyendo China y Japón hacia el norte, de donde es autóctono; sin embargo, pasó al Mediterráneo –a través de canal de Suez– y al Atlántico occidental.
En este momento se encuentra desde Carolina del Norte (Estados Unidos) hasta Florianópolis (Brasil). En Colombia, el primer registro se realizó 1987 en Bahía Portete (La Guajira), y un año después se encontró en la bahía de Chengue, en el Parque Tayrona.
Su “conquista y colonización” de los mares caribeños ha desencadenado efectos en cascada en los ecosistemas marinos, lo que ha despertado el interés en investigadores como Nelson Alejandro Lozano Mendoza, magíster en Ciencias – Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien adelantó su trabajo en el Instituto de Estudio de Ciencias del Mar (Cecimar).
En La Guajira, como las jaibas están sometidas a las furias de la surgencia constante (movimientos de aguas profundas hacia la superficie), presentaron tallas más grandes en promedio, mientras que en Santa Marta las poblaciones eran notablemente más pequeñas.
El magíster anota que “el Caribe, con sus aguas cálidas y ricas en biodiversidad, proporciona un ambiente ideal para que C. hellerii se reproduzca. Su papel en la cadena alimentaria, sus interacciones con depredadores y presas nativas, y su capacidad para competir por recursos, son los principales temas que preocupan en términos de conservación”.
“Y es que, a diferencia del cangrejo azul y el rojo, esta jaiba no posee valor culinario, y por eso no se comercializa. Lamentablemente los pescadores no la capturan porque un individuo alcanzar máximo 8 cm de longitud, es decir, es muy pequeña”.
Según el Invemar, mientras otras especies de jaibas habitan especialmente en fondos blandos, C.hellerii es muy versátil para elegir su hábitat. Suele ocupar fondos rocosos y escolleras hasta arrecifes de coral, cascajo, raíces de mangle, pastos marinos y lechos de algas. Su adaptabilidad se extiende a profundidades de unos 51m.
Invasora bajo la lupa
En la exploración de esta especie invasora, el magíster Lozano, su director de investigación –el profesor de la UNAL Sede Caribe Néstor Hernando Campos, director del Cecimar– y el biólogo marino Andrés Merchán Cepeda, de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, aplicaron la “morfometría geométrica”, una metodología que combina la geometría con la biología.
Dicho método les permitió analizar la forma y el tamaño de las estructuras biológicas mediante coordenadas geométricas para desentrañar la variabilidad fenotípica –o los rasgos observables– de la jaiba y sus implicaciones para el manejo de los ecosistemas marinos.
En el estudio se capturaron 181 individuos de esta especie en diversas localidades, incluyendo La Guajira, Ciénaga Grande de Santa Marta, Santa Marta, Córdoba y Sucre. De estos, 50 se sometieron a escaneos con un equipo EPSON v850, que permitió obtener imágenes de alta calidad para el análisis.
Este proceso meticuloso ayudó a identificar puntos clave en el caparazón de la jaiba, lo que permitió hacer los respectivos análisis geométricos y estadísticos. Los resultados arrojaron diferencias en la morfología o estructura del caparazón entre poblaciones de diferentes regiones. A través del análisis de componentes principales, las formas de estas jaibas se proyectaron en un espacio bidimensional, en el cual las distancias entre los puntos reflejaron las variaciones en la forma del caparazón. Las poblaciones de La Guajira y Santa Marta presentaron formas distintas frente a las de Ciénaga y Córdoba.
Mientras otras especies de jaibas habitan especialmente en fondos blandos, C. hellerii es muy versátil para elegir su hábitat. Suele ocupar fondos rocosos y escolleras hasta arrecifes de coral, cascajo, raíces de mangle, pastos marinos y lechos de algas. Su adaptabilidad se extiende a profundidades de unos 51 m.
El magíster explica que “aplicamos el análisis de componentes principales (ACP), que nos ayudó a reducir la complejidad de los datos y a visualizar las diferencias entre las poblaciones de jaibas”.
Así se encontró una relación entre las diferencias morfológicas y las condiciones climáticas y geográficas de cada región. Por ejemplo en La Guajira, como las jaibas están sometidas a las furias de la surgencia constante (movimientos de aguas profundas hacia la superficie), presentaron tallas más grandes en promedio, mientras que en Santa Marta las poblaciones eran notablemente más pequeñas. Esta conexión entre la forma y el entorno, es una muestra de la gran adaptabilidad de esta especie invasora.
A la par se hicieron otros análisis de varianza para examinar las diferencias entre las poblaciones y entender cómo las características físicas se correlacionaban con las condiciones ambientales. Además se consideraron factores biológicos como el efecto alométrico, que explica el crecimiento desigual de las partes del cuerpo, para evitar distorsiones en los resultados.
Los hallazgos de esta investigación tienen implicaciones importantes para el manejo de los ecosistemas marinos del Caribe, pues al entender cómo varían las poblaciones de C. hellerii en respuesta a diferentes condiciones ambientales, los científicos y gestores de recursos naturales pueden desarrollar estrategias de manejo más efectivas y adaptativas.
“Este estudio proporciona información valiosa sobre su adaptación en el Caribe y también sienta las bases para futuros estudios. La comprensión de cómo las diferencias fenotípicas se relacionan con el entorno puede ayudar a predecir la expansión de esta especie invasora y su impacto en otras especies marinas”, concluye el magíster Lozano.
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